LCO, EL ALTO BIO BIO Y LOS PEHUENCHES. Los dimes, diretes y aristas de una central hidroeléctrica anunciada. Revista El Canelo, edición 79, Junio de 1997Â
Proyecto de
Documentación Ñuke Mapu
RALCO, EL ALTO BIO BIO Y LOS PEHUENCHES
Los dimes, diretes y aristas de una central hidroeléctrica
anunciada
Patricia Bustos
Revista El Canelo, edición 79
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Endesa quiere llevar a cabo su proyecto, aunque tenga que talar e inundar
bosques, arrastrar con comunidades indígenas, pasar por alto informes
económicos e ignorar la legislación y a los organismos del
Estado. Eso a menos de que la sociedad civil los detenga.
La Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima, ENDESA,
es la única que en nuestro país tiene los derechos de aguas.
En esto no hay ninguna otra empresa que le compita. Fue privatizada en
1989, en el último año de la dictadura, en lo que muchos
califican como una jugada maestra de grupos económicos para apoderarse
del motor energético del país. Ellos controlan el 60% del
mercado eléctrico chileno, que incluye generación, transmisión
y distribución de energía, y son dueños de todo el
cableado desde Tal Tal a Chiloé.En los últimos años,
Endesa ha proyectado construir siete centrales hidroeléctricas en
el río Bío Bío.
La primera fue la recientemente inaugurada Pangue. La segunda sería
Ralco. Pero para construir una central hidroeléctrica se debe pasar
por varias etapas. La electricidad, por ser un servicio de uso público,
debe producirse de acuerdo a la demanda y las necesidades de los consumidores.
Por ello, la Comisión Nacional de Energía recoge todos los
proyectos de generación de electricidad para los próximos
diez años que presenten las empresas del área. Cada seis
meses los solicita, y, de acuerdo a las demandas energéticas del
país, evalúa cuáles son los proyectos más convenientes.
En el plan de obras de 1995 no figuraba Ralco. Había sido desestimado
para los próximos diez años porque económicamente
era un mal proyecto. Sin embargo, en el plan de obras de 1996 Ralco aparece
en gloria majestad programado para el año 2005 y posteriormente
se adelantó para incorporarse al Sistema Interconectado Central
(SIC) el año 2002, por lo tanto su construcción debería
comenzar a más tardar el 1998. En otras palabras, la Comisión
Nacional de Energía autorizaba la ejecución del Proyecto
Ralco, presentado por Endesa.
En ese proyecto, Ralco era definida como «la central de generación
hidroeléctrica de mayor importancia y envergadura en la historia
del país». Su potencia instalada sería de 570 Mega
Watts (MG), su generación promedio anual de 3.380 millones de Kilo
Wats Hora (kWh), con un costo global de 622 millones de dólares.
La central se ubicaría en la zona del Alto Bío Bío,
a 120 Kms. de Los Angeles y 30 kms. arriba de la Central Pangue. La presa
tendría una altura de 155 metros en el cauce del río Bío
Bío y daría origen a un embalse con una superficie de inundación
de 3.467 hectáreas.
Las reacciones a Ralco fueron casi inmediatas. Las organizaciones ambientalistas,
encabezadas por Grupo de Acción por el Bío Bío (GABB)
fueron las primeras en manifestar su oposición al proyecto. Posteriormente,
y aunque no se supo en ese momento, la Conama también rechazó
el proyecto. Paralelamente, la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI) fue categórica al señalar la ilegalidad
de Ralco. Desde el Congreso, algunos parlamentarios como Juan Pablo Letelier,
Víctor Barrueto, Andrés Palma y Octavio Jara sumaron sus
críticas a la aprobación del proyecto.
En particular este último, diputado por la zona, dijo que hasta
ahora las centrales más importantes del país -Antuco, El
Toro y El Abanico- ubicadas en la región, no han contribuido al
desarrollo local. La comuna de Antuco es de hecho una de las más
pobres del país. El 75% de la población rural no tiene energía
eléctrica y para las plantas Endesa contrató 120 operarios
traídos de afuera. Pero Endesa ha sabido hábilmente esquivar
cada uno de estos escollos. Con el apoyo explícito del presidente
Frei al proyecto, Endesa logró sacar del camino a la CONAMA y obligarla
a darle una nueva oportunidad. Algo similar ocurre por estos días
con la CONADI, después de que el gobierno destituyera de su cargo
a Mauricio Huenchulaf, ex director de la corporación, quien hasta
último momento se oponía a Ralco. Así, con mucha habilidad,
Endesa ha centrado el debate en los pehuenches y en los detalles de su
relocalización.
Una millonaria campaña publicitaria ha sido parte importante
en todo este engranaje. Contínuos avisos por televisión y
a través de la prensa hacen pensar a los chilenos que Ralco es un
gran proyecto, que mejorará ostensiblemente la calidad de vida de
los pehuenches y que, en definitiva, quienes se oponen a él, se
están oponiendo al desarrollo del país. Obviamente estos
medios de comunicación no querrán espantar a tan buen avisador,
de modo que las opiniones contrarias al proyecto, en general, o no salen
o ocupan breves líneas en la prensa.
La influencia en la opinión pública de quienes se oponen
a Ralco es insignificante en este contexto. Sólo algunas cartas
al Mercurio, una que otra opinión que los medios recogen del GABB
y las declaraciones de algunos parlamentarios. Comparado con el poder de
la maquinaria Endesa esto es casi ridículo. El problema es complejo,
es una macedonia con demasiados ingredientes, abundantes actores, múltiples
versiones y excesivos rumores. Intentar desenredar la madeja es difícil
pues la información y la desinformación no permiten ver con
claridad el problema
FREI BENDICE RALCO
Con presencia de numerosas autoridades, del gobierno y Endesa, fue inaugurada
el 7 de marzo la Central Hidroeléctrica Pangue. En esa oportunidad
el Presidente Eduardo Frei fue muy enfático: «Chile nunca
va a poder renunciar por razones estratégicas a desarrollar esta
única riqueza que tenemos que es la Hidroeléctrica».
Los ejecutivos de Endesa obviamente recibieron con regocijo sus palabras.
Habían encontrado un aval a su proyecto. Y un gran aval.
Para Juan Pablo Orrego, Presidente del GABB, el problema de fondo es
otro. La antigua amistad entre Eduardo Frei y José Yuraszeck, presidente
de Endesa, y ambos ingenieros que fueron socios en la empresa Sygdo Koppers,
antes de que Frei ocupara el sillón presidencial. De hecho fue esta
empresa de ingeniería la que hizo parte del diseño electromecánico
de Pangue, y cuando esta central se llenó, en el lugar flameaban
dos banderas, la de Chile y la de Sygdo Koppers. «Cuando Frei en
su viaje a Estados Unidos invita a 130 empresarios, pero se lleva a Yuraszeck
en el avión presidencial, yo pienso mal», afirma Hernán
Echaurren, Director del GABB. Porque Frei ha apoyado a Endesa más
allá de las puras palabras. En junio de 1996 la CONAMA ya tenía
lista su evaluación sobre el estudio de impacto ambiental elaborado
por Endesa para la construcción de la Central Hidroeléctrica
Ralco. El informe final era lapidario, definitivamente se trataba de un
pésimo estudio, y por lo tanto la comisión, considerando
los informes técnicos de 22 entidades gubernamentales, lo rechazó.
En su último párrafo expresa que «las deficiencias
del estudio de impacto ambiental se traducen en que el proyecto no se hace
cargo, ni siquiera ligeramente, de sus efectos más relevantes...lo
que implica que no se cumplen los requisitos de aprobación que establece
el artículo 16 de la ley de Bases del Medio Ambiente. Por lo tanto,
el comité revisor recomienda el rechazo del proyecto presentado
en el estudio de impacto ambiental Central Hidroeléctrica Ralco,
de la empresa Endesa». A continuación el nombre de la directora
de la CONAMA, Viviane Blanlot, sobre el cual ella nunca llegó a
estampar su firma.
La noticia de que el proyecto Ralco sería rechazado se filtró
rápidamente y llegó incluso a Endesa. De la cadena operó
rápido. Una llamada a Frei, este que se comunica con Villarzú
y así le llega la orden a Blanlot de que debía dar una segunda
oportunidad a Ralco. Obviamente la evaluación original nunca se
públicó y en cambio apareció la CONAMA solicitando
un Adenddum (anexo aclaratorio con más información) a Endesa.
«Nosotros tuvimos llamados en julio del año pasado de funcionarios
de la CONAMA llorando a mares por teléfono, por la humillación
que habían sufrido al obligárseles a darle la pasada a Ralco,
cuando la decisión técnica de todo el equipo más la
evaluación de todos los servicios técnicos era el rechazo
del proyecto. La CONAMA se doblegó ante la presión política
del gobierno», afirma Juan Pablo Orrego.
Así las cosas, en estos días la Comisión debiera
pronunciarse sobre el famoso Adenddum, pero prácticamente nadie
espera un rechazo al proyecto (al respecto ver artículo «La
doble militancia», de Octavio Somonel en esta misma Agora).
EL DRAMA PEHUENCHE
Hasta antes de que empezara la polémica por la construcción
de la central Pangue, muchos pensaban que los pehuenches eran un pueblo
extinguido. Es muy probable incluso que los ejecutivos de Endesa se hayan
llevado una sorpresa al visitar el área para proyectar sus obras
y descubrir un pueblo indígena culturalmente intacto. Viven aún
del piñón, hablan mapudungún y realizan ritos y ceremonias
para honrar a sus antepasados y a la pachamama, para rogar por sus siembras
y animales. Entre bosques, esteros y cascadas, en un clima frío
y lluvioso viven más de cien familias pehuenches, en las comunidades
de Quepulca-Ralco y Ralco-Lepoy.
Separados entre sí por kilómetros, para visitar a sus
hermanos, los peñis, se desplazan por caminos polvorientos en verano,
que en invierno se transforman en barro. No hay electricidad ni teléfono,
y una radio local, la Angelina, es su principal medio de comunicación.
Santa Bárbara, a sesenta kilómetros, es su contacto más
directo con los huincas. Por lo menos así era hasta hace algunos
años, antes de que llegara Endesa a construir Pangue. Entonces el
contacto con ellos se volvió más constante, pero los trabajos
que realizaban en la zona no les afectaban directamente. Poco duró
esa cordial, pero distante relación. Hace un año supieron
que sus lugares sagrados, sus huertos, cementerios y lugares de encuentro
serían completamente inundados, y que ellos tendrían que
trasladarse a otras tierras. En las de ellos se construiría una
gran represa: Ralco. Su primera reacción el desconcierto, y luego
vino el asombro. El asombro por los insospechados beneficios que les ofrecían
a cambio de sus casas. Vivienda, agua potable, electricidad, animales,
corrales, caminos, puentes y escuelas. Ayuda y capacitación para
aumentar su productividad, subvenciones, turismo en la zona, promoción
de la organización y participación en comunidad, entre muchos,
muchos otros beneficios. La decisión quedaba en sus manos, y resolver
era difícil. Por un lado la posibilidad de mejorar sus precarias
condiciones de vida, pero por otro renunciar a una historia, a tradiciones
y a una vida entera en Ralco. A pesar de la duda, la mayoría dijo
no a lo que los empresarios y técnicos llamaban relocalización.
AHI COMENZO LA PRESION.
La Corporación Nacional de Desarrollo Indigena, CONADI, desde
un comienzo hizo ver su opinión negativa frente al proyecto. De
acuerdo a la ley indígena, artículo 13, e independiente de
cualquier otra apreciación económica o ambiental, el proyecto
era ilegal. «Las tierras indígenas, por exigirlo el interés
de la nación, gozarán de la protección de la ley y
no podrán ser enajenadas, embargadas, gravadas ni adquiridas por
prescripción, salvo entre personas indígenas o comunidades
de una misma etnia». Así de simple, y al menos hasta hace
algunas semanas mantenían firme esta decisión.
Para realizar un proyecto de este tipo se necesita mínimo dos
autorizaciones: la de todos los habitantes del lugar, bastando la negativa
de uno de ellos para que no se lleve a cabo la permuta, y también
es necesaria la autorización de la CONADI como responsable de la
defensa jurídica de los indígenas y sus comunidades en conflictos
sobre tierras y aguas.
Más allá de la ley existen una serie de críticas
al proyecto por parte de la CONADI y de las propias comunidades. Una de
ellas se refiere a los cementerios. Existen en el lugar 14 cementerios
y más de 70 sitios arqueológicos. De aprobarse Ralco todos
ellos quedarían inundados bajo 150 metros de agua. Endesa propone
establecer una capa de cemento líquido protector, para que en cien
años más, cuando la represa cese su uso, puedan ser recuperados
como restos de interés arqueológico, a través de rebuscadas
técnicas submarinas.
Para la CONADI esto resulta inconcebible. «En ninguna parte del
país -plantean- se observa que los cementerios en uso sean expropiados
para construir conjuntos residenciales y luego se declaren en conservación
bajo tierra. Precisamente lo que define un cementerio como tal no es la
inmersión bajo tierra, sino la posibilidad de contacto de los vivientes
con los restos de los difuntos». Los impactos sicológicos
y simbólicos de esta situación no han sido estudiados. Con
todo, en los últimos meses la presión sobre las comunidades
indígenas se ha intensificado. Endesa los ha abrumado con miles
de ofertas, ha intervenido en sus comunidades, ha levantado líderes
nuevos ajenos a sus propios caciques y se especula acerca de dudosas manipulaciones
para obligar a las familias a firmar a favor de la relocalización.
Según Juan Pablo Orrego, la Fundación Pehuén, creada
para mitigar los impactos producidos por Pangue en los pehuenches, ha influido
en esta situación. «Nosotros denunciamos que estaban usando
la Fundación Pehuén como un caballo de Troya, que en vez
de usarla para mitigar los impactos de Pangue, la usan para allanar el
camino a Ralco, desinformando a la comunidad, dividiéndola, dando
asistencialismo barato, regalando gotas de agua o planchas de zinc».
Todo con tal que las familias acepten la famosa relocalización,
salvando de ese modo, al menos en parte, los escollos legales. Pero las
alternativas de relocalización, que a primera vista parecen muy
atractivas, tienen sus peros. En primer lugar, por el sitio del traslado.
Endesa ofrece trasladar a las 101 familias a los fundos El Barco, El Huachi
y Santa Laura, en total cerca de 20 mil hectáreas. Esto comparado
con las 638 áreas afectadas parece un gran regalo. Sin embargo,
el Fundo El Barco que comprende cerca del 95% de las tierras ofrecidas,
no reuniría las características necesarias para la supervivencia
de las familias en buenas condiciones. Primero, porque se encuentra a más
de mil metros de altura sobre el nivel del mar, comparando con los 600
metros en los que se encuentran ahora.
En segundo lugar, el informe técnico entregado por la CONADI
considera que el predio es inadecuado para el establecimiento de las familias.
La pobreza de sus suelos impediría la agricultura y los más
de cuatro metros de nieve que caen durante el invierno harían aún
más duras sus condiciones de vida e impedirían en ese tiempo
la realización de cualquier actividad productiva. El Fundo el Barco
sólo puede usarse con fines productivos durante el verano. A esto
se suma la apreciación de la Corema del Bío Bío. En
su informe señala que el suelo del lugar corresponde a suelo de
cenizas, volcánico, de fácil escurrimiento, lo que podría
provocar la desaparición de la delgada capa de vegetación
después de unos pocos años de explotación. En estas
condiciones producir sería una aventura.
Pero este es sólo un aspecto de la relocalización. Preocupa
por sobre todo que se quiebren aspectos centrales de su cultura e identidad.
No hay que olvidar que para los pehuenches la relación con la tierra
es de participación con ella y no sólo de dominio y usufructo.
La tierra tiene un sentido de identidad étnica y el reconocimiento
histórico de pertenencia a un lugar. Si no se consideran estos aspectos
el impacto será aún mayor. Pérdida de identidad y
deterioro de la autopercepción; desestructuración de la comunidad
y de su sistema productivo; interrupción de las fiestas ceremoniales,
alteración del territorio étnico y sus simbolismos, y en
definitiva la perturbación emocional de las familias indígenas,
son algunas de las posibles repercusiones.
Endesa ha calculado sólo medianamente la magnitud de estos impactos
y, como suele suceder en este tipo de conflictos, su visión del
problema es absolutamente distinta. Consideran el Fundo El Barco óptimo
para la relocalización, por su extensión y porque según
ellos permitiría la realización de todas las actividades
productivas tradicionales de los pehuenches y también las de carácter
religioso y cultural.
Además de la ayuda material y de infraestructura (casas, bodegas,
cocinas, etcétera) ofrecen algunas compensaciones adicionales. Bonos
en especies productivas, un fondo de asistencia válido por cuatro
años, programas de desarrollo y capacitación en el largo
plazo. En un subprograma de desarrollo cultural proponen incorporar la
educación indígena a la educación formal, traducir
textos escolares a mapudungún, crear un museo Pehuenche e incluso
centros de artesanía. Estimular el turismo en la zona y crear una
Fundación de Desarrollo Pehuenche son también parte del paquete.
Muchas de estas propuestas tal vez sean viables, pero qué pasará
después de los cuatro años, cuando se acaben los subsidios
y también el trabajo en las faenas de la central. Las familias indígenas
quedarán nuevamente abandonadas a su suerte, obligadas a sobrevivir
en un medio aún más adverso. Es curioso que estos beneficios
tengan una duración de cuatro años, justo el tiempo que Endesa
tardará en construir la central Ralco. Endesa está convencida
que todo este proyecto es posible sin afectar mayormente los patrones culturales
tradicionales de las comunidades. Confían en que han sido muy bien
asesorados, en particular por connotados antropólogos. Uno de ellos
y su máximo baluarte es Leopoldo Bartolomé, de Argentina.
«Se han llenado la boca con este señor, diciendo que el
programa de relocalización está avalado por un famosísimo
antropólogo. Lo que nadie ha dicho es que Bartolomé estuvo
a cargo del plan de reasentamiento para la central Yasiretá, que
involucra a Argentina, Uruguay y Paraguay, y que ha sido francamente un
desastre. Movieron a un montón de gente por recomendación
de este antropólogo tan famoso y quedó la escoba. Están
sin luz, sin agua, en fin. Ellos interpusieron una demanda ante el panel
de inspección del Banco Mundial y ya ha sido acogida», comenta
Juan Pablo Orrego.
En este contexto se ha desarrollado la discusión en torno al
tema pehuenche. A la fecha no existen cifras exactas ni unánimamente
compartidas respecto al número de familias que ya han aceptado el
traslado, pero se sabe que son la mayoría. Otras tantas resisten
en espera de que se resuelva el conflicto. Sin embargo, éste más
que aclararse cada vez se agudiza. El día 25 de abril el gobierno
destituyó a Mauricio Huenchulaf, director hasta entonces de la CONADI.
Se argumentó mal manejo económico, pero estas razones resultan
absolutamente inconvincentes para las organizaciones indígenas y
ecológicas, justo a pocos días de que la CONAMA entregue
su veredicto sobre Ralco. «Que la CONADI haya gastado 40 - 50 mil
pesos más en viáticos es risible. Se dice también
que se habrían pasado en 120 millones de pesos en compras de tierras
indígenas, pero esto es sólo una cortina de humo, que lo
único que busca es confundir a la opinión pública»,
afirma Orrego. Mauricio Huenchulaf se mantuvo hasta último momento
firme en el sentido de que el proyecto Ralco es ilegal.
En su lugar el gobierno ha nombrado a Domingo Namuncura, pero desde
un comienzo el Consejo Nacional de Conadi lo ha vetado. Desconfían
de él por las circunstancias en que ha sido designado y porque hasta
ahora se desempeñaba como asesor del Ministerio de Obras Públicas,
que ya ha impulsado varios megaproyectos que atropellarían territorios
indígenas. La dirección nacional de la CONADI ha exigido
al gobierno el derecho a proponer sus propios candidatos. De hecho presentaron
una lista con seis nombres alternativos, que para ellos son concidos y
respetados. Sin embargo el gobierno ha ratificado a Namuncura y en Temuco
el problema está ardiendo. Organizaciones indígenas, y por
lo menos la mitad de los consejeros de la CONADI, se tomaron la sede nacional
exigiendo la destitución de Namuncura. Otros pocos, los más
confiados, esperan que este señor con una larga trayectoria ligada
a los derechos humanos como director del Servicio de Paz y Justicia, Serpaj,
respete la ley y se oponga a Ralco.
Para Sara Larraín, directora de Renace, la destitución
de Huenchulaf tiene una connotación que sobrepasa el problema Ralco.
«Nos estamos enfrentando a un gobierno que cuando la legislación
le molesta para facilitar las inversiones, o bien la traspasa ilegalmente
o destituye a los funcionarios para cambiar las decisiones y lograr lo
que pretende. Esto es muy grave porque las dos legislaciones más
importantes producidas durante el gobierno democrático (ley de bases
del medio ambiente y ley indígena), son las dos leyes que están
siendo desmanteladas por el gobierno. Entonces es muy claro, hay un paso
atrás».
La situación es crítica. Si se autoriza el proyecto Ralco,
significa que la ley indígena es letra muerta. Una ley que fue aprobada
con la mayor participación de comunidades indígenas, cerca
de dos mil, quedaría borrada por intereses económicos. Esto
implica también que todos los acuerdos para respetar la cultura
indígena,incluído el de Nueva Imperial firmado en 1989 por
Aylwin y todos los partidos de la Concertación, en orden a valorar
la diversidad cultural, y reconocer una deuda histórica de la sociedad
y el Estado chileno para con los indígenas, quedarían en
letra muerta (al respecto ver artículo «Los mapuches v/s el
Estado Moderno», de Patricia Junge en esta misma Agora).
continuaciónEnlace al artículo original.