Sin duda, la novela de Mattos tocó un tema sensible al pasado y a la identidad orientales: la matanza de los charrúas que el gobierno uruguayo realizó tres años después de proclamar su independencia. Acumula sobrados méritos literarios, rebasando lo que solemos calificar como novela histórica. Además, es claro que Mattos no sólo ha querido contar un hecho histórico, su otra intención ha sido meditar sobre los valores políticos y éticos que deben orientar la vida de los pueblos. Lo explicitó al decir que "no se puede civilizar con medidas y métodos anticivilizatorios". Como sabemos, el concepto fue ignorado más de una vez también de este lado del ancho río que nos une. La Nación (Buenos Aires), 22 de marzo de 2003.
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La Nación (Buenos Aires), 22 de marzo de 2003.
Rincón gaucho
Crítica visión de la historia charrúa
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Cuántos años hace que en la Argentina una novela de tema histórico y rural no logra que coincidan el éxito comercial y la crítica favorable? Sí, mucho. No ocurre lo mismo en Uruguay, donde "¡Bernabé, Bernabé!", de Tomás de Mattos, es desde hace quince años, cuando apareció, la novela de autor uruguayo más requerida por el lector local y una de las más elogiadas por la crítica. Su publicación, en 1988, y su reedición en 2000 no han cesado de promover polémicas encendidas.
El libro se distribuyó en la Argentina, pero el escaso interés que despertó obliga a revelar que el hecho histórico que relata es la matanza de los charrúas que el gobierno uruguayo realizó tres años después de proclamar su independencia.
Para ello, el autor de la novela se basó en investigaciones del historiador Eduardo Acosta y Lara. Lo cierto es que en 1831 el general y presidente Fructuoso Rivera, instado por hacendados, urdió un plan de masacre de las tribus charrúas en el que participaron, entre otros oficiales, su sobrino y popular jefe militar Bernabé Rivera y el argentino Juan Lavalle, entonces exiliado por su enfrentamiento con Rosas.
A estas alturas, el lector podría suponer que el caso tiene similitud con lo que casi cincuenta años después se llamó, en la Argentina, Campaña al Desierto. Pero las semejanzas no son fáciles. Para empezar, los charrúas -que habitaban el corazón de la geografía oriental y antiguamente Entre Ríos- habían actuado de manera destacada bajo las órdenes de José Gervasio de Artigas, conteniendo más de una vez a lusitanos y brasileños, y se manifestaban partidarios de Rivera.
En segundo lugar, el gobierno habría realizado el ardid de invitarlos a parlamentar con fines secretos -para lo cual los hizo concentrarse con sus familias en al menos tres puntos- y luego de ofrecerles un banquete, seguido de abundante alcohol, los mató sin posibilidad de defensa. De ser así (y es lo que los documentos indican), no se trató de muertes en combate. Las mujeres y los niños sobrevivientes fueron llevados a Montevideo y repartidos como personal doméstico. Tras esto, los charrúas ya no lograron reconstituirse como cultura y como nación.
¿Por qué se hizo esto? Los charrúas eran una cultura de nómadas y, por lo tanto, no respetaban tierras ni ganados que ya tenían propietarios legales y asentados. Amén de faenar para sí, solían malonear ganado para saladeros y curtiembres clandestinos, incluso moviéndose en la todavía inestable frontera con Brasil. Estos argumentos decidieron el golpe mortal.
En 1832 ocurrió una segunda
acción contra los charrúas. Tras sofocar la insurrección
de un batallón guaraní en Bella Unión, este jefe y
caudillo se enteró de la existencia de una última y pequeña
toldería y marchó a atacarla. El relato dice que los indios
eludieron un buen rato la pelea porque sabían que las fuerzas de
Rivera venían con caballos cansados, y cuando los tuvieron a tiro
de flecha y lanza ultimaron a éste y a otros dos oficiales. El suceso
fue un duro golpe para Rivera, que consideraba al sobrino su heredero político,
pero no sirvió a los escasos charrúas para recomponerse.
Crítica del pasado
Sin duda, la novela de Mattos tocó un tema sensible al pasado y a la identidad orientales. No hay que olvidar que los uruguayos gustan llamarse a sí mismos "charrúas" o mencionar su "sangre charrúa". Curiosamente, buena parte de esto se debe a otra obra literaria: el poema "Tabaré", que en 1888 escribió Juan Zorrilla de San Martín. Se trata de un caso ficticio del siglo XVI, cuando se asentaron los primeros españoles y, en verdad, hace aparecer a los nativos como bárbaros raptores y violadores de mujeres blancas. Pero de su lectura los uruguayos sublimaron determinados valores y caracteres charrúas: bravura es, tal vez, el principal de ellos y el que cimentó lo de la sangre indómita que los orientales se jactan de poseer, a la vez de su fehaciente cordialidad.
Sin embargo, "¡Bernabé, Bernabé!" puede leerse como una objeción, intencionada o no, a "Tabaré", que habla de la "misteriosa desaparición" de los charrúas y, sobre todo, como motivadora de polémicas, en años en que los derechos humanos, el repensar crítico del pasado americano y los derechos de las culturas autóctonas han ganado otra dimensión.
Además, la novela acumula sobrados méritos literarios, rebasa lo que solemos calificar como novela histórica. Además, es claro que Mattos no sólo ha querido contar un hecho histórico. Su otra intención ha sido meditar sobre los valores políticos y éticos que deben orientar la vida de los pueblos.
Lo explicitó al decir que
"no se puede civilizar con medidas y métodos anticivilizatorios".
Como sabemos, el concepto fue ignorado más de una vez también
de este lado del ancho río que nos une.
Por Oche Califa
Para LA NACION
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