La Declaración consta de 46 artículos y establece parámetros mínimos de respeto a los derechos de los pueblos indígenas, que incluyen propiedad de la tierra, acceso a los recursos naturales de los territorios donde se asientan, respeto y preservación de sus tradiciones y el derecho a la autodeterminación y el autogobierno.
Hoy 13 de septiembre de 2011 se cumplió el cuarto aniversario de la Declaración Universal de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada en 2007 en la Asamblea General de la ONU en Nueva York. En dicha jornada 144 Estados votaron a favor de este instrumento internacional, incluyendo el voto de Chile, que en Naciones Unidas valoró los avances internacionales en materia de reconocimiento a los derechos indígenas.La Declaración fue fruto de un largo proceso de dos décadas de negociaciones entre los Estados y representantes de la diplomacia indígena mundial. En los años 70, la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de las Minorías de las Naciones Unidas encargó al Relator Especial Martínez Cobo un estudio sobre el Problema de la Discriminación contra las Poblaciones Indígenas. Este importante estudio sentó elementos preliminares para la Declaración al describir las inequidades estructurales que han enfrentado y que siguen enfrentando los pueblos indígenas a nivel internacional.
Una de las recomendaciones de Martínez Cobo fue la creación del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas que tuvo su primera sesión el 9 de agosto 1982. Uno de las labores de este Grupo de Trabajo, más allá del intercambio de experiencias y fortalecimiento de las organizaciones indígenas, fue de proponer nuevos instrumentos internacionales para la promoción y protección de los derechos de los pueblos indígenas. Durante los 80, el Grupo de Trabajo elaboró un Proyecto de Declaración como parte de su mandato y lo finalizó en 1993.
En 1995 la ONU decidió crear un Grupo de Trabajo para desarrollar este Proyecto de Declaración. Tras largas negociaciones entre organizaciones indígenas, agencias de las Naciones Unidas, expertos, ONGs y Estados, el 29 de junio de 2006 el recién creado Consejo de Derechos Humanos aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Siendo sometida a votación y aprobada en la Asamblea General de la ONU el 13 de septiembre 2007. El texto fue adoptado con 143 votos a favor, 4 en contra –Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia – y 11 abstenciones.
La Declaración consta de 46 artículos y establece parámetros mínimos de respeto a los derechos de los pueblos indígenas, que incluyen propiedad de la tierra, acceso a los recursos naturales de los territorios donde se asientan, respeto y preservación de sus tradiciones y autodeterminación. El documento también reconoce derechos individuales, y colectivos relativos a la educación, la salud y el empleo.
Uno de los puntos más importantes del texto es el referente al apego de los indígenas a la tierra. Varios artículos mencionan su derecho a poseerlas, utilizarlas y desarrollarlas. En este sentido, dispone que los Estados aseguren el reconocimiento y la protección jurídica de esas tierras, territorios y recursos y que no procedan a ningún traslado "sin el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas interesados, ni sin un acuerdo previo sobre una indemnización justa y equitativa".
El texto también hace hincapié en la importancia de la educación bilingüe y alude a la implementación de medidas especiales para asegurar el mejoramiento continuo de las condiciones económicas y sociales de los ancianos, mujeres y menores, en particular. La Declaración no es jurídicamente vinculante, pero representa un instrumento dinámico en las normas internacionales, que ayudaría a proteger a los indígenas contra la discriminación y marginación. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, acogió en su momento con beneplácito la adopción de la Declaración, a la que se refirió como un triunfo para todos los pueblos indígenas del mundo.
El personero afirmó que se trató de un momento histórico “en el que los Estados Miembros de la ONU y los pueblos indígenas se han reconciliado con sus dolorosas historias y han demostrado su disposición de avanzar juntos por el camino de los derechos humanos, la justicia y el desarrollo para todos”. En su cuarto aniversario, el titular de Naciones Unidas urgió a los gobiernos y la sociedad civil a integrar de inmediato a sus agendas de derechos humanos y desarrollo los asuntos relacionados con las garantías de los indígenas. Asimismo, los instó a elaborar políticas y programas a todos los niveles para garantizar que la Declaración se convierta en una realidad.