Desde hace años se viene denunciando la situación de exclusión educativa que padecen los pueblos indígenas de Chile, particularmente en la educación superior, por lo que la creación de universidades indígenas sería la solución a esta reivindicación que se viene reclamando desde hace más de medio siglo, pero no ha recibido respuestas. Si bien algunas universidades establecieron carreras y programas dirigidos a la población indígena, sus ofertas no lograron responder plenamente a las necesidades de los pueblos originarios.
En efecto, en Chile esta demanda de educación superior para los pueblos indígenas viene del 1910 con la Sociedad de Caupolicán y se retoma en los 40’ con la Corporación Araucana; en los años 70’ con la Federación de Estudiantes Indígenas; en los 90’ con los Hogares Indígenas, luego la universidad Mapuche de Purén y, últimamente, con la Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE), que lo planeta a nivel de movimiento estudiantil y como una demanda al Estado, para que éste cumpla su rol frente a la educación con pertinencia indígena e intercultural, que incluya las necesidades y cosmovisión de los pueblos Originarios, y no como un proyecto privado.La interculturalidad en la educación básica ha sido la única respuesta que ha dado el Estado en condiciones que dependen del porcentaje de estudiantes indígenas para dar los cursos, sin tomar en cuenta que los indígenas de Chile son los más interculturales, ya que hablan un idioma que no es propio y van a universidades que no son indígenas, de tal manera que la interculturalidad no ha sido un éxito, pues debe estar dirigida también a los no indígenas para que conozcan los pueblos originarios, su forma de ver el mundo, principios y sus idiomas. Sin embargo, no existe una política de Estado en torno a la educación de los pueblos indígenas en Chile, menos aún una política pública para la educación superior intercultural e indígena.
Los pueblos indígenas en Chile y América Latina demandan una universidad diferente, que dé respuesta a sus necesidades, con programas académicos sustentados en su propia espiritualidad y cosmovisión, que revaloricen y desarrollen los conocimientos y saberes propios desde el espacio académico, evitando que la universidad sea una de las formas de asimilación. Lo que no debería ser un problema, ya que en Chile existen colegios de todo tipo y religiones, donde se les enseñan los idiomas y culturas de esos países. Del mismo modo, existen también universidades de distinta tendencia ideológica y religiosas, por lo que no existe nada que indique que no pueda haber una universidad de los pueblos indígenas, además, no sería ninguna innovación, pues la mayoría de los países desarrollados y en vías de desarrollo cuentan con universidad para los pueblos originarios.
En efecto, en Nueva Zelanda el pueblo Maorí cuenta con tres universidades destinadas a su desarrollo como pueblo, mientras que en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia también es una realidad establecida hace años.
En este sentido, el proyecto de ley que busca la creación de una universidad indígena en Chile, propuesta elaborada en conjunto con la Fundación Desarrollo de Liderazgo Indígena y parlamentarios del Partido Federación Regionalista y el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Jaime Mulet, sería un gran avance para el país y no es ninguna invención, menos un peligro para la sociedad.
Para apoyar la construcción de sociedades plurales más allá de las simples declaraciones, donde la diferencia sea reconocida como una virtud que enriquece la convivencia democrática, donde mediante el consenso se logren cambios encaminados hacia la unidad del país, las universidad interculturales permiten lograr ese objetivo y contribuyen a la formación de profesionales y líderes indígenas cualificados y con capacidad de liderazgo para que puedan asumir, desde una perspectiva intercultural, tareas de articulación, participación y toma de decisiones que incidan en la política, economía y organización social de sus respectivas sociedades.
La democracia como régimen político requiere de ser delimitada, perfeccionada y redefinir los mecanismos para acceder al poder, ya que la democracia electoral no representa a todo el espectro particularmente la indígena. En este contexto, no cabe duda que los Pueblos Indígenas de Chile contribuyen a la democratización e interculturalización de las estructuras sociales, políticas y económicas del conjunto de la sociedad, a través del logro de sus propios objetivos y del desempeño de profesionales y líderes indígenas, reconocidos por su alto nivel de formación académica y política.
En efecto, las universidades se crean en el mundo para que contribuyan al desarrollo de los países, y Chile no se puede desarrollar en armonía si no se desarrollan los pueblos originarios, de tal manera que la universidad indígena intercultural contribuye sustancialmente en esta misión al transformarse en el pilar de la formación profesional indígena, que respondan a las demandas y requerimientos planteados por los pueblos a través de sus organizaciones y de los líderes que los representan, así se aporta sustancialmente al crecimiento del país desde el desarrollo de los pueblos indígenas. Además, y un punto no menos importante, es que son avaladas por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígena y el Convenio 169 de la OIT, ambos firmados y ratificados por Chile.
Por: Diego Ancalao, presidente Fundación Desarrollo de Liderazgo Indígena.