Sorpresa en los organismos especializados en seguridad ciudadana causó la publicación, el lunes pasado, de un informe internacional que clasificaba a Chile entre los 30 países con mayor riesgo de sufrir atentados terroristas. Se trataba del reporte anual de la agencia británica Maplecroft, que dejaba a Chile como la segunda nación latinoamericana más peligrosa en este ámbito, después de Colombia, pero antes de países como México, Perú o El Salvador.

La clasificación, en todo caso, catalogaba al país en la categoría de "riesgo medio".

La sorpresa radicó no sólo en que la mayoría de los rankings internacionales del tema sitúan a Chile entre los países más seguros de la región (ver recuadro), sino en que la misma agencia situó a nuestro país en el lugar 73 en su estudio anterior. Además, expertos consultados por "El Mercurio" comentan que la clasificación otorgada puede parecer exagerada en comparación con otros informes internacionales y que esto puede tener relación con la espectacularidad que algunas autoridades, jueces o medios de comunicación dan a los hechos.

25 atentados

Maplecroft se especializa en análisis de riesgo en diversos temas: desde emanaciones de CO {-2} hasta condiciones laborales o escasez de agua, y está dirigida básicamente a empresas que desean invertir en el exterior.

Para su último informe consideraron tres factores: frecuencia de ataques terroristas entre junio de 2009 y junio de 2010, intensidad de los atentados -si incluyó muertos- y experiencia histórica reciente.

Para cuantificar los ataques se basaron en los datos del Sistema de Rastreo de Incidentes del Centro de Contraterrorismo Mundial de Estados Unidos.

Sin embargo, según explican en esta agencia, la metodología empleada cambió radicalmente respecto al estudio anterior, por lo que los resultados de 2010 no son comparables con los precedentes.

Según la información utilizada por Maplecroft -agencia encabezada por Alyson Warhurst, columnista de la revista Business Week-, Chile registró un total de 25 atentados en el periodo estudiado, 11 de los cuales se cometieron en la Región de La Araucanía y, la mayoría, se vinculan al conflicto mapuche.

El resto tiene que ver con ataques explosivos -varios de ellos son asociados a células anarquistas- como el bombazo de mayo en la parroquia Inmaculada Concepción de Vitacura o el de marzo en una sucursal bancaria de La Florida.

Factor paquistaní

En el Ministerio del Interior declinaron comentar el informe a la espera de un análisis más acabado.

En la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), sin embargo, afirmaron que se consignó y estudió el informe.

En el organismo aseguran que si bien el reporte no entrega información nueva que permita un mejor trabajo de inteligencia, sí resulta relevante por la comparación que se hace con otras naciones y la imagen externa del país.

Según el análisis que se hace en la ANI, la inexistencia de víctimas en los atentados que se consignaron hace pensar que Chile no fue bien evaluado en el factor de experiencia histórica reciente, probablemente por amenazas detectadas con la entrada, en el último año, de personas sospechosas de pertenecer a movimientos o células terroristas foráneas.

En este sentido se menciona el caso del ciudadano paquistaní Saif Kahn -acusado de portar trazas de explosivos al ingresar en la Embajada de EE.UU. en Santiago- y a cierta actividad de grupos sospechosos islámicos que se monitorean especialmente en el norte de Chile.

En todo caso, afirman que esto no necesariamente tiene que ver con los cerca de 30 paquistaníes que están siendo investigados en Santiago e Iquique.

El informe internacional que dice todo lo contrario
Los resultados del ranking elaborado por Maplecroft contrastan notoriamente con el informe que el año pasado realizó el Institute for Economics and Peace, y que distinguió a Chile como el país latinoamericano más seguro para vivir en paz.

Según ese ranking, Chile aparece en el lugar 20 entre las naciones más pacíficas -de un total de 144 que incluye el estudio-, sólo superado en el continente por Canadá, que figura en el octavo puesto.

Para el caso de este estudio, se consideran 23 indicadores agrupados en factores de paz internos (ponderados con 60%) y externos (40%). En la mayoría -categorías estabilidad política, conflictos armados (internos y externos), muertos en combate, número de homicidios por cada 100 mil habitantes, financiamiento para misiones para la ONU o cantidad de policías por habitante-, Chile obtiene una puntuación ideal de 1, es decir, la más baja en una escala de 1 a 5.

Curiosamente, esa misma calificación es obtenida en la categoría de potencialidad para actos terroristas, lo que sí constituye la más clara contradicción con el reporte de Maplecroft.

Según este estudio, los puntos más deficitarios de Chile son la percepción de la población ante la criminalidad, la probabilidad de demostración, la facilidad de acceso a armas de destrucción menor y la capacidad militar. En todos estos puntos, el país obtiene una puntuación de 3.

El reporte destaca que Chile es un ejemplo de nación emergente, con altos niveles de calidad de vida, respeto por los DD.HH. e impulsor del desarrollo social y económico de la región, aspecto en que se destaca su contribución a las misiones de paz de la OEA. Según este informe, sin embargo, Chile ha caído cuatro lugares en tres años y se establecen como áreas pendientes los temas territoriales con Bolivia y Perú y el tema mapuche.