El Estado ha condenado a la sociedad mapuche a una economía agraria de subsistencia y de empleos precarios en las urbes; en lo lingüístico el mapuzugun pasa a tener un carácter meramente doméstico y con una pérdida en su ejercicio político mapuche. Son sólo algunos de los aspectos que retratan nuestra condición oprimida-colonial y que en las actuales condiciones estructurales del Estado-nación dominante no se proyecta al corto ni al mediano plazo una visión donde el territorio, la autonomía y la autodeterminación sean contenidos vertebrales en la política indigenista del Estado.