En el fundo Cerro Negro, de 2.500 hectáreas, alrededor de 250 personas se congregaron desde las 21 horas del sábado para participar en la rogativa por la recuperación de tierras. Y es que no sólo la comunidad de Comillahue mantiene tomado este fundo, sino que en esa misma situación se encuentra la de Anillén, que ocupó el fundo Los Ajos, de 700 hectáreas; y la comunidad de Tranicura, que ''recuperó'' mil hectáreas en el fundo del mismo nombre. Diario El Sur, 26 de febrero de 2001


lunes 26 de febrero de 2001

La vía pacífica pierde fuerza
Nguillatún de la gente de la costa

  • La larga jornada que partió con danzas y oraciones culminó con la declaración final de los dirigentes lafquenches.
  • Indígenas y huincas pidieron una vez más la recuperación de sus tierras ancestrales.
Texto: Roberto Fernández
Fotos: Guillermo Salgado

Perdida entre los cerros, donde los pinos se mezclan con el bosque nativo, la gente de la costa -o lafquenches como se autodenominan- vive en pequeños predios, ''que ni siquiera alcanzan para criar un animal'', dicen, y su campestre tranquilidad es de pronto interrumpida por caravanas de vehículos y carretas que transportan a los hermanos de otras comunidades. La razón: un multitudinario nguillatún.

En el fundo Cerro Negro, de 2.500 hectáreas, alrededor de 250 personas se congregaron desde las 21 horas del sábado para participar en la rogativa por la recuperación de tierras. Y es que no sólo la comunidad de Comillahue mantiene tomado este fundo, sino que en esa misma situación se encuentra la de Anillén, que ocupó el fundo Los Ajos, de 700 hectáreas; y la comunidad de Tranicura, que ''recuperó'' mil hectáreas en el fundo del mismo nombre.

Eran las 11 de la noche cuando comenzó a sonar el cultrún, llamando a mapuches y huincas invitados para danzar en círculo alrededor del rehue -altar construido con dos ramas de canelo enterradas en forma paralela- y escuchar las oraciones de la machi.

Los rostros redondos y morenos se confundían con los de algunas francesas rubias y de otros tantos chilenos, que trataban de entender las oraciones en mapudungún, que hablaban de recuperar tierras ancestrales y de los abuelos que nacieron en ese fundo.

Toda la noche sonó la música y alumbraron y calentaron las fogatas. Los representantes de otras comunidades resistían al igual que los anfitriones. Hermanos de Contulmo, Cañete, Lumaco, Los Alamos, Nueva Imperial y de toda la costa de las provincias de Arauco y Malleco vieron un espectacular amanecer con olor a mar, y sientieron la presencia de Dios en ese instante, dijeron.

Se hicieron fuertes críticas al gobierno y a las empresas forestales, a unos porque los abandonaron y a los otros por explotar la tierra que reclaman. ''No nos hemos dado por vencidos'', señala Luis Llanquilef, sociólogo e ideólogo de la agrupación Identidad Lafquenche.

Sin embargo, el clima de violencia se respira en Tirúa, principalmente entre los jóvenes, ya que si bien el nguillatún pacífico fue catalogado como exitoso, su escasa concurrencia demostró que son muchos los mapuches que están optando por la vía violenta para exigir sus derechos.


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