Toda cultura, toda clase, todo siglo construye sus coartadas específicas para justificar la agresión. Y cada una de estas estratagemas defensivas tiene su propia historia. (Peter Gay, The cultivation of hatred, Norton, New York, 1993, pág. 35).
En los últimos dos siglos la relación entre el pueblo mapuche, la sociedad chile y el estado, ha estado comprometida por diversos estereotipos del mapuche, según períodos históricos y conveniencias políticas.
Hace una semana se filtraron unos correos del 2006, que dan cuenta de una vinculación entre las FARC y militantes del Partido Comunista chileno, en uno de ellos se hace mención a una supuesta instrucción guerrillera a mapuche.
Ante los focos de violencia, vemos con desprecio como algunos oportunistas generan una ola de especulaciones, tales como: “Se están usando métodos conocidos en el mundo terrorista como los utilizados por las FARC”, “Documentos de inteligencia que vinculan a la CAM con integrantes de las FARC”, “Ex Fiscales confirmando nexos entre mapuche y las FARC”, “El nexo FARC – PC Mapuche, es un secreto a voces”, entre muchos otros.
Es importante tener presente: “El hecho que algunos de los más vociferantes abogados de la paz sean también los principales promotores de la violencia nos resulta difícil de entender. Ellos proclaman la necesidad de la paz con el objeto de desarmar a los blancos de su violencia. Para ellos, la paz prevalecerá sólo cuando el totalitarismo se haya impuesto firmemente sobre todos nosotros. Por eso que la falsa y la verdadera violencia vienen juntas a abolir la libertad y los derechos humanos.” (Jeane J. Kirkpatrick, Statement to the 38th Session of The United Nations General Assembly, Press release USUN, 174-(83), 8.XII.1983, pág. 12).
Desconcierta que estos “charlatanes de la paz”, independientemente de su color político, sean los mismos que en los Casos Penta, SQM O Corpesca: acusan trato desigual, persecuciones políticas, piden que las instituciones funcionen y se amparan en el principio de presunción inocencia.
Es evidente la existencia de focos de violencia en La Araucanía, una violencia que condenamos totalmente, pero de ahí a acusar a un pueblo de utilizar el terrorismo como medio para satisfacer sus reivindicaciones o dar por supuesto una vinculación con una organización terrorista como las FARC por los meros dichos de un tercero, es una violación dolosa del principio de presunción de inocencia.
Los revolucionarios violentistas que desprecian la historia del pueblo mapuche y como simples cuatreros actúan en la impunidad de la noche, buscan que los “charlatanes de la paz” suspendan nuestros derechos, nos estigmaticen, polaricen la sociedad y de esta forma le den la justificación necesaria para hacer sus fechorías.
Mario Vargas Llosa, dice: “La violencia no resuelve los problemas sino que los agrava y que al final, por ese camino, se termina a veces sustituyendo las injusticias por otras que son peores”. (Recriminación a fantasmas del utopismo, en Jaime Antúnez, Crónica de las ideas, Andrés Bello, Santiago, 1988, pág. 18).
Y eso justamente es lo que han hecho sistemáticamente los gobiernos desde hace varias décadas, criminalizar múltiples focos de conflicto que con el tiempo no han logrado resolverse, por el contrario se están arraigando, intersectando y retroalimentando mutuamente.
En 1949 el Diputado Venancio Coñuepan decía: “…Cientos de años de mentiras y explotación estaban a la vista; tierras reducidas, miserias y pobrezas llevadas a la tragedia, vicios e inmoralidades intensificadas por los sedicentes civilizados, perdiendo así nuestras mejores virtudes raciales. Así, la raza advirtió que sólo le interesa su unidad, su sangre y que cualquiera que sea la voluntad que el Gobierno le tenga, ella seguirá su ruta trazada y que si debía caer derrotada se le encuentre en el campo de batalla. Tiene esa firme resolución porque tiene fe en su destino y porque algo en su fuero interno le dice que el día llegará cuando algunos hombres superiores dirijan esta nación, en que será comprendida y atendida con justicia… en medio de este triste avanzar en la vida, la historia nos consuela en aquella parte en que dice que cuando llegan al poder algunos hombres superiores y de nobles corazones, audaces y originales en sus procedimientos, entonces los pueblos autóctonos han sido comprendidos y se han roto la maraña de los intereses creados… Quisiera, señor, también, el destino de mi patria elevar al poder a algunos hombres superiores para que a su influjo los indios vivan y avancen confiados y alegres hacia el futuro”. (Cámara de Diputados, Sesión Ordinaria Nº 28, 3 de agosto de 1949.)
Los “charlatanes de la paz” sólo están preocupados de la siguiente elección; sólo un verdadero hombre superior, un estadista podrá liderar un proceso que desemboque en la paz.
No será un proceso fácil ni popular, implicará reconocer atrocidades, condenar con fuerza la violencia venga de donde venga y propiciar las condiciones para un diálogo fructífero y de buena fe, donde exista horizontalidad, reconocimiento de la otredad y libertad.
Venancio Coñuepan
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