Las caprichosas crestas y cordilleras como regalo de la naturaleza con que está dotado el Istmo de Tehuantepec lo convierten -para bien- en uno de los mayores potenciales de generación de energía eólica en todo el mundo. Para mal, este extenso territorio mexicano, que rebasa los límites de los estados de Oaxaca y Veracruz, constituye un apetecible sitio de megaproyectos de parque eólicos por parte de transnacionales contra la voluntad de los pueblos indígenas.

Los expertos tienen todo calculado. En la región soplan vientos suficientes como para abastecer a 18 millones de habitantes del medio urbano. La potencia de aire en la región excede los mil 200 watts por metro cuadrado en los meses de octubre a febrero, dado sus irregularidades topográficas y elevaciones superiores a los mil metros, sobre todo en zonas como La Mata, La Venta y La Ventosa. Se trata de un sitio ideal para megaproyectos eólicos como los proyectados por esas transnacionales.
En ese extenso territorio viven millones de personas pertenecientes a las etnias ikots y zapotecas, distribuidos en municipios como Juchitán de Zaragoza, El Espinal, San Dionisio del Mar, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Santo Domingo Ingenio y otros. Lugares donde crecen cientos de los llamados parques eólicos contra la voluntad de las comunidades indígenas y campesinas, los reales propietarios de esas tierras, y por tanto fuente de constantes conflictos.
Para el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Emiliano Castillo, ello obedece a la generación de impactos sociales y ambientales negativos que afectan el territorio y la calidad de vida de la población actual y de generaciones futuras. Por un lado empresas privadas extranjeras y nacionales defienden lo que pretenden sea el mayor corredor eólico del mundo, so pretexto de reducir emisiones de gases de efecto invernadero, generar energía limpia y promover el desarrollo económico.
Los defensores de los derechos de los originarios, por el otro lado, sostienen que en el Istmo se han arrebatado a los pobladores más de 12 mil hectáreas, muchas de ellas propiedad de campesinos indígenas, sin ellos haber sido informados ni consultados. Despojo operado por grandes empresas trasnacionales, con el consentimiento y beneficio del gobierno, sostienen y a la vez califican la generación de energía limpia en el Istmo de negocio sucio para beneficio de unos cuantos.
El problema radica en que la energía generada es para uso privado, la población del Istmo en nada se beneficia de sus bondades. Agudiza las inequidades socio-económicas y ambientales, a juicio del experto de la UNAM. Los inversionistas alegan que realizan sus proyectos en tierras improductivas, empero organizaciones indígenas afirman lo contrario.
Por ejemplo, sostienen, en las mil hectáreas del ejido donde hoy está instalado el parque Eurus, antes se producían cada año 12 mil toneladas de alimentos, en cambio hoy solo se produce electricidad barata y limpia para una industria sucia como la cementera. Los promotores de la iniciativa aluden a una mayor posibilidad de empleos, pero los pobladores sustentan que eso solo ocurrió durante la etapa constructiva y en las labores más rudas, pero una vez concluidas las instalaciones, el desempleo y el abandono del campo crecieron.
En los dos parques eólicos establecidos en La Venta, argumentan, trabajan de manera permanente 12 técnicos, de ellos solo cuatro son originarios de la región, más otros 15 empleados que realizan labores eventuales de limpieza. Cinco años atrás trabajaban en esas tierras unos 300 campesinos y jornaleros, produciendo maíz, sorgo y caña de azúcar, denunciaron.
El diario La Jornada criticó recientemente tales prácticas y cuestionó el destino de los 300 litros de aceite que lubrican los rotores de los cerca de mil aerogeneradores que funcionan en esta región. Lo cual dio la razón a las quejas constantes de pescadores del pueblo zapoteca de Unión Hidalgo por las manchas de aceite aparecidas en la Laguna Superior y las muertes de peces.
El rotativo tildó de tramposo el estudio que sobre impacto ambiental realizó un académico del Instituto de Ecología de Xalapa, al parecer supeditado a las empresas interesadas en los megaproyectos de energía eólica. En tal caso, señaló La Jornada, olvidó reseñar que el Istmo mexicano es una de las principales rutas migratorias de aves en el mundo, solamente lo transitan en las noches de otoño 800 mil animales.
Auxilio a la ONU
Organizaciones representantes de indígenas del Istmo de Tehuantepec apelaron al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales para frenar los megaproyectos eólicos. El documento emitido a esa instancia internacional critica con mayor énfasis a la empresa Mareña Renovables y al gobierno estatal por los parques construidos en la zona Barra de Santa Teresa, porque, según expresan, incumplen los estándares internacionales.
La Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra argumenta en su reclamación que en el caso de México la producción de energía eólica no busca disminuir el deterioro ambiental por la vía de la emisión de gases tóxicos, sino que constituye una nueva estrategia de privatización y comercialización de procesos medio ambientales. En el Istmo varias comunidades indígenas se resisten, hasta por la fuerza, frente a tales maniobras, protestas muchas veces desacreditadas.
El Diario Oaxaca hizo alusión recientemente a un informe del Organismos Públicos de Derechos Humanos en Oaxaca, donde fustiga la existencia en ese estado de un ambiente tendiente a estigmatizar al luchador social solo porque no acepta pasivamente la imposición de los parques eólicos, como es el caso del proyecto de Barra de Santa Teresa. Añade que los defensores comunitarios se encuentran solos ante sus agresores, pues hasta el gobierno de la región está aliado a los poderosos inversionistas.
Las razones de los indígenas contra los parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec rayan con el derecho a la tierra, a la vida y a la subsistencia. Braulio Ramos (pescador), expresó que no estamos de acuerdo porque de ahí vivimos, de ahí sale la comida para nuestros hijos, desde que yo empecé a trabajar y crecí a mis hijos con ese trabajo, el mar. Ahora dicen que por ahí van a poner todos esos ventiladores, claro que no vamos a poder trabajar y ¿a dónde vamos a agarrar para comer, pues?
Laura Celaya, añadió que no queremos que entre el eólico, vamos a defender nuestra tierra, vamos a defender nuestro mar. ...¿Y cómo vamos a vivir?... Ellos dicen que van a dar dinero, pero el dinero no vale, se acaba, lo que vale es el camarón, sale el pescado, sale para comer, para vender y mantengas a tus hijos.
Por todas estas razones, exigimos respeto a la decisión de los pueblos que rechazamos el proyecto eólico trasnacional. Argumentos y testimonios como estos acompañan la reclamación de ayuda de los indígenas solicitado al organismo internacional de la ONU.
Fuente: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2013060705
Por: Silvia Martínez Puentes
Corresponsal de Prensa Latina en México.