No me parece descabellado que los mapuche llamen a sentarse a la mesa de diálogo al tercer poder del estado para llegar a un acuerdo con el Estado de Chile, puesto que el poder judicial es uno de los tres, ¿cierto?

Los ayunantes están siendo víctimas de una ley, que mal que mal, es sobreviviente del espíritu y la letra pinochetista; esta ley, la ha invocado el ejecutivo, ha pasado por el legislativo, y la está aplicando el judicial.

Nada tiene de insensato entonces pedir garantías cuando existe una larga historia de incumplimientos de parte del estado de Chile para con el pueblo mapuche, nada tiene de malo pedir la concurrencia de los altos magistrados, si es que ellos, los propios ayunantes, están sintiendo en carne propia el empecinamiento de fiscales y jueces de la zona por aplicarles al pie de la letra la cuestionada ley, aquella abyecta ley sobre la cual hay consenso incluso en la Derecha, que se trata de una ley abusiva, y que ha sido aplicada en forma discriminatoria a los ciudadanos mapuche.

El gobierno vuelve a decir que los mapuche se han puesto fuera de la ley porque piden lo imposible. Ese mismo argumento lo estamos escuchando desde el principio de la huelga de hambre, el ejecutivo no aceptaba negociar bajo presión, y finalmente aceptó. Es obvio que exigir que se cambie una ley por medio de un mecanismo no contemplado por ella misma, está fuera de la ley, está por encima del sacrosanto Estado de Derecho.

Aquí se trata de una forma de protesta social, hecha en forma no violenta, que pretende modificar una ínfima parte del “contrato social” que se “contrató” bajo la presión de los Hawker Hunter. El nuevo orden de las cosas, el que desplazó al orden anterior del 11 de septiembre de 1973, consistió en la toma violenta del poder ejecutivo reemplazándolo por una junta militar, en la disolución incondicional del poder legislativo, y finalmente, en la sumisión cómplice del tercer poder, el poder judicial.

Incomprensible resulta, ahora que los jueces gozan de total libertad, ahora que han recuperado el respeto de los ciudadanos, el que se nieguen a poner a la altura de las circunstancias. Ellos mejor que nadie saben que están aplicando la injusticia cuando aplican la ley antiterrorista. Ellos mejor que nadie saben que están aplicando una ley que no es pareja, y que tiene claro destinatario: la población mapuche. Confiemos entonces en la sensatez de don Milton Cuica.

Ninguno de los ayunantes debe morir, ninguno. Ellos, considerados ciudadanos de tercera clase, procesados y caratulados como terroristas, tienen sentados a la mesa que han dispuesto en sus lugares de reclusión, literalmente en la cárcel, a 2 poderes del Estado, y falta todavía el tercero, para darle seriedad al compromiso que de allí salga.

Ellos han logrado hasta el momento, para su pueblo, y para el pueblo de Chile, lo que no logró toda una generación de políticos que teniendo el triunfo electoral en sus manos, aquel mítico triunfo del No, no fueron capaces de poner en jaque al “Estado de Derecho” heredado de la dictadura. Los mapuche están logrando con su valiente y decidida actitud no-violenta, cuestionar decididamente el Contrato Social que ha aceptado sumisamente el pueblo de Chile.

Quisiera que el pueblo de Chile entendiera a cabalidad el regalo que está recibiendo del pueblo mapuche, quisiera que el pueblo de Chile apoyara con más decisión a sus hermanos, quisiera que la valentía y la determinación de los mapuche fueran claro ejemplo de lucidez política para el pueblo de Chile.


René Dintrans A.
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