Todo comenzó a comienzos de octubre cuando se organizaron las mesas de diálogo en La Araucanía. A medida que las negociaciones para terminar la huelga de hambre de 34 comuneros mapuches, en distintas cárceles del sur, llegaban a su fin, los ministros de la Segpres, Cristián Larroulet, y de Mideplan, Felipe Kast, advirtieron que había un tema que los dirigentes indígenas pedían en forma recurrente: la incorporación de la cultura al tratamiento del tema de pueblos originarios.

"Si tú conoces al pueblo mapuche, te das cuenta de que todo lo que tenga que ver con cultura es central para ellos", dice Felipe Kast, ministro de Planificación, el pasado miércoles a pocas horas de partir a La Araucanía para participar de la quinta mesa de diálogo nacional. Lo dice mientras comparte una limonada con el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke. "El tema mapuche tiene mucho más que ver con dignidad que con cosas materiales. Tiene mucho más que ver con reconocimiento, que con simplemente entregar un subsidio más", señala Kast.

La petición de los representantes mapuches en la mesa de diálogo marcó el desembarco del Ministerio de Cultura -una cartera generalmente alejada de la avanzada política- en un tema de contingencia y de extrema complejidad.

El 14 de enero, el titular de la cartera, Luciano Cruz-Coke, expuso su Plan Araucanía en un consejo de ministros celebrado, por primera vez, en la IX Región. Lo hizo frente a los secretarios de Estado Cristián Larroulet (Segpres), Felipe Kast (Mideplan), Juan Andrés Fontaine (Economía) y Pablo Galilea (Agricultura).

Cruz-Coke había comenzado a desarrollar el plan en octubre, mientras las negociaciones entre los representantes mapuches y el Gobierno para terminar la huelga se seguían desarrollando. La conclusión del Ejecutivo, luego de las primeras conversaciones con los dirigentes indígenas, era que el problema iba mucho más allá de si aplicar o no la ley antiterrorista o cuántas tierras era prudente entregar. El ministro Larroulet adoptó la decisión de integrar a ministerios que podían colaborar con agendas propias para cambiar las políticas entre el Estado y los pueblos originarios.

El Presidente Sebastián Piñera y los ministros Larroulet y Kast también llegaron a la conclusión de que un arreglo duradero pasa necesariamente por "ganarse la confianza del pueblo mapuche", como señala Kast y Cruz-Coke. Fue como Cultura pasó a ser una cartera estratégica en la solución del problema.

En qué consiste la estrategia

Cruz-Coke dividió en cinco áreas de importancia su proyecto cultural para La Araucanía: educación artística, gestión, patrimonio, difusión e infraestructura. "Cuando hablamos del plan cultural estamos hablando de un trabajo con proyectos y metas concretas", explica el ministro. "Estamos diciendo: 'Esto se va a hacer de tal forma, en tal fecha, y si no cumplimos, pásennos la cuenta'. Cuando hablamos de patrimonio, de difusión o de una bienal de arte indígena, la que vamos a hacer ahora en el Centro Cultural Gabriela Mistral, hay un cronograma establecido".

El Plan Araucanía Eje Cultura, que el ministro presentó ante sus pares en la IX Región, comprende una inversión de 4 mil millones de pesos.

Pero ese presupuesto va mucho más allá del aporte del Ministerio de Cultura. "Hay que agregarle los centros culturales, que suman 8 mil millones de pesos, más los 3 mil millones que existen en fondos, más los proyectos de escuelas artísticas que suman 9 mil o 10 mil millones...".

Kast interrumpe: "Sólo la Conadi tiene un presupuesto de 70 mil millones de pesos... Pero este no es un tema de plata. La variable que ha hecho que no se pueda avanzar no es un tema de recursos, porque los recursos que hay para la tierra son bastante sustantivos. El que no podamos avanzar es por no poder darle la relevancia política, cultural y estratégica que tiene este tema para el Gobierno. El que se haya hecho el primer consejo de ministros en La Araucanía no tiene precio. Tampoco que se hayan hecho cinco mesas nacionales de diálogo, en las que estuvieron presentes el ministro Larroulet, quien les habla, y los cinco intendentes de la zona".

Luciano Cruz-Coke subraya que, en el nuevo diálogo que existe con los pueblos originarios, los proyectos no salieron del propio ministerio: "Estamos fortaleciendo los nexos para que los proyectos vengan desde las comunidades, no desde el Gobierno hacia las comunidades. Tenemos personas que están trabajando con nosotros desde la base misma. Las iniciativas son fruto de una realización en conjunto de acuerdo a las necesidades de cada comunidad".

Durante los viajes a La Araucanía para afinar las políticas que se van a instaurar, Cruz-Coke recibió las plegarias de una machi para cuidar su familia y fue recibido en una ruca en Chol-Chol para compartir el ritual mapuche misagún. Los encuentros periódicos le fueron dando una visión distinta de las comunidades. Y también lo fueron marcando.

"Debemos establecer un diálogo de pares en donde probablemente quienes más ganan no son las comunidades, sino los huincas".

Felipe Kast complementa las palabras de Cruz-Coke diciendo que debe acabarse la política transaccional con los grupos mapuches más radicalizados: "Queremos terminar con el 'yo te doy para que no me generes problemas o para prevenir problemas'. De ahí nace la crítica que los más violentos sean los que más consiguen. Siempre hemos visto la cultura mapuche como un riesgo, en lugar de una oportunidad de generar proyectos y mostrar una nueva imagen al mundo. Estábamos mirando el tema en blanco y negro y ahora queremos verlo en colores".

Según Kast, esto se traduce en que, aparte de Cultura, en Educación exista una agenda en la que los colegios de La Araucanía van a poder optar a tener formación en mapudungún o que el Ministerio de Vivienda haga proyectos de casas sociales teniendo en mente las necesidades de sus habitantes mapuches. "Esta semana nos fuimos con la ministra Matte a la inauguración de un complejo habitacional en Cerro Navia, donde todo un sector, para aproximadamente 500 familias mapuches, tiene instalaciones adaptadas a sus necesidades, como una cancha para juegos de patín o una sede social ovalada con forma de ruca para que puedan tener sus encuentros".

Cruz-Coke, por otro lado, sabe que su plan cultural es algo que necesita proyectar en el tiempo para ver resultados sustanciales. Y se pone una meta para el final de su gestión: "Esperamos que las confianzas que han estado quebradas entre los mapuches y el Estado existan al final del Gobierno. Que cuando nos sentemos con las comunidades nos miren y nos digan: Nosotros no les creímos, pero son personas de palabra y cumplieron con lo que se comprometieron".

Ignacio Bazán