El jefe de bancada de su partido en la Cámara Alta estima que ya llegó la hora de abordar temas de fondo que, en su opinión, significarían un verdadero reconocimiento por parte del Estado de las demandas de los grupos étnicos.

El senador Quintana (42 años) es una de las caras nuevas en la Cámara Alta. Llegó a ella destronando a un “cacique” de La Araucanía, Roberto Muñoz Barra. Fue diputado por dos períodos y ahora como senador sigue teniendo su domicilio en lo que se conoce en el sur como “la zona roja”. Vive en la ciudad de Lautaro, es decir en el epicentro del conflicto mapuche.

Este profesor de Literatura de la Universidad Católica y egresado de Derecho de la Universidad de Temuco, ha concurrido varias veces a las cárceles para verificar el estado de los comuneros en huelga de hambre.

Y en el Congreso fue uno de los protagonistas del debate en el cual se llegó en el Senado a una aprobación unánime de la Ley corta Antiterrorista.

-¿Cuál puede ser la repercusión de este acuerdo que luego fue ratificado por la Cámara?

-La verdad es que aquí las cosas fueron nuevamente en la medida de lo posible. A mí me hubiese gustado que fueran en la medida de lo necesario, porque aquí estamos hablando de vida. Y en rigor en estos últimos días yo he visto al gobierno en una postura errática, no ha tenido una estrategia definida para enfrentar este tema. Lo que pasa es que esta iniciativa no permite la recalificación de las causas. Yo no descartaría en este tema tener que plantearnos una Ley corta dos Antiterrorista que permita abordar aspectos como los incendios por ejemplo. Ya se lo planteé al ministro Hinzpeter y al subsecretario Alvarado. Con el correr de los días y las visitas en terreno del ministro Larroulet y del subsecretario Alvarado, al gobierno le quedó claro que esto es mucho más complejo de lo que se pensaba. Aquí no se trata de negociar con un sindicato ni un movimiento social, aquí se trata de un diálogo con un pueblo.

-¿Y en qué va a derivar toda esta discusión?

-Hay una tendencia mundial de los últimos veinte años con movimientos de autonomía nacional, registrados en el centro de Europa, y no en el sentido que los conocíamos, sino que más bien como expresiones de autonomía. Yo creo que el debate que viene en los próximos años va a tener que incorporar este ingrediente. Quien crea que un proyecto de ley aprobado en una comisión mixta y luego por ambas cámaras va a resolver este tema de una mejor convivencia con los pueblos originarios está equivocado.

-Y usted que conoce a estas comunidades en profundidad ¿qué es lo que están buscando?

-Lo que buscan en el fondo es ser reconocidos. Cuando se es reconocido se entiende que el siguiente paso es que el Estado no puede imponerles un estatuto jurídico igual para todo el país, porque estamos hablando de un pueblo distinto con una cultura distinta que tiene sus reglas propias.

-¿Estamos hablando de crear un Estado dentro de un Estado?

-Hay muchas formas de entender la autonomía sin llegar a un Estado dentro de un Estado. En esto de entender la autonomía hay formas regionales como las que ha explorado España y otros países como Nueva Zelandia.

-¿Y usted aprueba esta demanda?

-Mire, el debate sobre la autonomía viene y yo no tengo argumentos para decirle a la comuna de Putre donde el 95 por ciento de sus habitantes son aimaras, o a la comuna de Cholchol donde el 95 por ciento de sus habitantes son mapuches, que el Estado les va a seguir eligiendo sus alcaldes como hoy día se está haciendo. Esto es todo un debate que tarde o temprano lo vamos a tener que poner sobre la mesa. La representación en el Parlamento de un número determinado de senadores o diputados indígenas es un tema que habrá que instalarlo. Eso es parte de la autonomía y no es crear un Estado dentro de un Estado. Por el contrario, facilita el diálogo.

-¿Y usted cree que Chile está preparado para este debate?

-Chile ha entrado tardíamente a estos debates planetarios respecto a cómo se resuelven estos conflictos étnicos. Como sociedad, como Estado, vamos a tener que correr el cerco desde el punto de vista institucional para lograr una mejor convivencia.

-¿Pero ellos seguirán siendo chilenos?

-Mire, cuando visito las comunidades ellos me dicen: “Bueno ustedes los chilenos piensan esto o lo otro”. Entonces cuando todo esto pase y no haya nada que lamentar, llamo al gobierno a que de verdad se aproxime de otra forma. Le insisto: creo que el concepto de autonomía tarde o temprano se va a instalar en el debate y vamos a tener que ver como sociedad cómo lo procesamos.

-¿Y puede ser peligroso entrar en este debate?

-No, no, en lo absoluto. Creo que nos va a ayudar a todos a conocernos mejor y sentirnos más orgullosos de ver que Chile es una sociedad multicultural.

-¿Los mapuches han sido intransigentes como lo ha señalado el gobierno, la Alianza y algunos personeros de la Concertación?

-Se han manejado códigos distintos. Tardíamente el gobierno le pidió a monseñor Ezzati que intercediera, y además cuando las comunidades señalaron que querían a los tres poderes sentados en la mesa, el gobierno hizo una interpretación antojadiza y clausuró la vía legislativa. Entonces yo me pregunto ¿cuál de los dos fue el portazo más grande?

-¿Qué le ha parecido este gobierno?

-Uno puede tener muchas diferencias y discrepancias en temas de fondo, pero creo que éste ha sido un gobierno entretenido. A lo mejor algunos parlamentarios de la Alianza critican al Presidente Piñera por su excesivo personalismo, lo cual yo también comparto, pero eso le ha dado a este primer año un carácter bastante dinámico en muchos ámbitos. No hay duda que se ha usado mucho la calculadora y la encuesta, pero este estilo le ha dado frutos y resultados para enfrentar un año que se sabía de antemano que iba a ser difícil por el terremoto, por la situación de la crisis de la cual el país venía saliendo, en fin. Y en el tema de los mineros se ha jugado mucho con la popularidad de estos trabajadores y más bien el gobierno lo que ha hecho es esconderse en el refugio de los mineros.

-De sus palabras se desprende que este gobierno superó sus expectativas.

-Éste es un gobierno al que no le puedo desconocer su carácter dinámico que le ha impreso el Presidente. Está en terreno y aborda muchos temas absolutamente fuera del marco que lo hubiera hecho cualquier otro Presidente. Sebastián Piñera rompió el esquema que teníamos de un Presidente. No estoy diciendo que eso sea bueno o malo. Eso lo dirá el tiempo. Éste es un gobierno muy atípico, que incluso ha logrado sorprender a muchos sectores de la derecha que claramente no les gusta este estilo, y ahí entonces es donde uno se hace la pregunta: ¿durante cuánto tiempo más le servirá este estilo al éxito de una coalición que intentará continuar en el poder? Ahí es donde me surgen muchas dudas, porque creo que este estilo finalmente se agota. Permite enfrentar situaciones de conflicto, de coyuntura y temas emergentes, pero esto no permite gobernar con proyección.

-Y este estilo pilló de sorpresa a la Concertación.

-Creo que sí. El Presidente Piñera que hoy día tenemos no es el Presidente que nosotros pensábamos al que le íbamos a hacer oposición.

-¿Y eso ha hecho las cosas más difíciles para la Concertación?

-Sí. Y eso sumado a todo el tiempo que ha tomado la reestructuración y la renovación de las mesas partidarias son sin duda elementos que han complicado la cohesión y la articulación de fuerzas. O sea Piñera en el equipo en el que está es a ratos un jugador solitario, pero desequilibrante. Y el rol que tienen los ministros por mucho que se les empodere, en algunos casos es bastante nulo. El ejemplo más evidente fue lo ocurrido con la Central Barrancones en Punta de Choros. Cuando el Presidente tomó esa decisión desautorizó a todos los que estaban por debajo. Si se aplicara la lógica de las fuerzas armadas tendrían que haber renunciado todos los que estaban más abajo, es decir la ministra, el intendente y los seremis. Esas salidas de libreto del Presidente le permiten enfrentar situaciones complejas, pero creo que eso en el tiempo tiene poco sustento.

-¿Y en qué estado está hoy la Concertación?

-Creo que ha ido de menos a más. De ser una Concertación con quiebres profundos tras la campaña presidencial en que ha costado mucho hacer la autocrítica y reformularse, y todo ello agravado por la lentitud en la renovación de las directivas, hemos pasado a una situación mejor. Hoy están las condiciones para que la Concertación se arme desde el punto de vista de su identidad, de sus propuestas y programas. En todo caso, a diferencia del gobierno, nosotros estamos contra el tiempo. No podemos llegar a marzo como estamos ahora. //LND

EL PARLAMENTO PUDO HABER HECHO MÁS

-¿Qué le pareció el acuerdo al que llegó el viernes en la noche el gobierno con los comuneros?

-Yo valoro lo dicho por el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter en el sentido que aquí no se está terminando un proceso. Y la verdad es que tampoco se está iniciando. No nos olvidemos que la concertación entregó 700 mil hectáreas en los últimos años y el proceso que viene puede ser incluso más complejo que el que se vivió en estas últimas semanas. Ya no vamos a hablar solo de derechos procesales sino que de derechos políticos.

-¿Cómo quedó el rol que jugó el parlamento?

-El parlamento hizo su aporte, pero creo que tenemos que ser autocríticos en el sentido que pudimos haber hecho más. La modificación que se aprobó fue ténue e insuficiente. Pudimos haber hecho una contribución mucho más sustantiva para el futuro.

-¿Fue un triunfo para el gobierno?

-Es muy prematuro hablar de triunfos. Si yo tuviera que destacar a una figura por su consecuencia, por las confianzas que generó esa persona es claramente monseñor Ricardo Ezzati. No podemos hablar de triunfos porque el propio gobierno ha hablado de que se va a hacer un seguimiento de los compromisos suscritos, y en segundo lugar porque tendrán que ser los órganos judiciales los que tendrán que efectivamente determinar si es posible o no recalificar estas causas. Yo tengo mis dudas.

-¿Pero usted lo ve como un avance o no?

-Eso sí. De todas formas es un avance. Sin duda. Lo que pasa es que esto nos instala una nueva forma de resolver los temas. Por eso digo que se valora lo que hizo el gobierno aunque tardíamente. Finalmente se sentó a conversar con todos los riesgos que podía correr. Pero aquí debe quedar claro que estamos lejos de decir que estamos definiendo una política pública. Se hizo frente a una situación coyuntural y procesal, pero hay muchas otras implicancias como los temas de tierras, como el tema de la aplicación del convenio 169. En el fondo lo que hizo el gobierno fue reafirmar una agenda que va a acompañarlo por mucho tiempo, y en realidad por muchos años más, es decir será tema de varios gobiernos más. Lo importante es que hay una voluntad de todos los estamentos de avanzar.

-¿Y cómo quedó la Concertación?

-La Concertación hizo una contribución enorme para promover el diálogo. Entonces que el gobierno se haya sentado a conversar es algo que no podemos dejar de valorar porque fueron justamente conminados por la concertación a hacerlo.

-¿Fue un error de gobiernos de la Concertación el haber aplicado la Ley Antiterrorista?

-Por supuesto que fue un error. Pero para ser justos el gran error de los últimos años fue la actitud de la derecha de haber rechazado las modificaciones que propuso la ex Presidenta Michelle Bachelet. Si la derecha las hubiera aprobado el año 2006, claramente no se habría registrado esta huelga.

-¿Qué espera ahora?

-Que haya un cambio profundo en la relación entre el Estado y los pueblos originarios.