Como ciudadano y sociólogo con formación histórica, no puedo permanecer indiferente ante las aseveraciones contenidas en el artículo "Araucanía: Errores Ancestrales", del destacado historiador Sergio Villalobos, publicado en "El Mercurio" el 14 de mayo del año en curso.
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Como ciudadano y sociólogo con formación histórica, no puedo permanecer indiferente ante las aseveraciones contenidas en el artículo "Araucanía: Errores Ancestrales", del destacado historiador Sergio Villalobos, publicado en "El Mercurio" el 14 de mayo del año en curso.
La lectura de ese trabajo la iniciamos con la idea de que se expondrían los errores ancestrales de todos los actores que han intervenido en los hechos y procesos históricos relacionados con la Araucanía; por el contrario, la clara intención del ensayista es la de culpar sólo al pueblo mapuche de todos sus males: atraso, discriminación, pobreza y marginación social. En efecto, el autor afirma que este pueblo fue "protagonista de su propia dominación" y que "como pueblo sometido cae en su propia trampa".
Es sorprendente la afirmación de que el pueblo mapuche "estuvo deslumbrado con las armas de acero"... y que "el aguardiente y el vino fueron la mayor tentación, debido a su alto grado alcohólico y duración, que los hacía muy superiores a la chicha". No poseemos evidencias de que entre los años 1550 y 1700 los mapuches cultivasen viñas al sur del río Biobío, o que hubiesen recibido de los españoles los conocimientos para preparar los mostos con los apropiados grados de alcohol... Pero sí, años más tarde, obtuvieron esas bebidas por medio del comercio o trueque.
No concordamos con el juicio de que la mayoría de los mapuches era mestiza, a partir del siglo XVII, "aunque sean notorios los antiguos rasgos", como se adelanta a reconocer nuestro autor. Se nos trata de decir que verdaderamente no existe la etnia mapuche desde hace tres siglos. Nos cuesta comprender que quienes hablan mapudungu (lengua de la tierra), tienen los rasgos físicos que reconoce el señor Villalobos y observan los ritos y costumbres mapuches ya no sean auténticos mapuches, sino que mestizos. Esto nos recuerda el cuento del pato, el que tenía todos los atributos de tal, pero no lo era...
Nuestro respetado historiador pudo haber tomado en consideración que han transcurrido 450 años desde la conquista española, 190 desde la independencia y 118 años desde la violenta ocupación chilena de la Araucanía, porque pese a todo ello sigue altivo un pueblo con rasgos físicos de mapuche, y que hasta la comunidad internacional lo identifica y respeta como tal, a pesar del inevitable mestizaje producido - a lo largo de los siglos- por la presencia foránea de europeos y chilenos en sus dominios. Con curiosidad etnológica, pregunto: ¿Dónde están los chilenos racialmente puros?
Cuando hacemos referencia a los errores ancestrales podemos pensar en los antepasados remotos de una familia, comunidad o etnia; entonces, ¿cuáles fueron los errores incurridos por los antiguos mapuches para ocasionar la desastrosa situación de sus descendientes? El señor Villalobos nos responde que los mapuches se dejaron someter o derrotar por no presentar un frente unido, porque estuvieron divididos ante los españoles y chilenos y que, sin duda, fueron también responsables algunos caciques "que recibían sueldos y se les concedía el uso de un bastón de mando con puño de plata", motivo más que suficiente para no estar en condiciones de liderar una etnia siempre celosa de su libertad.
No obstante, queda pendiente la pregunta: ¿Cuáles fueron los errores de los españoles y chilenos para que hoy tengamos una etnia marginada y con dramáticos indicadores de pobreza? Lamentablemente, no se la formula el señor Villalobos, posiblemente por ser muy obvio el permanente conflicto que el pueblo mapuche mantuvo con los españoles y continúa encarando con los chilenos, como también lo son los despojos de sus tierras, de manera muy escandalosa por los chilenos, quienes entraron como invasores para "pacificar", es decir, para efectuar con más éxito que los hispanos la usurpación de ese territorio llamado Araucanía.
El señor Villalobos sostiene que "los propios araucanos formaron parte del aparato de dominación. Al hacerlo recibían recompensas, beneficios y algunos honores; pero lo que les atraía era disfrutar de las ventajas de la civilización material". Esto constituye una deformación de la realidad pasada y presente del pueblo mapuche. Si esta etnia hubiese recibido los beneficios y disfrutado de esas supuestas "ventajas de la civilización material", hoy no se encontraría en la situación de marginalidad que caracteriza a sus comunidades, ni hubiesen emigrado cientos de miles de mapuches para incorporarse a la masa asalariada de las ciudades de nuestro país.
La Iglesia Católica y, posteriormente, los protestantes han tratado de influir en la cultura mapuche, pero con un relativo éxito, por cuanto se han mantenido ancestrales creencias y una consmovisión que no concuerdan con religiones estrechamente asociadas con los conquistadores, invasores y usurpadores. Cuando el señor Villalobos argumenta que la moral cristiana impuso entre los mapuches "la justicia en lugar de la venganza, la monogamia y la condena a la homosexualidad, que era una práctica corriente", nos asalta la duda acerca de las fuentes, estudios empíricos y testimonios que utilizó para sostener tal conclusión. No conocemos ningún estudio científico que afirme, por ejemplo, que el homosexualismo se erradique o supere por virtud de creencias religiosas. Nos sorprende ahora tomar nota de que tal conducta era practicada por los mapuches, porque en rigor se debe diferenciar la homosexualidad congénita de aquella que obedece a un patrón cultural, como acontecía en la antigua Grecia, como se puede evidenciar documentadamente.
Qué aconsejable hubiese sido que el señor Villalobos hubiera suspendido, por un par de meses, el ejercicio de tramar su "history fiction", para recorrer, observar y convivir con unas 10 comunidades mapuches en la IX Región de nuestro Chile, para así poder cotejar sus afirmaciones surgidas de la "historia oficial" con los resultados concretos de "los beneficios" que han dejado las dos dominaciones sufridas por el pueblo mapuche.
Contrariamente a lo que piensa el señor Villalobos en su conclusión final, el pueblo mapuche no ha renunciado a derechos ancestrales, como lo son el recuperar parte de sus tierras usurpadas, deuda que reconocemos los chilenos que defendemos la posición de que todas nuestras etnias o pueblos originarios deben ser respetados para que se desarrollen de conformidad a los dictados de sus culturas, las cuales han perdurado heroicamente, pese a las "ventajas" e influencias culturales recibidas de sus dominadores y explotadores.