El sistema de Naciones Unidas afronta dudas y vacilaciones sobre como atender las reivindicaciones de las poblaciones indígenas, un tema que se analiza estos días en la sede europea de la ONU en Ginebra, mientras arrecian las acusaciones contra el gobierno de Vicente Fox por presuntamente favorecer el Plan Puebla-Panama (PPP), "un crimen contra nuestras comunidades", según Marcelino Díaz de Jesús, presidente del Consejo Nahuas del Alto Balsas, en Guerrero, activo en las discusiones de Ginebra. En la cita de Ginebra, han llegado a la conclusión que hace falta un estudio "sobre los aspectos concretos de la presente globalización que golpea a los pueblos indígenas, el eslabón más débil de la cadena en nuestras sociedades, los que más sufren". Esta necesidad surge de las furibundas críticas que expusieron ante los expertos del Grupo de Trabajo, decenas de ONG venidas de distintos rincones del mundo. Por México estuvo presente esta semana el antes mencionado Marcelino Díaz de Jesús, asimismo miembro de la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía. AIPIN, 30 de julio de 2003. 

 
 AIPIN, Prensa India
"Difundiendo presente y sembrando futuro"
Suiza
Especial para Argenpress. Ginebra, 30 de julio de 2003.

Globalización y Poblaciones Indígenas

por Juan Gasparini*

El sistema de Naciones Unidas afronta dudas y vacilaciones sobre como atender las reivindicaciones de las poblaciones indígenas, un tema que se analiza estos días en la sede europea de la ONU en Ginebra, mientras arrecian las acusaciones contra el gobierno de Vicente Fox por presuntamente favorecer el Plan Puebla-Panama (PPP), "un crimen contra nuestras comunidades", según Marcelino Díaz de Jesús, presidente del Consejo Nahuas del Alto Balsas, en Guerrero, activo en las discusiones de Ginebra.

La estructura de la ONU cuenta con tres instrumentos que aportan resultados para algunos complementarios, pero para otros se observa duplicación de esfuerzos y entonces se imponen reformas.

A un Foro asesor de la Asamblea General de la ONU que funciona en Nueva York, compuesto por cinco representantes de los gobiernos y cinco de las ONG indígenas, es decir un órgano consejero de los Estados miembros, se le suma un Grupo de Trabajo de cinco expertos independientes que se reúne en Ginebra, subordinado a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que da seguimiento a los problemas de derechos humanos de las poblaciones indígenas.

Al tiempo, se agrega un Relator Especial, nombrado por la Comisión de Derechos Humanos, el mexicano Rodolfo Stavenhagen, quien realiza visita a los países, tramita denuncias y emite informes en Ginebra.

México defiende que perduren los tres instrumentos sin cambios, un objetivo difícil de mantener. El eje Estados Unidos-Australia, y con un cierto apoyo de Canadá y ciertos países europeos, ataca una supuesta duplicidad entre el Foro y el Grupo de Trabajo, planteando desmantelar al segundo.

Liderado por México, la mayoría de los países latinoamericanos han logrado neutralizar la tentativa, postergando una resolución hasta el año próximo, donde se abordará una revisión general de la política de la ONU en materia de pueblos indígenas.

Para México, en línea con su medido discurso del cual Argenpress.info dispone de una copia, se verifica una complementariedad entre el Foro, un "ente directriz y de referencia ineludible respecto a la programación de Naciones Unidas" en cuanto a fondos, procedimientos y programas de promoción, y el Grupo de Trabajo, cuyo mandato está "centrado en los aspectos de derechos humanos y en el desarrollo de nuevas normas internacionales relativas a los derechos indígenas".

En ese sentido, el Relator Especial Stavenhagen contribuye como "mecanismo" que alienta la cooperación entre los Estados y la poblaciones indígenas que habitan en cada país.

El conjunto de ONG acompañan estos razonamientos, aunque exigen una mayor coordinación entre las tres piezas del dispositivo onusiano, con el objeto de conseguir "la promoción y protección de los derechos y libertades fundamentales de los pueblos indígenas", haciendo un trabajo "más fructífero", como anunciara una de las más representativas, las Kichwas de Sucumbíos, de Ecuador.

Su delegada, Mónica Chuji Gualinga, apreció que las instancias de la ONU "están allí arriba y lejos", y que deben acercarse a todos ellos, y ayudar a fortalecer "nuestras organizaciones autónomas en nuestros países".

El experto cubano Miguel Alfonso Martínez, Presidente del Grupo de Trabajo, justifica su existencia por el combate permanente que debe librar la ONU para liquidar la situación de exclusión social y desprotección de la propiedad intelectual de su sabiduría que padecen los pueblos indígenas por "las tendencias de la globalización neoliberal".

En la cita de Ginebra, han llegado a la conclusión que hace falta un estudio "sobre los aspectos concretos de la presente globalización que golpea a los pueblos indígenas, el eslabón más débil de la cadena en nuestras sociedades, los que más sufren".

Esta necesidad surge de las furibundas críticas que expusieron ante los expertos del Grupo de Trabajo, decenas de ONG venidas de distintos rincones del mundo. Por México estuvo presente esta semana el antes mencionado Marcelino Díaz de Jesús, asimismo miembro de la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía.

"La globalización se inició con la colonización, aunque ahora preocupa en el norte y a los europeos porque los afecta, pero para nosotros no trae beneficios, van a arrasar con las pueblos indígenas y saquear los recursos naturales de nuestras tierras", afirma.

"Nos van a integrar como mano de obra barata, en condiciones de explotación y más marginación, porque los grupos de las empresas transnacionales poderosas, apoyados por los gobiernos de los países ricos, avanzan para acabar con los últimos recursos de nuestros pueblos", vaticina.

Concuerda con él la ecuatoriana Mónica Chuji Gualinga, hostil a "la política económica depredadora de las compañías multinacionales", que "sientan sus intereses en los recursos naturales convirtiéndolos en fuentes de extracción y explotación en nombre del desarrollo, contrario al concepto que tenemos los pueblos respecto de los recursos naturales que son la fuente de vida".

Ello acarreará "destrucción, enajenación y alienación de nuestro territorios ancestrales por fuerzas ajenas", que persiguen "asimilar y reducir la resistencia de los pueblos indígenas, a la vez que se comercializa, folcloriza y trivializa la cultura".

El panorama que pinta Mónica Chuji Gualinga es desolador. Acusa de complicidad a los medios masivos de comunicación por "occidentalizar la conciencia en los procesos continuos de aculturación y pérdida de nuestra identidad".

Y desnuda "el espejismo del desarrollo que se nos presenta en las pantallas", una "amenaza para la diversidad cultural en la medida que se nos dice que el consumismo es un fin como muestra de suficiencia y por tanto del poder llegar a la anhelada modernidad a cambio de una crisis ambiental como la que estamos viviendo en el planeta".

Su compatriota Humberto Cholango, de Ecuarunari, valora que la globalización "trata de exterminar los modelos de resistencia económica de los pueblos indígenas como la minga, el trabajo colectivo y la solidaridad", generando "mayor nivel de pobreza y analfabetismo", forzando a los pueblos indígenas "al desplazamiento y migración hacia otros países y ciudades", una vez avasallado el medio ambiente, "contaminado los ríos" y sin respetar costumbres y tradiciones.

Por cierto, y volviendo al dirigente mexicano, recuerda que "la ONU ha venido defendiendo que los ecosistemas, los biotopos y los nichos ecológicos que se han logrado mantener en equilibrio ha sido por intervención de los pueblos indígenas", lo cual entra en colisión "con estos planes globalizadores que no respetan la tierra, el medio ambiente y las culturas de nuestros pueblos y comunidades".

Al respecto, Marcelino Díaz de Jesús fustiga el Plan Puebla-Panama (PPP), "un mega-proyecto económico que destruirá ecosistemas y biotopos únicos en el mundo, aniquilará selvas, centros arqueológicos y lugares ceremoniales indígenas, un plan de muertes para 200 pueblos indígenas latinoamericanos".

Consigna que se instaurará "superexplotación en el trabajo, bajos salarios y discriminación generalizada, y no respetarán nuestras tierras, nuestros dioses, nuestros recursos y nuestra dignidad en tanto pueblos".

Anticipa que "van a mover las mercancías de Norteamérica, y hacer corredores industriales y comerciales, gestar una mayor movilidad de capital y masas de productos, una violación de la soberanía de México, del derechos a la autonomía y la libre determinación de los pueblos, y del uso y destino de nuestras tierras y nuestras vidas".

Díaz de Jesús le pone así los reflectores de frente al gobierno de Vicente Fox, que "abre las puertas a la inversión extranjera, y para echar a andar sus máquinas necesitan una mayor cantidad de energía eléctrica porque el nivel que tiene ahora no es suficiente y por eso van a construir nuevas represas hidroeléctricas, que ocasionarán daños sicológicos, ambientales y culturales enormes, y los más desprotegidos somos los indígenas, nos inundan las tierras, desplazando poblaciones", pronostica Díaz de Jesús.

A propósito, revela que a su comunidad le preparan un golpe mortal: invalidar la cancelación de construir la Represa Hidroeléctrica de San Juan Tatelcingo, dispuesta por el Presidente Carlos Salinas de Gortari en 1992, "y ahora nos han informado que el acuerdo queda nulo, un crimen contra los Nahuas del Alto Balsas, Guerrero". Las inundaciones que se preveen, adelanta, expulsarán a las comunidades de sus asentamientos, una catástrofe humanitaria y ecológica.

Finalizando con su pensamiento, Díaz de Jesús evoca. "Mi abuela lo dice sencillo, si no hay tierras para sembrar y no hay agua para beber no hay vida para nosotros". Y concluye: "el gobierno se siente orgulloso de los indios muertos, de las piedras, de las pirámides, pero los indios vivos somos nosotros, que tenemos hambre y luchamos, pedimos un espacio en este mundo.

No es posible que otros decidan desde afuera lo que nos corresponde a nosotros. No somos niños tontos, somos gente adulta, responsables de nuestro futuro, del futuro de nuestros hijos, y orgullosos de un pasado que nos conecta con una historia rica y milenaria. No somos mentecatos."
 
 

* Juan Gasparini es periodista y escritor, su último libro es "Mujeres de dictadores", de Editorial Península, 2002

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