Y el tema mapuche llegó a La Moneda. Y lo hizo, nuevamente, bajo el paraguas del Ministerio del Interior, los fiscales del Ministerio Público y el Generalato policial sureño. Los mapuches como un bendito problema de “orden público”. En la última década, al menos una decena de veces se ha reunido el denominado “Comité de Seguridad” de La Moneda para “analizar” la conflictividad en el sur. Lo hizo con Lagos y con Bachelet, en repetidas ocasiones. Con Piñera ya suma dos o tres convocatorias. Todas encabezadas por Hinzpeter, el mismo que tras el trágico incendio forestal de comienzos de año en Carahue no dudó en culpar a mapuches e interponer sendas querellas por “terrorismo”.

¿Alguien preguntó a Hinzpeter, en la reciente Cumbre, por el resultado de dicha investigación judicial? ¿Alguien se acuerda siquiera de aquel incendio? Bueno, ha transcurrido ya medio año. ¿Alguien preguntó al Fiscal Nacional sobre la investigación por el crimen del sargento Albornoz en Ercilla? Para los desmemoriados, se habló entonces de una “emboscada mapuche”, hipótesis desacreditada a poco andar por los peritajes de la PDI. ¿Se tocó el tema este martes, ministro Hinzpeter? ¿Se pidió explicación alguna al tristemente célebre fiscal Chamorro?

Es rara una “Cumbre de Seguridad” sobre el tema mapuche sin los mapuches. Será porque somos los sospechosos de siempre. Lo somos para los fiscales del Ministerio Público, niños símbolos de la inoperancia y las metidas de pata al sur del Biobio. ¿Hasta cuándo el gobierno seguirá blindando la incompetencia de los persecutores en La Araucanía? ¿Hasta cuándo Sabas Chahuán, el Jefe de Jefes, permitirá que abogados mediocres pongan en tela de juicio una institución clave del Estado?

Es secreto a voces en el sur que la “tesis mapuche” tras los atentados se cae por si sola. ¿Qué mapuche bien nacido vería un acto heroico en quemar una escuela rural? Allí, en esos recintos, muchos niños de comunidades tienen su única comida del día. ¿No lo sabia señor fiscal? Ahora lo sabe. ¿Qué grupo mapuche se sentiría orgulloso de atentar contra campesinos pobres? Sucedió en Pidima a horas de la famosa Cumbre convocada por Hinzpeter. Una pareja de ancianos, asaltados en su propiedad y dejados toda la noche a la intemperie tras devorar las llamas su vivienda. Y los “atentados” del mismo tipo se multiplican por la región. Y los comunicados -supuestamente mapuches- reivindicando tales acciones, también. Turbio, muy turbio.

Algo no cuadra en esta historia. Todos lo sospechan, pero para Hinzpeter una sola es la línea de investigación: los mapuches, grupos minoritarios, pero mapuches al fin y al cabo. Por ello no duda en garantizar la impunidad de Carabineros, blindar al Ministerio Público y respaldar los delirios terroristas de sus fiscales. En otras circunstancias, créanme, Hinzpeter ya estaría de las mechas con Sabas Chahuán. Pero no, para el caso mapuche, Interior y Fiscalía Nacional, uña y mugre, poto y calzón. Lo he dicho repetidamente. El conflicto, a estas alturas, es demasiado buen negocio para muchos. Y en esos muchos no veo a los mapuches.

La semana recién pasada, una querella interpuesta en tribunales por el Director Nacional de CONADI sacó a la luz pública una arista poco conocida del conflicto. En ella, Jorge Retamal denunciaba a dos corredoras de propiedades por intentar sobornar a un funcionario del citado organismo. 100 millones le habrían ofrecido para “agilizar” la compra de algunos fundos en conflicto. 100 millones de “comisión”. Si las corredoras ofrecían 100 palos como soborno, ¿cuántos millones ganarían ellas de concretarse la compra? Se rumorea que el total de la transacción superaría los 1.600 millones de pesos. Recursos del erario público, dicho sea de paso. Habrá que esperar el resultado de la investigación judicial. Sospecho no será portada de ningún medio.

No nos vengan con cuentos. Hoy por hoy, no son los mapuches los principales beneficiarios con la conflictividad sureña. Tampoco la ciudadanía regional, que ve impotente como La Araucanía se hunde de igual manera para todos, sin mayor distinción étnica. Hoy los índices de desarrollo humano en la región lindan con el África Subsahariana. Qué decir de sus indicadores económicos. La última CASEN solo ratificó lo que todos ya sabíamos: que vivimos en la región más pobre de Chile. Y en la más desigual de todas. Pobre, del verbo pobre. ¿Y si de una vez por todas jubilamos a la Alianza y la Concertación al sur del Biobío? ¿Y si la ciudadanía regional, mapuche y chilena, toma de una buena vez el toro por las astas? Podría ser un gran comienzo. Sin Hinzpeter ni Chahuán.


* Publicado originalmente en www.theclinic.cl