Hermanos y hermanas mapuches
Discurso pronunciado por Guido Eytel en el acto realizado el miércoles 12 de agosto el la Plaza de Armas de Temuco.

Hermanos y hermanas mapuches.
Amigas y amigos.

Quiero tratar de representar aquí el sentimiento y el pensar de muchos no mapuches que rechazan la actitud avasalladora y prepotente del gran capital que, en complicidad con el Estado, quieren seguir lucrando, a costa esta vez del pueblo pehuenche.

No todos nos tragamos las píldoras neoliberales, no todos nos tragamos las mentiras de cada día que nos hablan de modernidad y de progreso.

¿De qué progreso nos están hablando? ¿Del enriquecimiento de unos pocos a costa de todo un pueblo, de toda una cultura que ha sobrevivido durante siglos en las condiciones más adversas?

Al gran capital no le interesa la cultura, no le interesa la naturaleza, no le interesa la vida de todo un pueblo. Porque el gran capital no tiene patria, no tiene las raíces puestas en ninguna tierra y se pasea por todo el planeta buscando dónde seguir aumentando su riqueza. Para eso cuentan con la venia del Estado chileno, que durante toda su historia se ha caracterizado por una actitud hipócrita frente a nuestros pueblos originarios. Por un lado se alaba el heroísmo del pueblo mapuche (pero cuando guerreaba contra los españoles, eso sí) y por otro, en la vida diaria, real, no en el discurso, se le roban sus tierras, se le arrincona y se trata de engañarlo con tretas y laberintos legales.

Estamos aquí para decir a los hermanos mapuches que no están solos en su lucha. Que hay trabajadores, artistas, escritores, profesionales, que están junto a ellos y que no comparten la prepotencia de las grandes empresas y del Estado chileno.

Pero estamos aquí, también, porque una mujer nos señaló con su ejemplo que es posible ser digno hoy en Chile.

Esa mujer, esa señora, esa papai, nos demostró que podrá ser muy inmenso el poder del dinero, muy inmenso el poder de la máquina estatal, pero no hay poder capaz de enfrentarse cara a cara con una causa justa. Esa mujer, esa señora que le tiró los platos al ministro, que lo obligó a esconderse en una pieza, tuvo el valor, el coraje, de enfrentarse a toda esa inmensa maquinaria.

Y lo hizo porque no era solamente ella la que estaba allí. Estaban todos sus antepasados y todos sus descendientes. Estaba su estirpe. Estaba su sangre, todas sus sangres.

Esa señora nos demostró con su ejemplo que es posible enfrentarse a la injusticia y a la prepotencia.

¡Qué fuerza había en su actitud! ¡Qué distinta a la imagen de todos los días en que los políticos se sonríen unos a otros o simulan peleas de puro teatro para después ponerse de acuerdo en los camarines y repartirse las ganancias de este gran negocio en que han convertido el país!

Estamos aquí por ese ejemplo de dignidad.

Estamos aquí porque no aceptamos que por construir una represa (y de paso hinchar los bolsillos de los empresarios) se trate de exterminar a todo un pueblo.

Estamos aquí porque rechazamos un tipo de sociedad que tiene como banderas el egoísmo y la avaricia.

Estamos aquí porque rechazamos la injusticia. La que se pretende cometer ahora y las que se han cometido en el pasado.

Estamos aquí porque es la dignidad humana la que está amenazada. Nuestra dignidad, porque todos seremos responsables si dejamos que se cometa este crimen.

Estamos aquí porque queremos decirles a nuestros hermanos mapuches que no están solos, que la justicia de su lucha nos obliga a estar de su lado. Porque esa lucha es también NUESTRA lucha, la lucha por defender la tierra de estos asaltantes que pretenden convertir todo en dinero para llevárselo a sus tumbas, sin importarles que sea también la tumba de toda la humanidad.

Estamos aquí para unir nuestra voz a la de los hermanos mapuches y gritar junto a ellos:

¡ MARI CHI WEU !

Fuente: CHILE-H, Discussion Regarding the Chilean Social Sciences, Fri, 14 Aug 1998
Author: Guido Eytel, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.