La visión oficial reduccionista de la descolonización no es capaz de advertir la complejidad de relaciones de dominación que se complementan de modo estructural, haciendo estable y duradera una condición colonial que permea no sólo el mundo institucional sino la propia subjetividad de los actores, incluso revolucionarios. Esto es lo que nos permite descubrir en la disposición centro-periferia, una clasificación antropológica previa que funda las pretensiones de dominación de un centro, que se considera centro en todos los sentidos. Entonces, descentrar el centro es la primera condición para que el ámbito periférico deje de ser periferia