A sus 94 años, Juan Melinao es un testigo de la vida de los mapuches en la zona. Aquí, habla de las carencias de su infancia y de la relación con su nieto: "Los mapuches estamos mucho mejor que hace cincuenta años", dice.
POR ESTELA CABEZAS AGUIRRE La radio suena a todo volumen y mientras el viento trae rancheras y boleros, dos perros custodian la entrada de tierra y piedra que antecede la casa de Juan Melinao Curiqueo, el abuelo de Marcelo Salas, ex jugador de Universidad de Chile, River Plate, Lazio, Juventus, la Selección y ahora dirigente del fútbol de esta zona.Son las cuatro pm de una calurosa tarde de marzo y los llamados para buscar al dueño de casa se pierden en la música y -se asume- en la siesta. Los perros corren y vuelven revoloteando a este hombre de casi un metro setenta, ojos claros, pelo blanco, andar rengueado y un poco lento. No tiene cara de venir despertando.-Estaba cortando la leña, es que aquí vivo solo -dice.Saluda con la mano sudorosa y la respiración entrecortada.Tiene 94 años y no se ve cansado.Juan Melinao Curiqueo nació en Labranza, una localidad a 16 kilómetros de Temuco con cerros y planicie y donde han estado instalados desde siempre una parte importante de los mapuches de la zona.Fue el primero de nueve hermanos, tuvo padre y madre mapuche y desde pequeño supo de la vida dura.-Yo nací en 1919 y conocí tiempos malos. Había mucha escasez, pobreza. Nosotros éramos nueve hermanos, mi papá no trabajaba, mi mamá hacía cualquier cosa, tejidos por ejemplo, y los vendía, con eso compraba las cosas para comer. Nos faltaba de todo, incluso lo básico, como harina cruda. Para salir adelante hacíamos huertas, plantábamos verduras y luego las íbamos a vender a Temuco, a la calle. Teníamos que irnos caminando muy temprano, a mediodía estábamos de vuelta y había que traer algo para la casa, no tanto la plata. Cuando empecé a vender tendría unos 9 años.Dice que los mapuches estaban integrados con los chilenos y que él no sentía la discriminación.-Los pobres eran todos pobres. Yo tenía mucha amistad con los chilenos, cuando era joven tenía buen contacto con los niños del colegio. Nunca, nunca, nunca me trataron mal. La familia por donde pasaba cuando volvía de la escuela, me quería. Ellos tenían mucha quinta y cuando yo pasaba, la señora me decía "Juanito por qué no ayuda a los niños a tomar las manzanas" y yo decía "ya". Ahí nos quedábamos toda la tarde, luego nos pagaban, nos daban 10 centavos y podía traer cosas a la casa. Mi mamá se ponía tan contenta.-¿Por qué había tanta escasez?-En ese tiempo se cosechaba muy poco. La gente, los campesinos, sembraban poco, y a veces les iba bien, a veces mal. Había poco terreno, los que tenían terreno no daban. Nosotros teníamos tres hectáreas y en eso trabajábamos.-¿No había trabajo en los fundos?-Los dueños de los fundos nos daban trabajo, pero había que ir para allá a trabajar.-¿Y ese era un buen sistema para los mapuches?-Para mí era bueno, porque nos daban todo, todas las garantías y no lo pasábamos mal. En Labranza, una localidad que hoy esta catalogada como dormitorio de Temuco y que se conecta vía carretera con esa ciudad, no ha habido tomas de terreno, ni situaciones de violencia. Ni ahora ni nunca. Es el lado pacífico de Temuco, el lugar donde los Melinao tienen su comunidad: a un lado de donde el abuelo de Marcelo Salas tiene su casa, está la tierra que le dejaron en herencia sus padres. Ahí todavía vive una de sus hermanas, en el otro lado vive otro de sus hermanos. Son muchos los Melinao que viven en esta tierra.Aquí carabineros, mapuches y chilenos parecen llevarse bien.-Hoy los mapuches estamos mucho mejor que hace cincuenta años, porque ahora se consiguen cosas. Habiendo plata, como se dice, se compran huevos. Lo malo es que en las comunidades ya no queda gente joven, están todos en el pueblo trabajando, entonces no hay mano de obra. No hay quien ayude. Yo, por ejemplo, no tendría que estar picando leña, pero avisé que ofrecía trabajo y nadie vino. Y no se paga poco, 20 mil pesos por picarla, 15 por cortar el árbol y 15 mil más por acarrearla. Juan Melinao dejó su casa en Labranza a los 19 años. Partió al Ejército, donde estuvo dos décadas y trabajó como maestro panadero.-Éramos 60 entre planta y conscriptos en el primer turno. Hacíamos 120 quintales en la noche para todo el regimiento. Era un pan muy bueno el que yo hacía -dice.Cuando se retiró -lo destinaron a Antofagasta y no quiso dejar a su señora y a sus hijos solos- tomó el dinero que le entregaron en el Ejército y puso una panadería. De ese trabajo tiene uno de los mejores recuerdos con su nieto Marcelo Salas.-Marcelo era guagua, unos seis meses apenitas, y ya salía conmigo a repartir el pan. No era tan voluntario: mi hija tenía negocios, entonces yo le iba a dejar pan en la mañana y el niño, cuando sentía que llegaba un vehículo, se ponía a llorar. Entonces yo le decía a mi hija, "¿qué le pasa a Marcelo? "A donde lo siente a usted", me decía. Si lo iba a ver, se callaba, pero cuando me iba no paraba de llorar. Tuve que empezar a sacarlo conmigo a repartir el pan. Me lo llevaba con pañales, mamadera y lo iba a devolver como a la una. Así estuvimos hasta como los 6 años.La época de la panadería fue de bonanza. Entregaba pan a casi todo Temuco y a los pueblos cercanos. Pero le comenzaron a robar y ya no tuvo para pagar.Cerró la panadería en 1988 y desde esa fecha vive aquí, en Labranza, solo. Su señora se quedó poco tiempo viviendo ahí con él. Hoy ella está con una de sus hijas en Padre de las Casas.-Estoy bien aquí. Cuando voy a Temuco me traigo mi pan, cuando viene mi gente me traen pan, porque vienen todos los domingos. Viene la mamá de Marcelo, la hermana, y muchas otras personas -dice mientras ofrece unos arándanos que le trajo la hermana de Marcelo Salas y que son del fundo del ex futbolista. -Marcelo tiene fundos, son 57 hectáreas plantadas de arándanos, con más de 550 empleados. Todo lo que se planta lo exporta -dice.No es el único negocio de Marcelo Salas, quien luego de retirarse del fútbol en 2008 estudió un diplomado en Gestión y Marketing de las Comunicaciones Deportivas: es propietario del club Unión Temuco, equipo que acaba de fusionarse con Deportes Temuco para formar un solo club en la ciudad. También es dueño de M11-Salas Producciones, empresa enfocada en realizar eventos deportivos, clínicas deportivas y charlas motivacionales. Esta empresa es también la encargada de administrar los dos clubes deportivos que el ex futbolista tiene en Viña del Mar y en Temuco, donde ofrece canchas de futbolito, además de escuela de fútbol para niños en los veranos.-¿Qué opina de Marcelo Salas como empresario del fútbol?Hace un gesto con la mano y dice:-Él se está forrando, ni sabe cuánta plata tiene. Yo le pregunto a veces, "oye papi y la plata de las europas, cuánto es". "Ni sé cuánto", me responde. Y esa es la envidia que hay aquí en Temuco hacia él, porque dicen "¿de dónde saca plata?". Y claro si para hacer sus negocios, Marcelo no necesita pedirle a nadie, ni préstamos. Y a la gente de acá le gustaría que él les fuera a pedir plata. Él hace negocios, si le conviene, lo hace. Si no, no.-Marcelo es cariñoso conmigo. Para mí es como un niño, cada vez que nos vemos nos abrazamos, nos saludamos de beso. Yo al verlo me emociono, porque es un hombre que tiene coraje -dice.Descansa un momento y continúa:-Marcelo de chico siempre conseguía lo que quería, era como el rey de la casa, muy regalón. Hasta hoy es así conmigo. Para su despedida yo estaba aquí y tenía un problema con un dedo, entonces cuando llegaron allá y vio que iban todos, menos yo, preguntó: "Y mi abuelo, por qué no vino". Al final me mandó a buscar y me tuve que ir en un avión de la FACh que él mismo se consiguió. Me trajeron de vuelta al otro día, yo me tenía que venir altiro porque la casa estaba sola. Cuando estábamos en la despedida, los entrenadores decían: "Aquí está la raíz de Marcelo". Todos me saludaban.En la casa de madera de Juan Melinao hay dos cosas que recuerdan a Marcelo Salas: un póster enmarcado con la foto del jugador vestido con el uniforme de la Universidad de Chile y que tiene la leyenda "para mi abuelo con cariño" y una foto de él con look de veinteañero junto a sus abuelos. Juan Melinao tiene el pelo negro en el retrato.El abuelo de Marcelo Salas dice que siempre estuvo seguro que su nieto iba a llegar lejos en el fútbol, pero no sabía muy bien qué iba a hacer después. Que todo lo que ha hecho ahora lo sorprende. Y la emoción se filtra en su cara cuando repite esas palabras.-Él es un gran jugador, no hay jugador que se le compare. El otro día no más estaban diciendo en la tele: "no hay goleador como Marcelo Salas". Nosotros lo echamos de menos a él, porque se retiró muy pronto. Todos queríamos que se quedara, él quería también, pero ya quería dedicarse a los negocios. Juan Melinao no alcanzó a cumplir los años para lograr la pensión de los militares jubilados. Por eso cuando en septiembre de 1973 le pidieron que volviera para terminar su carrera, él se complicó.-Necesitaban gente urgente, pero no quise -dice y evalúa esos años: En el tiempo de Pinochet nosotros estuvimos bien. La plata parece que valía más, usted iba con mil pesos a la feria y traía de todo y ahora no trae nada. Un kilo de pan en ese tiempo valía 60 centavos y ahora, 1.200 pesos; el más barato 900 pesos. Eso quiere decir que no estamos bien. Claro que con este Presidente algo ha cambiado, el sueldo por lo menos ha aumentado un poco.-¿Qué le parece Sebastián Piñera?-Me gusta lo que está haciendo, podría hacer más pero como no tiene mayoría en el Congreso...Se queda en silencio y continúa:-En el tema mapuche el Gobierno debería dar más ayuda. Lo que se hace ahora no es suficiente. El INDAP hace sus negocios aparte. No tengo una buena opinión de ellos, porque son comerciantes y la ayuda no se ve. Eso es lo malo que hay. Yo les encuentro razón a los que reclaman, porque no es llegar y apoderarse de unos terrenos que no son suyos. Aunque los mapuches también tienen culpa. Supongamos que a un latifundista le quitan el terreno que está ocupando, de mil hectáreas. Si se lo entregan a los mapuches no lo van a trabajar como lo están trabajando los que viven ahí. Yo lo he visto: En Freire había un fundo con una lechería, se la dieron a esas comunidades y no hicieron nada. Lo que pasó fue que tuvieron que vender el terreno al que vivía ahí. Ahora está la lechería de nuevo.-¿Qué tendencia política tiene usted?-Siempre he sido de derecha, y moriré siendo de derecha.-¿Y su familia?-También.-¿Y Marcelo Salas?-También.El terreno que habita Juan Melinao, tiene una casa, una cabañita recién construida, varias gallinas, unas ovejas y muchos árboles que fueron plantados por él cuando llegó a vivir acá.
Muchas botellas están botadas por el lugar, también pedazos de madera. Él cuida su terreno solo.-Me levantó temprano, 6.30 de la mañana. Les doy comida a los pollos, tengo unas ovejitas y las saco, las alimento. Luego tomo desayuno. Hago cualquier cosa para no aburrirme. Veo tele, me gusta el fútbol, pero lo que más veo, tipo ocho, nueve, son películas buenas. Y veo las noticias.-Usted tiene un estilo muy jovial. No parece de 94 años.-Sí, todos me lo dicen. Y yo me lo creo, por eso les digo: cuando cumpla un siglo voy a empezar de nuevo.Cierra los ojos y camina. _________ "Para hacer sus negocios, Marcelo no necesita pedirle a nadie, ni préstamos. Y a la gente de acá le gustaría que él les fuera a pedir plata."
"Los pobres eran todos pobres. Yo tenía mucha amistad con los chilenos. Nunca, nunca, nunca me trataron mal."