Comerciantes, estancieros, concejales y funcionarios de la lujosa Villa Pehuenia (a 350 km de Neuquén capital), pretendieron nuevamente apropiarse de tierras de la comunidad Mapuche Placido Puel en un hecho de clásico racismo argentino donde el himno nacional se exclama como un acto de patriotismo cargado de un exacerbado desprecio hacia los pobladores originarios.

“En éstas tierras nací. Cuando yo tenía 5 años todas éstas cabañas y hoteles no estaban. Nosotros subíamos al carro y salíamos a buscar los animalitos, ni cables ni antenas ni nada había, nosotros nomas vivíamos. Mis abuelos tenían su casa allá, donde está aquella calle ahora”, relata el inan logko Raúl Puel, poblador originario que con sus 38 años sufrió un nuevo embate del racismo empresarial de la villa el pasado jueves 12 de enero.

Un grupo de más de cien personas integrado por empresarios de la Cámara de Comercio, concejales, estancieros y funcionarios municipales ingresaron a territorio del lof Placido Puel en las costas del lago Alumine. Con la consigna “playa para todos los argentinos”, banderas argentinas y desparramando insultos racistas, los intrusos golpearon a mujeres y hombres Mapuche que se encontraban en el lugar.

Todo comenzó un par de días antes, cuando el municipio, a fuerza de topadoras, comenzó a arrancar especies nativas para utilizar el lugar con mayor amplitud. El detalle es que esa costa es parte del territorio comunitario y el Lof Placido Puel, no quiere en esta etapa abrir ese extremo del territorio al turismo. Las familias Mapuche impidieron el trabajo de las maquinas e instalaron un alambrado precario para resguardar su territorio.

Y es que el maravilloso territorio cordillerano de la comunidad Mapuche Placido Puel continúa siendo víctima del abuso y oportunismo. Las familias de estancieros y empresarios se han enriquecido con el sufrimiento de los Placido Puel con la complicidad de jueces, diputados y funcionarios provinciales. Y con el aparato político del partido gobernante Movimiento Popular Neuquino (MPN), las familias acaudaladas han obtenido el aval para convertir las tierras comunitarias mapuche en la ostentosa municipalidad de Villa Pehuenia de manera absolutamente irregular en el año 2005.

“La mayoría de estas personas que nos golpearon ni siquiera viven acá, son de afuera, casi todos de Buenos Aires”, afirma el inan logko Raúl Puel.

Desde hace tres décadas, cual “pancho por su casa”, empresarios de distintos lugares comenzaron a usurpar cada fracción de territorio mapuce que quisieron sin ninguna consulta a los pobladores ancestrales. No conforme con alambrar sin autorización, talar árboles, contaminar la tierra, los intrusos han tratado a mujeres y hombres Mapuche como animales acusándolos de extranjeros. En los últimos años, conocidas y renombradas familias locales del turismo como las Garro y Calegari, adjudicándose títulos de propiedad de las tierras, han mandado a incendiar casas y galpones, matado animales y amenazan y golpean a mujeres y hombres de las comunidades Mapuche.

A finales del siglo XIX, los Mapuche eran considerados como seres inferiores a la cristiana sociedad argentina. En la actualidad, Villa Pehuenia observa a los ancestrales pobladores como seres despreciables que amenazan el progreso de la civilización por el solo hecho de defender la tierra que les dio vida.

“Me tiraron al piso y me daban patadas, piñas. Hija de puta, india de mierda, ¿por qué no queres progreso?, me gritaban”, así cuenta Alejandra Puel, una joven madre Mapuche que nació en sus tierras antes que fueran convertidas en el municipio de Villa Pehuenia y que sin piedad fue maltratada por quienes se apropiaron de su territorio.

“Sean eternos los laureles que supimos conseguir” dice una estrofa del himno argentino que el grupo de pudientes violentos cantaba irónicamente en la cara a las familias del Lof Placido Puel como símbolo de victoria nazi-onal. Ese mismo nacionalismo es el que describe en una carta el coronel Conrado Villegas al general Julio A. Roca en las últimas etapas del genocidio al Pueblo Mapuche en el siglo XIX: “una vez reducido el grupo de salvajes, ordené al oficial quemar los ranchos y levantar nuestra insignia patria para demostrar que esas tierras antes ocupadas con los indios, ahora corresponden a suelo argentino”.

Quien encabezó el grupo de pulcros violentos fue nada y nada menos que el ex intendente y condenado judicialmente por malversación de fondos públicos, Mauro Del Castillo. Este funcionario público del MPN fue uno de los autores del robo de tierras a las comunidades mapuche para establecer la villa y luego que la Justicia determine su destitución del municipio por la participación en hechos de corrupción, hoy dedica su tiempo a encabezar grupos de choque. Y es que la especulación inmobiliaria estableció que cada centímetro de Villa Pehuenia vale una fortuna, por lo tanto, es demasiado el interés de los piratas por el tesoro.

Oíd mortales

“Queremos utilizar éste lugar como espacio verde para todos” exigían a los Mapuche los “vecinos” de Pehuenia. Da la casualidad que los mismos indignados que reclamaban son los que han alambrado gran parte de las tierras, playas y costas y transformado los espacios verdes en camping privados a los que solo se accede pagando en dólares.

Sandro Badilla es el intendente a cargo que reemplazo al condenado Mauro Del Castillo desde el mes de diciembre. “Acá no hay nada que negociar, este es un espacio público” se lo escucho al nuevo intendente tomando postura por el grupo violento. Quizás sabiendo de su pasado, se puede entender su presente. Y es que Badilla fue secretario de gobierno en la gestión de Del Castillo y a pocos días del año nuevo, ya en su embestidura de intendente, envió maquinas topadoras a las tierras en cuestión para arrasar con todo a su paso como una antesala a lo que sucedería el jueves 12.

“El 4 de enero sacaron plantas medicinales que tardan muchos años en crecer y la municipalidad con una maquina arraso con todas estas plantitas. No solo hace un desastre ecológico, sino que nos afecta en nuestra cultura porque esa medicina ahora no la tenemos”, sostiene Raúl Puel.

Cuando la actitud del centenar de violentos anunciaba con un final impredecible, el comisario local ofreció una tregua de 10 días, mediante un acta, donde se acuerda entre las partes que nadie puede ingresar a dicho lugar y será resguardado por la seguridad pública.

“Este abuso de poder de parte del intendente Badilla junto a las empresas de turismo demuestra que el intento de explotar los recursos turísticos del territorio comunitario, recién empieza” afirmo el Ñizol Logko Elias Maripan, presidente de la Confederación Mapuche. Tras visitar el lugar, escuchó los testimonios y constató los cuerpos apaleados de las mujeres. “Debemos organizarnos para los tiempos duros que vienen, donde la Justicia deberá decidir si sigue amparando a éstos violentos funcionarios abusadores o aplica las leyes que resguardan nuestros derechos.”

Hoy que gran parte de la sociedad argentina se encuentra de vacaciones, “oíd mortales” que el grito de libertad que escuchen será Mapuche. Porque las comunidades originarias permanecen de pie como el milenario Pewen. Y serenas pero despiertas como los lagos que los refrescan. Porque cuando luchan por sus tierras, no hay hombre ni alambre que los domine.

Por Kvrvf Nawel