Dos semanas después de volatilizarse en las tierras de Benetton en una protesta de los mapuches, crece el misterio y el escándalo político mientras se busca el cuerpo de Santiago Maldonado
La palabra desaparecido produce un escalofrío especial en Argentina. Por eso el caso de Santiago Maldonado, un artesano que vivía en el paraíso hippie de El Bolsón, en la Patagonia, y se volatilizó hace 15 días cuando estaba apoyando a un grupo mapuche que ha ocupado unas tierras del millón de hectáreas que tiene grupo Benetton en la zona, ha causado una gran conmoción. Nadie consigue resolver el misterio. El cuerpo no aparece, y la policía ni siquiera ha conseguido recorrer con calma la zona para buscarlo. El conflicto con los mapuches, que temen que aprovechen el escándalo para echarlos de unas tierras de los millonarios italianos que ocuparon hace dos años, complica todo.El juez del caso, Guido Otranto, respetado por su imparcialidad, está desesperado porque no logra encontrar una pista definitiva que lleve a concluir lo que piensa buena parte de Argentina, esto es que la policía se lo llevó en medio de un operativo contra los mapuches y lo hizo desaparecer. Han aparecido restos de pelos y algunas manchas que podrían ser de sangre, pero fuentes de la investigación señalan que no hay nada definitivo, ni un gran charco en ningún lugar –son manchas pequeñas y aún no han sido analizadas- ni ninguna evidencia indiscutible de violencia. Y sin cuerpo, es mucho más difícil saber qué pasó.
100 agentes hicieron este miércoles un último intento para encontrarlo en las tierras de Benetton. Fuentes de la investigación confirmaron a EL PAÍS que durante el operativo se encontró un collar con una "S" en la medalla, que corresponde con la primera letra de Santiago. Pero de momento no hay más pistas sobre su paradero, en medio de una enorme tensión que forzó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a comparecer durante varias horas en el Senado para defender la actuación policial y su decisión de no apartar siquiera a los jefes del operativo. Ella no asume la hipótesis de desaparición forzada.
“Nosotros no vamos a dar por hecho una hipótesis mientras el juez no la asuma. No voy a hacer la injusticia de tirar a un agente por la ventana, prefiero asumir la responsabilidad como ministra. Echarlos sería la fácil, lo que se hacía siempre. Yo necesito esa institución para la tarea de fondo que estamos haciendo. Sería una mala ministra si tirara a un agente por presión mediática. Me la banco yo”, clamó Bullrich en una sesión muy tensa. Los representantes de la oposición se indignaban con su defensa de los agentes y le pedían que admita la desaparición forzada.
La lógica apunta hacia la policía, porque Maldonado desapareció después de que 40 agentes ingresaran a la zona donde están los mapuches el pasado 1 de agosto en un operativo después de que cortaran la carretera. Nadie sabe nada de él desde entonces, y no ha aparecido ninguna hipótesis alternativa sólida. “No sabemos a ciencia cierta que Maldonado estuviera allí. La madre dijo que hablo con él el día anterior y le contó que iba a ir a apoyar a los mapuches. Pero hemos registrado las llamadas y no hablaron ese día”, aseguró la ministra Bullrich. “Hemos investigado con perros para buscar rastros de Maldonado en las camionetas de gendarmería y todas las pruebas han dado negativo. Aún no sabemos si los pelos encontrados son suyos, tenemos que hacer la prueba de ADN. Podrían ser de los agentes. No hay ningún indubitable. Todos los días desaparecen personas en Argentina. En este momento tenemos 5.000. De ninguna manera vamos a aceptar que nos comparen con la dictadura militar y homologar a sus prácticas”, se indignó Bullrich. También rechazó que las camionetas hubieran sido lavadas.
Lo cierto es que el caso ha alcanzado un gran nivel político. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner denuncia la desaparición y está en contacto permanente con la familia. Si aparece el cuerpo y se demuestra que fue la policía quien lo mató será un golpe muy duro para Mauricio Macri. Pero ya han pasado 15 días, y muchos temen que, como sucedió en otros casos, el cuerpo no se encuentre nunca. Ya pasó con Julio López, que desapareció en 2006, en plena democracia y con los Kirchner en el poder, después de declarar en un juicio contra Miguel Echecolatz, uno de los más sanguinarios represores. Nunca más se supo de él, aunque era un caso muy diferente.
Después de sufrir una de las dictaduras más crueles del planeta, con miles de desaparecidos cuyos cuerpos no han sido localizados tras 40 años, Argentina es uno de los países más sensibles del mundo con la actuación de la policía. Todos los gobiernos tienen terror a sufrir un episodio de este tipo. Eduardo Duhalde tuvo que adelantar las elecciones en 2003 cuando murieron dos manifestantes a manos de la policía. Los Kirchner ordenaron durante 12 años que no se reprimiera nunca a los manifestantes para evitar que les pasara como a Duhalde. Mauricio Macri también ha tenido mucha cautela ante el temor a un muerto en una protesta, algo a lo que le temen todos los presidentes.
Hasta ahora el caso Maldonado no ha supuesto un coste fuerte para Macri porque el misterio se mantiene y también porque este grupo de mapuches, que ha protagonizado varios episodios violentos, tiene grupos de apoyo importantes pero no ha logrado un respaldo mayoritario en la sociedad argentina. Pero si aparece el cuerpo todo podría dar un giro inesperado en plena campaña electoral.