Insertar los conceptos comercio justo o conciencia social en la alta costura era una misión difícil, más aun cuando se trataba de un producto que venía de tan lejos como el sur de Chile. Pero la diseñadora estadounidense Jasmine Aarons encontró la manera de hacerlo, llevando prendas de artesanas de Temuco hasta la Semana de la Moda de Nueva York. Hacer un puente entre la industria de la moda y el arte de las tejedoras, asegura, es el camino más eficiente para empoderar a las mujeres de las comunidades indígenas.

Para la estadounidense Jasmine Aarons, creadora de la marca VOZ, el momento fue más que emocionante: en medio del frenesí mediático de la Semana de la Moda de Nueva York, a comienzos de año, su trabajo recibió aplausos cerrados. Ocurrió en el Elle Style 360, un evento paralelo a la pasarela neoyorquina, y eso bastó para que su etiqueta -tras menos de dos años de existencia- fuera reconocida por los medios internacionales y parte del mundillo de la moda de la Gran Manzana como una iniciativa sustentable valiosa.

El Huffington Post la mencionó en un reportaje titulado "Por qué la Semana de la Moda se está poniendo verde" sobre moda ecológica y responsabilidad social, y valoró su trabajo con artesanos. Por su lado, The Daily Front Row, el semanario que circula durante la Fashion Week, destacó el "poncho Alerce" de la colección como una opción de estilo alternativo. Distintos medios ecológicos también resaltaron las creaciones de VOZ.

Tanto elogio no llegó por sí solo: Esta marca de ropa y accesorios con sede en Chile y Nueva York piensa en grande. Nació del deseo de su creadora de hacer de puente entre la industria de la moda y el arte de tejedores mapuches. El objetivo principal: conectar a las artesanas con clientes potenciales. Y lo que partió casi como un experimento, dio resultados más allá de lo esperado. Actualmente VOZ no solo es integrante de Pratt, una prestigiosa incubadora de diseño sustentable, y ha sido apoyada por proyectos nacionales como Start Up Chile y Fundación Chile. También ha logrado captar la atención de costureros expertos a través del mundo.

-En Nueva York lo mapuche es algo fresco, nuevo, que no se conoce. La gente sabe de Chile por el vino o Pablo Neruda, pero lo mapuche le resulta muy exótico. Eso lo hace atractivo para la moda -explica Jasmine, directora general de VOZ, de paso por Santiago.

La mayor parte del tiempo, esta diseñadora industrial lo pasa en Brooklyn, donde vive. Desde una oficina ubicada en las instalaciones de Pratt, coordina los canales de venta, las pasarelas y busca financiamiento. Allí también, expertos en diseño -como Carmen Artigas, formada en Milán con Alexander McQueen- la asesoran en la edición de las colecciones. Y desde allá monitorea el taller de Temuco, una especie de universidad de diseño colaborativo donde se terminan de diseñar y se confeccionan las colecciones. Lo hacen diseñadores chilenos, visitantes internacionales, y un grupo local conformado por 22 artesanas tejedoras y tres costureras. Una de las últimas visitas fue la de la diseñadora y artista de fieltro japonesa Kaori Tsuji, quien vive en Concepción y viajó a dictarles un taller.

-Los diseñadores ven en este proyecto una oportunidad muy especial para estar en contacto con las artesanas. En cierto sentido estaban esperando este momento, en que pueden hacer la diferencia con su trabajo -explica Jasmine.

La diferencia principal con la mayoría de las fundaciones y cooperativas, es que VOZ se mueve en los tiempos reales de la moda. Y eso la ha llevado a crecer ágilmente.

-No puedes ser una ONG lenta y estar al mismo tiempo en el rubro de la moda. Necesitas sacar colecciones a tiempo, participar en desfiles e informar a la prensa y a los compradores -dice su creadora, mientras se apronta a trabajar con las artesanas de Temuco para la colección primavera-verano.

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Dice que Chile la eligió a ella. Jasmine tenía 23 años cuando, al terminar sus estudios de diseño industrial y artes en la Universidad de Stanford, en San Francisco, viajó a Cuzco con el objetivo de conocer los diseños ceremoniales de la cultura andina.

Allí se encontró con un panorama desolador. "Los artesanos vivían bajo una presión horrible por la globalización, ya que debían competir con copias hechas a máquina por el 10% del valor y del tiempo que les ocupaba a ellos hacer un producto a mano. Así comencé a notar que los únicos que podían competir eran los que habían innovado con sus diseños. Decidí que debía empezar a actuar", explica.

Al volver de su viaje postuló a una beca para poner en marcha un taller de innovación en diseño en comunidades indígenas. De todos los correos que envió, muchos quedaron sin respuesta, pero Fundación Chol Chol le ofreció viajar a Chile. Sabiendo poco de nuestro país y sin hablar una gota de español, partió a Labranza en Temuco con una beca de tres meses que se extendió a cinco.

Allí se encontró con los símbolos mapuches, las técnicas, los telares y los teñidos vegetales, pero aun más importante, se encontró con un grupo de mujeres talentosas dispuestas a desarrollar su creatividad al máximo.

-Fue un proceso hermoso, al principio se mostraban tímidas y escondían sus trabajos, luego fueron abriéndose y se formó un espacio de creatividad seguro. Fue la experiencia de mi vida -recuerda Jasmine.

Con los trabajos realizados en la Fundación Chol Chol volvió a Estados Unidos a exhibirlos en ferias de comercio justo. Intentando vender los productos encontró la pieza que faltaba para dar pie a su proyecto.

-Quedé muy poco impresionada con lo que vi en las ferias. El comercio justo, a pesar que trabajaba con cadenas de producción responsables y éticas, era poco innovador y quedaba fuera de los mercados normales. Entonces había una contradicción: por un lado el mundo de la moda era poco ético, y por otro, comercio justo no estaba de moda -dice.

Luego de un tiempo volvió a Chile. Esta vez para llevar a cabo su propia idea: una empresa que pudiera insertarse en el mundo de la moda, y que considerara a las artesanas en comercio justo. Ambiciosa, escalable y ética: así nació VOZ.

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En Labranza, a unos 16 kilómetros de Temuco por la carretera local, se encuentra el taller de VOZ. Allí vive la diseñadora chilena Loreto Mardones, directora de moda y producción del proyecto, quien está encargada de llevar a cabo el trabajo con las artesanas. Admite que la logística es complicada.

-Para las artesanas el trabajo es bien sacrificado ya que la mayoría vive en el campo, donde se ocupan de sus animales y de su casa. Allí pasan micros dos veces al día y tienen que caminar, luego llegar a Nueva Imperial y de ahí venir a Labranza. Por eso es tan emocionante ver su trabajo en las pasarelas internacionales, en revistas o en ciudades como Nueva York o San Francisco -cuenta Lorena.

Tal es el caso de Verónica Currivil, tejedora a telar de 43 años, que vive en un campo cercano a Nueva Imperial con su madre y su única hija. Para llegar al taller debe recorrer 18 kilómetros y luego esperar uno de los buses que van para Labranza. Aprendió a tejer por su madre, quien luego de enviudar tuvo que salir a vender sus tejidos al campo, a las calles o a los terminales de buses para poder mantener a sus siete hijos. Verónica aprendió mirándola trabajar.

Conoció a Jasmine en la Fundación Chol Chol y se entusiasmó con el proyecto. "Dejamos de hacer frazadas o bajadas de cama y comenzamos a hacer diseños nuevos. Entendimos que éramos capaces de traspasar lo rústico y hacer algo fino, bonito y bueno. Eso es un orgullo", dice Verónica.

Si bien las artesanas trabajan desde sus casas con telares grandes y pesados, deben asistir periódicamente al taller de Labranza para planificar las colecciones. Allí se imparten clases con los invitados internacionales, expertos en simbología ancestral o maestros en técnicas de teñido.

-Estamos constantemente intercambiando sabidurías. A las artesanas les mostramos libros y revistas con tendencias y a las tiendas les hacemos unos paquetes que informan sobre lo que significa la textilería mapuche. Así todos aprendemos, desde los compradores hasta las artesanas, y cada uno está dando todo lo que sabe al resto grupo -cuenta Jasmine.

Por eso mismo todas participan en el proceso creativo de las colecciones y experimentan en conjunto nuevos cortes y materiales. "Somos un producto comercial pero que cuenta historia humana. La idea es crear algo especial y absolutamente único en su contexto. Experimentamos con materiales como el algodón, y los combinamos con seda y baby alpaca y a la vez lucimos la artesanía sagrada con maestras artesanas que son talentosas. Por ello, todo lo que hacemos es con gran respeto y cuidado", agrega.

Jasmine y Loreto aseguran que esta es la primera etapa de lo que será una empresa escalable a otras culturas y países sudamericanos. Trabajo no les falta. Por ahora se preparan para mantener el ritmo de participación en pasarelas internacionales, mercados de moda mayorista, ferias y lanzamientos.

-Eventos como New York Fashion Week nos entregan muchísimas oportunidades. Aquí hay poca gente que conoce valores sociales, pocos se preocupan de ello. Por eso mismo estamos tratando de abrir puertas para artesanas y a la vez las mentes de los líderes de la industria -dice Jasmine

Actualmente venden en diez boutiques exclusivas en ciudades como Nueva York, Los Angeles o San Francisco y acaban de llegar a Canadá. En Chile están en los hoteles W, Noi Santiago, la tienda de Arte Origen y online por www.madebyvoz.com.

-En cierto sentido, el mundo de la moda provee de espacios a lo exclusivo y hecho a mano. Por ello la artesanía está protegida tanto en su precio, como en su concepto de marca. Asimismo, nosotras no estamos tratando de hacer algo barato, sino intentando reflejar un proceso ancestral para gente que puede pagarlo -concluye Jasmine.

"En Nueva York lo mapuche es algo fresco, nuevo, que no se conoce. La gente sabe de Chile por el vino o Pablo Neruda, pero lo mapuche le resulta muy exótico. Eso lo hace atractivo para la moda".

"Para las artesanas el trabajo es bien sacrificado ya que la mayoría vive en el campo. Por eso es tan emocionante ver su trabajo en las pasarelas internacionales".

"El mundo de la moda provee de espacios a lo exclusivo y hecho a mano. Nosotras estamos intentando reflejar un proceso ancestral para gente que puede pagarlo".


Por Emilia de la Fuente.