La Araucanía hoy es una zona caliente. Si bien en Temuco y en los concurridos balnearios de la IX Región, como Pucón y Villarrica, todo esta contagiado con un distendido ambiente propio del verano, al interior de las comunidades se vive un tensa calma debido al recrudecimiento del conflicto mapuche y la agudización de las acciones violentas. "La movilización no se detendrá. Estamos esperando que las autoridades escuchen nuestras demandas, ya que en la actualidad sólo trabajamos para sobrevivir", cuenta José Hernán Ñancupil, lonko que a sus 37 años debe guiar los destinos de la comunidad Nalcahue, que habita terrenos ubicados a 19 kilómetros de Temuco y que tiene como vecino a la Forestal Arauco. Infografia. La Tercera en Internet, 4 de febrero de 2001

 

04 de Febrero de 2001

Las 15 comunidades que luchan en las principales zonas en disputa actúan coordinadamente y con participación de niños y mujeres
El conflicto mapuche por dentro

Tanto los indígenas que pugnan por conseguir sus reivindicaciones territoriales como los carabineros apostados en cada predio que ha sido foco de incidentes cuentan cómo han vivido la agudización de esta disputa

Jose Ignacio Saffie, enviado especial




En las cercanías del fundo Ginebra, en Collipulli, propiedad de particulares, la comunidad Choin Lafkenche -integrada por los hermanos Luis y Víctor Ancalaf- realiza las labores de cosecha del trigo. 

(Foto: CLAUDIO SANTANA)


Policías cansados de tanta tensión
Los últimos hechos de violencia registrados en la zona de conflicto -que abarca entre Concepción y Osorno- y las continuas críticas que ha recibido el gobierno por la forma en que ha abordado el conflicto, han hecho que se despliegue un importante operativo policial en la Octava y Novena Región, principalmente por la acción de encapuchados. 

Basta salir de las ciudades y adentrarse en los fundos y comunidades en conflicto para constatar la presencia de importantes contingentes de Carabineros que patrullan los caminos y las faenas al interior de los predios. "El personal de Fuerzas Especiales se instala en los fundos a petición de los tribunales y su misión es resguardar las faenas. Por lo general, la presencia de carabineros evita los enfrentamientos", aseguró un suboficial al interior del fundo Ginebra, quien pertenece a este contingente y fue enviado desde Santiago. 

Las largas semanas que han debido pasar resguardando las faenas forestales ya los empiezan a cansar. "Uno está preparado para esto, pero cuando no eres de la zona, la tensión es mayor, estás lejos de tu familia y eso te complica", explica otro policía. 

Las continuas denuncias de maltrato que realizan los mapuches son desmentidas por los efectivos policiales, quienes aseguran que sus procedimientos se ajustan a un uso controlado de la fuerza. "Nuestras actuaciones se realizan a petición de los afectados y el tribunal. Cuando en las manifestaciones participan mujeres y niños, no se utilizan bombas lacrimógenas ni escopetas antimotines. Por el contrario, intentamos que ellos no salgan dañados", afirmó el subprefecto de los servicios de la Prefectura Cautín, comandante Alejandro Salinas. 

El policía agregó que es injusto acusar a los carabineros de exceso de fuerza. "Estoy presente en todos los operativos y sé que no se usa violencia innecesaria, porque así son las instrucciones que doy. Además no hay que olvidar que somos atacados con palos, boleadoras y herramientas agrícolas e incluso a veces con hachas. No es para nada una situación fácil", aseguró. 

La fuerte presencia policial se ha traducido en el uso de carros lanzagua, vehículos blindados y tanquetas, pues -según justificaron- deben responder a verdaderas tácticas de guerra utilizadas por los mapuches, como cortes de caminos, emboscadas y ataques durante la noche. 


Vea la infografía
  • Zonas de conflicto mapuche

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    La Araucanía hoy es una zona caliente. Si bien en Temuco y en los concurridos balnearios de la IX Región, como Pucón y Villarrica, todo esta contagiado con un distendido ambiente propio del verano, al interior de las comunidades se vive un tensa calma debido al recrudecimiento del conflicto mapuche y la agudización de las acciones violentas.

    "La movilización no se detendrá. Estamos esperando que las autoridades escuchen nuestras demandas, ya que en la actualidad sólo trabajamos para sobrevivir", cuenta José Hernán Ñancupil, lonko que a sus 37 años debe guiar los destinos de la comunidad Nalcahue, que habita terrenos ubicados a 19 kilómetros de Temuco y que tiene como vecino a la Forestal Arauco.

    En las zonas de la IX Región donde se han registrado los últimos actos violentistas, las cuales básicamente son cuatro, no es extraño percibir en forma constante el olor a humo que tienen los campos incendiados por encapuchados. Sólo la semana pasada hubo tres siniestros que tienen por objeto lograr las "reivindicaciones territoriales" de las 15 comunidades que están en "pié de guerra" con las empresas forestales y agricultores de la zona.

    "Es cosa de recorrer los campos para darse cuenta que estamos en una situación crítica, hay carabineros por todos lados, te revisan, te piden documentos y todas esas cosas. Nosotros lo único que queremos es tener algo más de lo que actualmente poseemos. Yo tengo sólo una hectárea de terreno a mi nombre y no sé qué voy a hacer cuando mis hijos crezcan, porque con eso no nos alcanzará ni para comer", agrega el lonko que exige para su comunidad parte del terreno del fundo El Carmen, propiedad de la forestal Bosques Arauco.

    Nueva conciencia

    Las comunidades que se encuentran realizando acciones violentas son las que habitan en las cercanías de Collipulli, Tirúa, Galvarino y Temuco, donde se han concentrado los ataques incendiarios y enfrentamientos con Carabineros. Además, adhieren a la Coordinadora de Comunidades en Conflicto de Arauco y Malleco, el grupo más radical del movimiento indígena.

    A diferencia de como ha sido en el pasado, estos humildes comuneros hoy en día tienen claro que ocuparán todos los métodos necesarios para obtener tierras y salir de la situación de miseria por la que atraviesan. El principal problema que hoy deben afrontar son las escasas posibilidades de superarse, ya que la tierra no va a la par con el crecimiento de la familia, "los jóvenes deben abandonar su comunidad, lo que implica una pérdida de identidad y prácticamente sepultar nuestra cultura, eso es lo que queremos evitar", explicó Juan Tranamil, lonko de la comunidad Temulemu en las cercanías de Traiguén Asimismo, los comuneros señalan continuamente que viven en una zona militarizada. "Cuando los mapuches andan por los caminos rurales son revisados y fiscalizados por Carabineros. Eso no puede ser, que por el sólo hecho de ser mapuche seas un sospechoso", explicó a La Tercera Víctor Ancalaf, líder de la Coordinadora y sindicado como el principal agitador de Collipulli.

    Los líderes de las comunidades radicalizadas, advierten que "tenemos muy claro lo que queremos y no renunciaremos a ello, porque no tenemos miedo. Queremos poder determinar nosotros cual es el destino que mejor nos conviene y no el gobierno", asegura José Ñancupil.

    Es por ello que en las acciones violentista se involucran las mujeres y niños de cada comunidad. La participación de ellos se remite a ocupaciones de terreno y defensa en los casos en que son reprimidos por Carabineros. "Es mentira que los usemos como escudos, somos familias que luchan por lograr lo básico para subsistir", dice José Huenchunao, otro de los máximos dirigentes de la Coordinadora.

    Por su parte, las comunidades ya no actúan solas, sino unidas a través de la coordinadora. Están al tanto de lo que sucede en otras zonas y como se desarrollan las movilizaciones, "hoy los comuneros se ayudan, se apoyan y buscan juntos lograr el objetivo de acceder a la tierra. La movilización masiva tiene mayores posibilidades de éxito", asegura Ancalaf.

    También niegan la participación de infiltrados y preparación militar de sus dirigentes. "Es mentira que tengamos preparación en el extranjero. Héctor Llaintul no es un comandante, nosotros no somos terroristas", agrega Huenchunao. Sin embargo, en marzo de 1999 este comunero, junto a otros encapuchados, atacó un campamento de Carabineros instalado en el sector Chorrillos, demostrando tener un profundo conocimiento de tácticas evasivas.
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     

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