Están pujando fuerzas de comunidades mapuche que sienten que por años de reuniones y diálogos fallidos han logrado tan poco, que llegan a la conclusión que por ese camino no van a lograr casi nada.
Ante esa desazón, algunos construyen otra vía que hay que decirlo con todas sus letras, es aquella de la rebelión. Ése es el escenario actual. El que no se quiera asumir con estos términos, que pueden parecer crudos, sólo va a posponer la posibilidad de una solución política, e incluso pueden terminar cerrando el espacio.Es evidente que el Estado chileno tiene una deuda gigantesca con sus pueblos originarios. Sin embargo, al mismo tiempo, no pueden construir soluciones que generen situaciones de injusticia, las que tarde o temprano crearán nuevos problemas.
Uno se pregunta, por ejemplo, cuántas veces los dirigentes mapuche han pedido ser recibidos por la autoridad y les han cerrado la puerta en las narices.