En 1491 apareció en Roma un profeta harapiento que esgrimía una cruz de madera como posesión más valiosa. La muchedumbre abarrotaba las plazas para escucharle anunciar que el año siguiente sería de lágrimas y tribulaciones; y que después surgiría un «Pastor Angélico» que salvaría a la Iglesia apartándola del poder terrenal para obligarla a abrazar la fuerza de la oración.
La predicción no pudo ser más errónea. En 1492 se celebró un cónclave, pero se eligió a uno de los papas más corruptos de los que hayan desprestigiado la Santa Sede...