La única forma posible de comenzar un discurso de este tipo es afirmar que detesto escribir. El proceso en sí mismo representa el concepto europeo de pensamiento "legítimo". Lo que está escrito tiene una importancia que se le niega a lo hablado. Mi cultura, la cultura Lakota, cuenta con una tradición oral, por lo que normalmente rechazo imposición de una abstracción sobre la relación oral de un pueblo.la escritura. Es uno de los caminos del mundo blanco para la destrucción de las culturas de los pueblos no europeos, la
Así que lo que se lee aquí no es lo que yo he escrito. Es lo que yo he dicho y que alguien se ha preocupado de escribir. Voy a permitirlo porque parece que la única manera de comunicarse con el mundo blanco es a través de las hojas muertas y secas de un libro. En realidad, no me importa si mis palabras llegan a los blancos o no. Ellos ya han demostrado, a través de su historia, que no pueden ni oír, ni ver, que sólo pueden leer (por supuesto, hay excepciones, pero las excepciones sólo confirman la regla). Estoy más preocupado por el pueblo indio americano, los estudiantes y otros que han comenzado a ser absorbidos por el mundo de los blancos a través de las universidades y otras instituciones. Pero aún así, es una especie de preocupación marginal.Es posible crecer dentro de una cara roja con una mente blanca, y si esa es la elección personal de una persona, que así sea, pero yo no soy útil para ellos. Esto es parte del proceso de genocidio cultural que se libra por los europeos contra los pueblos indios americanos hasta el día de hoy. Mi preocupación está con los indios americanos que eligen resistir a este genocidio, pero que pueden estar confundidos en cuanto a la forma de proceder.
Notarán que uso el término indio/indiano americano (1) en lugar de nativos americanos o indígenas o amerindios cuando me refiero a mi pueblo. Ha habido cierta controversia sobre tales términos, y, francamente, este punto, lo encuentro absurdo. Sobre todo parece que el término Indio o Indiano Americano está siendo rechazado por su origen europeo — lo cual es cierto, pero todos los términos arriba mencionados son de origen europeo. La única manera de hablar no-europeamente sería hablar de Lakotas, de Oglala, de Brule, de Dineh, de Miccousukee, y de todos los cientos de nombres correctos de las tribus y pueblos originarios. También hay una cierta confusión acerca de la palabra indio, pues existe la creencia errónea de que hace referencia al país India. Pero cuando Colón llegó a las playas del Caribe no estaba buscando un país llamado India. Los europeos llamaban a ese país Hindustan en 1492, búsquenlo en los mapas antiguos. Colón llamó a los indígenas que encontró “Indio”, inspirándose en la expresión de las lenguas itálicas ‘in Dio’, que significa ‘en Dios’.
Se necesita un gran esfuerzo por parte de un indio americano para no ser europeizado. La fuerza para este esfuerzo sólo puede venir de la tradición, de sus formas y caminos, de los valores tradicionales que conservan nuestros mayores. Debe venir de las cuatro direcciones, de las relaciones: no puede venir de las páginas de un libro o de un millar de libros. Ningún europeo podrá jamás enseñar a un Lakota a ser un Lakota o a un Hopi a ser un Hopi. Un master en “Estudios Indios” o en “Educación” o en cualquier otra materia no puede convertir a una persona en un ser humano o proporcionar los conocimientos de las formas tradicionales. Sólo puede hacerte un europeo mental, una mente europea, un extraño.
Debería ser claro acerca de un punto, porque parece que hay cierta confusión al respecto: cuando hablo de los europeos o europeos mentales, no estoy haciendo falsas distinciones. No estoy diciendo que por un lado existan los subproductos de unos pocos miles de años de un desarrollo intelectual europeo genocida y reaccionario, que es malo, y por otra parte que exista un nuevo desarrollo intelectual revolucionario que es bueno: me refiero a las así llamadas teorías del marxismo, del anarquismo y del “izquierdismo” en general. No creo que estas teorías puedan ser separadas del resto de la tradición intelectual europea. En realidad son la misma vieja canción.
Es un proceso que comenzó mucho antes. Newton, por ejemplo, “revolucionó” la física y las llamadas ciencias naturales mediante la reducción del universo físico a una ecuación matemática lineal. Descartes hizo lo mismo con la cultura. John Locke lo hizo con la política y Adam Smith con la economía. Cada uno de estos “pensadores” tomó un trozo de la espiritualidad de la existencia humana y la convirtió en un código, en una abstracción. Continuaron donde terminaba el cristianismo. Ellos “secularizaron” la religión cristiana, como les gusta decir a los “eruditos”, y con esta transformación han hecho una Europa más capaz y más dispuesta a actuar como una cultura expansionista. Cada una de estas revoluciones intelectuales sirvió para abstraer la mentalidad europea aún más, para eliminar la maravillosa complejidad y la espiritualidad del universo y reemplazarlas con una secuencia lógica: uno, dos, tres. Respuesta!
Esto es lo que ha venido a llamarse “eficiencia” en la mente europea. Todo lo que es mecánico es perfecto, todo lo que parece funcionar en el momento —es decir, lo que prueba que el modelo mecánico es correcto— se considera justo, incluso cuando es claramente falso. Este es el porqué la “verdad” cambia tan rápido en la mente europea. Las respuestas que resultan de dicho proceso son sólo paliativos, sólo temporales y deben ser desechadas de forma continua en favor de paliativos nuevos que soportan los modelos mecánicos y los mantienen con vida.
Hegel y Marx eran herederos del pensamiento de Newton, Descartes, Locke y Smith. Hegel termina el proceso de secularización de la teología —y la reescribe en sus propios términos— secularizando el pensamiento religioso a través del cual Europa entiende el universo. Luego Marx pone la filosofía de Hegel en términos de “materialismo”, lo que quiere decir que Marx termina de desespiritualizar la obra de Hegel por completo. Una vez más, en los propios términos de Marx. Y esto ahora se ve como el futuro potencial revolucionario de Europa. Los europeos pueden ver esto como revolucionario, pero los indios americanos lo vemos simplemente como el mismo viejo conflicto europeo entre el ser y el tener. Las raíces intelectuales de una nueva forma marxista del imperialismo europeo descansan en Marx —y en sus seguidores— vinculadas a la tradición intelectual de Newton, Hegel y demás.
Ser es una proposición espiritual. Tener es un acto material. Tradicionalmente los indios americanos siempre han tratado de ser las mejores personas posibles. Parte de ese proceso espiritual ha sido y es donar la riqueza, desprenderse de ella con el fin de no tener. La posesión material es un indicador de un estatus falso entre los pueblos originarios, pero para los europeos es “la prueba de que el sistema funciona”. Está claro que aquí hay dos puntos de vista totalmente opuestos y el marxismo está al otro lado, muy lejos del punto de vista de los indios americanos. Pero echemos un vistazo a una de las principales consecuencias de esto, no es tan solo un debate intelectual.
La tradición materialista europea de desespiritualización del universo es muy similar al proceso mental de deshumanizar a otra persona. ¿Y quiénes son los mayores expertos en deshumanizar a otras personas? ¿Y por qué? Los soldados que han visto un montón de combates aprenden a hacer esto con el enemigo antes de regresar a combatir. Los asesinos lo hacen antes de salir a cometer un crimen. Los guardias nazis de las SS lo hicieron con los internos de los campos de concentración. Los policías lo hacen. Los líderes de las corporaciones lo hacen con los trabajadores que envían a las minas de uranio y a las acerías. Los políticos lo hacen con todo el mundo. Y todas esas categorías deshumanizantes tienen en común que ese proceso (deshumanizante) hace que sea aceptable el matar o destruir a otras personas. Uno de los mandamientos cristianos dice: “No matarás”, por lo menos no a otros seres humanos, así que el truco está en deshumanizar mentalmente a las víctimas. Entonces, pueden proclamar la violación de su mandamiento como una virtud.
En cuanto a la desespiritualización del universo, el proceso mental hace que destruir el planeta se transforme en algo virtuoso. Términos como progreso y desarrollo se utilizan como eufemismos de la misma forma en que términos como victoria y libertad son usados como pretexto para justificar la carnicería en el proceso de deshumanización. Por ejemplo, un especulador de suelo puede hacer referencia al “desarrollo” de una parcela de tierra con la apertura de una cantera de grava, el desarrollo significa aquí la destrucción permanente y total de la tierra. Pero la lógica europea ha ganado unas cuantas toneladas de grava con la que más tierras se “desarrollan” a través de la construcción de carreteras… En última instancia, todo el universo está abierto —desde el punto de vista europeo— a este tipo de demencia.
Lo más importante aquí, tal vez, es el hecho de que los europeos no sienten ninguna sensación de pérdida en todo esto. Después de todo, sus filósofos han desespiritualizado la realidad, así que para ellos no hay satisfacción en la simple observación de la maravilla de una montaña o de un lago o de un pueblo simplemente siendo. No, la satisfacción se mide en términos de ganancia material. Así que la montaña se convierte en grava y el lago se convierte en líquido refrigerante de una fábrica y a la gente se la agrupa para procesarla a través de los molinos de adoctrinamiento que a los europeos les gusta llamar escuelas.
Pero con cada nueva pieza de ese “progreso” sube la apuesta en el mundo real. Tomemos como ejemplo el combustible para las máquinas industriales. Hace poco más de dos siglos casi todo el mundo utilizaba la madera – un elemento natural, renovable – como combustible para las necesidades humanas de cocinar y mantener el calor. Y, entonces, llegó la Revolución Industrial y el carbón se convirtió en el combustible dominante, mientras la producción se volvía el imperativo social para Europa. La contaminación comenzó a convertirse en un problema en las ciudades y la tierra empezó a ser desgarrada para proporcionar el carbón, mientras que la madera siempre se había acumulado o cultivado sin un gran costo para el medio ambiente. Más tarde, el petróleo se convirtió en el principal combustible, al perfeccionarse la tecnología de la producción a través de una serie de “revoluciones científicas”. La contaminación aumentó dramáticamente y nadie sabe cuales serán los costos ambientales de bombear todo ese petróleo del suelo en el largo plazo. Ahora hay una “crisis energética” y el uranio se está convirtiendo en el combustible dominante.
De los capitalistas, al menos, podemos confiar que desarrollarán el uranio como combustible sólo a la velocidad que pueda generar una buena ganancia. Esa es su ética, y tal vez nos permita ganar algo de tiempo. Los marxistas, por el contrario, desarrollarán el uso del uranio lo más rápidamente posible, simplemente porque es la forma de producción de combustible disponible más “eficiente”. Esa es su ética; y no veo cual es preferible. Como he dicho, el marxismo está justo en medio de la tradición europea. Es la misma vieja canción.
Existe una regla de oro que podemos aplicar aquí. No se puede juzgar la verdadera naturaleza de una doctrina revolucionaria europea sobre la base de los cambios que propone introducir en la estructura de poder y en las sociedades europeas. Sólo se puede juzgar por los efectos que tendrá sobre los pueblos no europeos. Esto se debe a que todas las revoluciones en la historia europea han servido para reforzar las tendencias y capacidades de Europa para exportar la destrucción a otros pueblos, a otras culturas y al medio ambiente.
Desafío a cualquiera a indicar un ejemplo en el que esto no sea cierto.
Así que ahora a nosotros, como pueblos indios de América, se nos pide creer que una “nueva” doctrina revolucionaria europea, tal como el marxismo, revertirá los efectos negativos de la historia europea sobre nosotros. Las relaciones de poder europeos se reajustarán una vez más, y se supone que ese reajuste debería traer mejoras para todos nosotros. Pero, ¿qué significa esto en realidad?
En este momento, los que vivimos en la reserva Pine Ridge estamos viviendo en lo que la sociedad blanca ha designado como “Área Nacional de Sacrificio”. Lo que esto significa es que tenemos una gran cantidad de depósitos de uranio aquí y la cultura blanca (no nosotros) necesita este uranio como material de producción de energía. La forma más barata y más eficiente de la industria para extraer y hacer frente al procesado de este uranio es botar los residuos de los subproductos aquí mismo, en los sitios de excavación. Aquí mismo, en donde vivimos. Estos residuos son radiactivos y harán toda la región inhabitable para siempre. Y esto es considerado por la industria, y por la sociedad blanca que creó esta industria, un precio ”aceptable” que hay que pagar por el desarrollo de recursos energéticos.
Paralelamente, también planean drenar la capa freática en esta parte de Dakota del Sur, como parte del proceso industrial, por lo que la región se volverá doblemente inhabitable. Lo mismo está sucediendo en la tierra de los Navajo, de los Hopi, en la tierra del norte de los Cheyenne, de los Crow y en otros lugares. El treinta por ciento del carbón en el oeste y la mitad de los depósitos de uranio en los Estados Unidos se encuentran bajo las tierras de las Reservas, así que no hay manera de que este pueda ser considerado un tema menor.
Nos oponemos a ser convertidos en un Area de Sacrificio Nacional. Nos oponemos a ser convertidos en un pueblo nacional sacrificado. Los costes de este proceso industrial no son aceptables para nosotros. Excavar el uranio aquí y drenar la capa freática es un genocidio —ni más, ni menos.
Ahora vamos a suponer que en nuestra lucha de resistencia contra el exterminio comenzamos a buscar aliados (los tenemos). Vamos a suponer incluso que creemos a las palabras revolucionarias marxistas; que proponen nada menos que la completa destrucción del orden capitalista europeo que amenaza de esta forma nuestra propia existencia. Podría parecer una alianza natural para los pueblos indios. Después de todo, dicen los marxistas, son los capitalistas los que nos han definido como sacrificios nacionales. Esto es cierto, hasta aquí.
Pero, como he tratado de evidenciar, esta “verdad” es muy engañosa. El marxismo revolucionario está comprometido con la perpetuación y el perfeccionamiento del proceso industrial que nos está destruyendo a todos. Tan solo ofrece redistribuir los resultados de este proceso —el dinero quizás— a un sector más amplio de la sociedad. Ofrece quitar la riqueza a los capitalistas y repartirla, pero para poder hacerlo, el marxismo ha de continuar con el sistema industrial. De nuevo, las relaciones de poder dentro de la sociedad europea tendrán que ser alteradas, pero, una vez más, se mantendrán los mismos efectos sobre los indios americanos y los no europeos.
Es lo mismo que cuando el poder fue redistribuido y pasó de la Iglesia a los negocios privados durante las así llamadas revoluciones burguesas. La sociedad europea cambió un poco, al menos superficialmente, pero su actitud hacia los no europeos continuó como antes. Pueden ver lo que la Revolución Americana de 1776 hizo a los indios americanos. Es la misma vieja canción.
El marxismo revolucionario, al igual que la sociedad industrial en otras formas, busca “racionalizar” a todas las personas en función de la industria —máxima de la industria, máxima de la producción. Es una doctrina que desprecia la tradición espiritual india americana, nuestra cultura, nuestras formas de vida. El propio Marx nos llamó “precapitalistas” y “primitivos”. Precapitalista significa simplemente que, en su opinión, descubriríamos el capitalismo y nos convertiríamos en capitalistas con el tiempo. En términos marxistas siempre hemos estado económicamente retrasados.
La única manera en la que todos los indios americanos podrían participar en una revolución marxista sería uniéndose al sistema industrial para convertirse en trabajadores de fábricas o en “proletarios”, como los llamó Marx. El hombre era muy claro sobre el hecho de que su revolución sólo podría ocurrir a través de la lucha del proletariado y sobre el hecho de que la existencia de un sistema industrial masivo es una condición necesaria previa para el éxito de una sociedad marxista.
Creo que hay un problema de lenguaje. Cristianos, capitalistas, marxistas. Todos ellos son revolucionarios en su propia mente, pero ninguno de ellos quiere realmente la revolución. Lo que realmente quieren es la continuidad. Hacen lo que hacen de forma que la cultura europea pueda continuar existiendo y pueda desarrollarse de acuerdo con sus necesidades.
Así que para que podamos realmente unir nuestras fuerzas con el marxismo, nosotros, lo indios americanos, deberíamos aceptar el sacrificio nacional de nuestra tierra y deberíamos cometer un suicidio cultural y convertirnos en gente industrializada y europeizada.
Llegado a este punto, tengo que parar y preguntarme si estoy siendo demasiado duro. El marxismo tiene algo de historia. ¿Esa historia confirma mis observaciones? Miro el proceso de industrialización de la Unión Soviética desde 1920 y veo que los marxistas han hecho lo que costo a la revolución industrial inglesa 300 años; pero los marxistas lo hicieron en 60 años. Veo que el territorio de la URSS solía contener varios pueblos indígenas que han sido aplastados para dar paso a las fábricas. Los soviéticos se refieren a esto como a “la cuestión nacional”, la cuestión era si los pueblos indígenas tenían derecho o no a existir como pueblos, y se decidió que eran un sacrificio aceptable frente a las necesidades industriales. Miro a China y veo lo mismo. Miro a Vietnam y veo marxistas imponer un orden industrial y erradicar a las tribus indígenas de las montañas.
He escuchado científicos soviéticos decir que cuando el uranio se acabe se encontrarán alternativas. Veo a los vietnamitas apoderarse de una central nuclear abandonada por el ejercito estadounidense. ¿La han desmantelado y destruido? No, la están usando. Veo a China detonando bombas nucleares, desarrollando reactores de uranio y preparando un programa espacial para colonizar y explotar los planetas de la misma forma que los europeos colonizaron y explotaron este hemisferio. Es la misma vieja canción, pero quizás con tiempos más rápidos esta vez.
La declaración de los científicos soviéticos es muy interesante. ¿Saben cuál será la fuente de energía alternativa? No, simplemente tienen fe. La ciencia encontrará una solución. Oigo a los revolucionarios marxistas diciendo que la destrucción del medio ambiente, la contaminación y la radiación estarán bajo control. Y veo sus actos. ¿Saben como controlarán esas cosas? No, simplemente tienen fe. La ciencia encontrará una solución. La industrialización está bien y es necesaria. ¿Cómo lo saben? Tienen fe. La ciencia se ha convertido en la nueva religión para ambos, capitalistas y marxistas. Son realmente inseparables, son parte integrante de la misma cultura. Así, tanto en la teoría como en la práctica, el marxismo pide a los pueblos no europeos que abandonen completamente sus valores, sus tradiciones y su existencia cultural. Nos convertiremos en industrializados adictos a la ciencia dentro de una sociedad marxista.
No creo que sea el capitalismo per se el responsable de la situación en la cual los indios americanos han sido declarados sacrificio nacional. No, es la tradición europea. La propia cultura europea es la responsable. El marxismo es simplemente la última continuación de esa tradición, no la solución a ella. Aliarnos con el marxismo es aliarnos con las mismas fuerzas que han declarado que somos un “coste aceptable.
Pero hay otro camino. Está el camino tradicional de los Lakota y los caminos de los pueblos indios americanos. Es el camino que sabe que los humanos no tienen derecho a degradar a la madre tierra, que sabe que hay fuerzas más allá de lo que las mentes europeas han concebido, que sabe que los humanos debemos estar en armonía con todas las cosas o dichas cosas terminarán eliminando la desarmonía.
El desequilibrado énfasis en los seres humanos por parte de seres humanos —la arrogancia europea de actuar como si estuvieran por encima de la naturaleza de las cosas— puede solo crear una total desarmonía y provocar un reajuste que reduzca la arrogancia del ser humano y le haga probar la realidad que está más allá de su alcance o control y restaure la armonía. No hay necesidad de ninguna teoría revolucionaria para esto, está más allá del control humano. Los pueblos naturales de este planeta lo saben y no necesitan teorizar sobre ello. La teoría es una abstracción, nuestro conocimiento es real.
Reducida a sus términos más básicos, la fe europea —incluyendo la nueva fe en la ciencia— significa creer que el hombre es Dios. Europa siempre ha buscado un Mesías, da igual si el hombre es llamado Jesucristo o Karl Marx o Albert Einstein. Los indios americanos saben que esto es totalmente absurdo. Los humanos son los más débiles de todas las criaturas, tan débiles que otras criaturas están dispuestas a dar su carne para que podamos vivir. Los humanos son capaces de sobrevivir solo a través del ejercicio de su racionalidad porque carecen de las habilidades de otras criaturas que para alimentarse usan sus colmillos y sus garras.
Pero la racionalidad es una maldición porque puede hacer que los humanos olviden el orden de las cosas en maneras que otras criaturas no pueden hacerlo. Un lobo nunca olvida su lugar en el orden natural. Los indios americanos pueden. Los europeos casi siempre lo hacen. Nosotros damos las gracias al ciervo, a nuestros antepasados, por permitirnos de usar su carne para alimentarnos. Los europeos simplemente toman la carne, dándola por sentado, y consideran al ciervo un ser inferior. Después de todo, los europeos se consideran dioses en su racionalismo y en su ciencia. Dios es el ser supremo, todo lo demás debe ser inferior.
Toda la tradición europea, incluido el marxismo, ha conspirado para desafiar el orden natural de las cosas. La Madre Tierra ha sido víctima de abuso, los poderes han sido abusados y esto no puede continuar para siempre. Ninguna teoría puede alterar esta simple verdad. La Madre Tierra tomará represalias, todo el medio ambiente tomará represalias y los abusadores serán eliminados. Los hechos completarán el círculo para regresar al punto de partida. Eso es la revolución. Y esta es una profecía de mi pueblo, de la gente Hopi y de otros pueblos de gente correcta.
Los indios americanos han estado tratando de explicar esto a los europeos durante siglos. Pero, como dije al principio, los europeos han demostrado ser incapaces de oír. El orden natural ganará y los delincuentes se extinguirán, de la misma manera en que los ciervos mueren cuando ofenden a la armonía por sobrepoblar una región determinada.
Es sólo una cuestión de tiempo hasta que aquello que los europeos llaman “una catástrofe de proporciones mundiales” se produzca. Y es el rol de los pueblos indios americanos, la tarea de todos los seres naturales, sobrevivir. Una parte de nuestra supervivencia es resistir. Resistimos no para derrocar a un gobierno o para tomar el poder político, sino porque es natural resistir al exterminio y sobrevivir.
No queremos el poder sobre las instituciones blancas, queremos que las instituciones blancas desaparezcan. Eso es la revolución.
Los indios americanos todavía están en contacto con esas realidades —las profecías, las tradiciones de nuestros antepasados. Aprendemos de los ancianos, de la naturaleza, de los poderes. Y cuando el desastre haya terminado, nosotros los pueblos indios americanos todavía estaremos aquí para habitar este hemisferio. No me importa si son tan sólo un puñado en las alturas de los Andes. Los indios americanos sobrevivirán y la armonía será restablecida. Eso es la revolución.
Llegado a este punto, tal vez debería ser muy claro acerca de otra cuestión, aunque ya debería estar claro como resultado de lo que he dicho. Pero la confusión se expande con facilidad en estos días, así que quiero recalcar esta cuestión. Cuando uso el término europeo, no me estoy refiriendo a un color de piel o a una estructura genética particular. A lo que me refiero es a una forma de pensar, a una visión del mundo que es el producto del desarrollo de la cultura europea. Las personas no están codificadas genéticamente para sostener este punto de vista, son aculturadas, indoctrinadas para interiorizarlo. Lo mismo es cierto para los indios americanos y para los miembros de cualquier cultura.
Es posible que un indio americano comparta los valores europeos, la visión del mundo europeo. Tenemos un nombre para esa gente, los llamamos “manzanas” —de color rojo en la parte externa (la genética) y blanco en el interior (sus valores). Otros grupos tienen términos similares: los negros tienen las galletas “oreos”, los hispanos tienen “cocos” y así sucesivamente. Y, como he dicho antes, hay excepciones a la norma blanca: gentes que son blancas por fuera pero no por dentro. No estoy seguro que termino deberíamos emplear para ellos a parte de ”seres humanos”.
Lo que estoy exponiendo aquí no es una proposición racial sino un proposición cultural. Aquellos que en última instancia abogan y defienden la realidad de la cultura europea y su industrialización son mis enemigos. Aquellos que resisten, que luchan contra ella, son mis aliados, los aliados de los indios americanos. Y no me importa cual es el color de piel. Caucásico es el término blanco para la raza blanca: europeo es una perspectiva, una visión cultural a la que me opongo.
Los comunistas vietnamitas no son exactamente lo que podríamos considerar genéticamente de raza blanca, pero ahora actúan con una mentalidad europea. Lo mismo es cierto para los comunistas chinos, para los capitalistas japoneses o los Bantu católicos o para Peter “MacDollar” abajo en la reserva Navajo o para Dickie Wilson aquí en Pine Ridge. No hay racismo involucrado en esto, sólo un reconocimiento de la mente y el espíritu que conforman la cultura.
En términos marxistas supongo que soy un “nacionalista cultural”. Trabajo primero con mi gente, la gente tradicional Lakota, porque tenemos una visión del mundo común y compartimos una lucha inmediata. Más allá de esto, trabajo con otros pueblos indios tradicionales americanos, una vez más debido a que tenemos una cierta similitud en nuestra cosmovisión y en nuestra forma de lucha. Luego, trabajo con cualquiera que haya experimentado la opresión colonial de Europa y resiste a su totalitarismo cultural e industrial. Obviamente, esto incluye a caucásicos genéticos que tienen que luchar para resistir a las normas dominantes de la cultura europea. Los irlandeses y los vascos me vienen inmediatamente a la mente, pero hay muchos otros.
Principalmente trabajo con mi propia gente, con mi propia comunidad. Otras personas que mantienen perspectivas no europeas deberían hacer lo mismo. Creo en el lema, “Confía en la visión de tu hermano”, aunque me gustaría añadir también a las hermanas. Confío en la comunidad y en la visión cultural de base de todas las razas que naturalmente resisten la industrialización y la extinción humana. Es evidente que individuos blancos pueden participar en esto siempre que hayan alcanzado la conciencia de que la continuación del imperativo industrial de Europa no es una visión, sino el suicidio de las especies vivientes.
Blanco es uno de los colores sagrados del pueblo Lakota – rojo, amarillo, blanco y negro. Las cuatro direcciones. Las cuatro estaciones del año. Las cuatro etapas de la vida y el envejecimiento. Las cuatro razas de la humanidad. Mezcla rojo, amarillo, blanco y negro y consigues el marrón, el color de la quinta raza. Se trata de un orden natural de las cosas. Por lo tanto, me parece natural trabajar con todas las razas, cada una con su propio significado especial, su identidad y su mensaje.
Pero hay un comportamiento peculiar en la mayoría de los caucásicos. Tan pronto como comienzo a ser crítico con Europa y su impacto sobre otras culturas, se ponen a la defensiva. Comienzan a defenderse a ellos mismos. Pero yo no estoy atacándoles personalmente, estoy atacando a Europa. Al personalizar mis observaciones sobre Europa en ellos mismos, están personalizando la cultura europea, identificándose con ella. Y al defenderse en este modo, están defendiendo en última instancia la cultura de la muerte. Esta es una confusión que se debe superar, y debe ser superada deprisa. Ninguno de nosotros tiene energía que gastar en luchas tan falsas.
Los caucásicos tienen una visión más positiva de ofrecer a la humanidad que la cultura europea. Lo creo sinceramente. Pero para obtener esta visión es necesario que los caucásicos se salgan de la cultura europea —junto al resto de la humanidad— y vean a Europa por lo que es y lo que hace.
Mantenerse en el capitalismo o en el marxismo o en cualquier otro ‘ismo’ es simplemente quedarse en la cultura europea. Es inevitable este hecho básico. Y este hecho depende de una elección personal. Es importante entender que la elección se basa en la cultura, no en la raza. Entender que elegir la cultura europea y el industrialismo es elegir ser mi enemigo. Y entender que la decisión es de ustedes, no mía.
Esto me lleva a hablar de los indios americanos que se encuentran a la deriva en las universidades, en los barrios pobres de las ciudades y en otras instituciones europeas. Si tú estás ahí para resistir al opresor en acuerdo con tus tradiciones originarias, que así sea. Yo no sé como logras combinar las dos, pero quizás tendrás éxito. Pero mantén tu sentido de la realidad. Se consciente que estás por creer que el mundo blanco ahora ofrece soluciones a los problemas que nos crea. Sé consciente también, que estás permitiendo que las palabras de los pueblos originarios sean pervertidas para beneficio de nuestros enemigos. Europa inventó la práctica de cambiar las palabras a favor de su propio beneficio. Tienes solo que ver los tratados entre los pueblos indios americanos y los variados gobiernos europeos para ver que es verdad. Saca la fuerza de lo que eres.
Una cultura que regularmente confunde la revuelta con la resistencia, no tiene nada de bueno que ofrecer como forma de vida. Los europeos desde hace mucho tiempo han perdido todo contacto con la realidad, si alguna vez estuvieron en contacto con lo que tú eres como indio americano.
Así que supongo que para concluir este discurso, debería declarar claramente que guiar a las personas hacia el marxismo es la última cosa que deseo. El marxismo es extraño a mi cultura cuanto lo son el capitalismo o el cristianismo. De hecho, puedo decir que no estoy tratando de guiar a nadie hacia algo. Por un poco de tiempo traté de ser un "líder", en el sentido en el que los medios blancos usan esta palabra, cuando el Movimiento Indiano Americano era una joven organización. Pero lo hice porque estaba confundido, pero ya no lo estoy. Uno no puede ser todo para todos. No me propongo ser visto de esa manera por mis enemigos. Yo no soy un líder. Soy un patriota Oglala Lakota. Y eso es todo lo que quiero y necesito ser. Y me siento muy bien siendo lo que soy".
Fuente: KBNBWorldNews www.kbnbworldnews.wordpress.com