En medio de las marchas estudiantiles, me ha tocado reunirme con una agrupación poco conocida, pero que considero muy destacable. Me refiero a la Federación de Mapuches Estudiantes FEMAE (ojo con el detalle, no se llaman estudiantes-mapuche, sino que mapuche-estudiantes, porque según me explicaron, son primero mapuche y después estudiantes).

Estos jóvenes realizaron hace pocos días, una toma simbólica de las dependencias de un ex liceo en Temuco, el que se encuentra abandonado. FEMAE intentaba con esta acción, hacer visible su propuesta de crear una Universidad Mapuche en Temuco, capital de la Araucanía.

Fue una toma pacífica. Los fui a ver. Me pareció un grupo de jóvenes inteligentes, con argumentos y muy orgullosos de ser mapuche, la mayoría de ellos con infancias en las comunidades mismas y que ahora tiene la oportunidad de estudiar en la educación superior.

Estos jóvenes mapuche tienen una propuesta muy interesante sobre la necesidad de una educación realmente intercultural y la idea de fomentar un diálogo institucionalizado entre el mundo mapuche y el Estado.

Estos jóvenes mapuche han “descubierto”, en el fondo, uno de los mayores problemas de las políticas públicas que emanan desde el Estado hacia el mundo mapuche, esto es, la ausencia de canales institucionalizados de diálogo que sean reconocidos por la gran mayoría de las comunidades mapuche y también de líderes que sirvan de contraparte técnica de dichas políticas públicas.

Para eso, han retomado una gran tradición de la dirigencia mapuche que se remonta desde los tiempos de la “Sociedad Caupolicán” a principios del siglo pasado y su continuadora la “Corporación Araucana” dirigida por Venancio Coñoepan, en orden a buscar una representación de la dirigencia mapuche independiente e inclusiva, que no se califique ni de izquierda o derecha, sino que asuma en toda su complejidad, la realidad social en que se desarrollaba el pueblo mapuche y que por tanto, excluye el intento de que el pueblo mapuche sirva de trinchera para ideologías políticas, especialmente de izquierdas.

Estos jóvenes quieren retomar ese camino nacional e integrador de la cuestión mapuche y eso me parece notable. Señalan además que sus demandas no son tierras o subsidios, sino discusión intelectual, reconocimiento cultural, recuperación de la lengua, con lo cual ayudan además, para que el tema mapuche sea visto más allá de un tema de pobreza (gran error de las políticas públicas) y se asuma la complejidad del tema mapuche en toda su dimensión.

Los mapuche no son campesinos empobrecidos como a muchos les gustaría, sino que son un pueblo que intenta vivir en armonía, pero exigiendo respeto e individualidad dentro de una sociedad mayoritariamente no-mapuche. Es por eso que la propuesta de una Universidad Mapuche la considero un real y valioso aporte.

Quien no entiende lo anterior y sólo vea en esta toma simbólica de un recinto abandonado en Temuco, como un simple atentado al orden público o como un intento de “doblarle la mano” a la autoridad, demuestran una visión política de muy corto plazo y consolida aún más el mensaje recurrente en la actitud de ciertas autoridades para con los mapuche: si quieren ser escuchados de verdad, tienen que quemar un camión o tomarse un fundo.

Lo bueno, es que siempre al lado de la política “pequeña”, puede siempre surgir una visión política con altura y visión, que sea capaz de “leer” esta propuesta de una Universidad Mapuche, en clave de un esfuerzo más para lograr la tan necesaria institucionalización del dialogo entre el Estado y el pueblo Mapuche.

GONZALO ARENAS
Diputado UDI