El nacimiento de este museo se debe a la ilusión de Pablo Korchenewski (un poblador patagónico de origen ruso), que donó su gigantesca colección arqueológica; a la Fundación Ameghino, y el aporte de la Compañía de Tierras Sud Argentino y el Benetton Group, que cedió el sitio dentro de su estancia y unos 800 mil dólares en distintas inversiones. "Desde un principio decidimos que tenía que ser un museo vivo y dinámico -declaró en su momento el mecenas- y no una simple y polvorienta acumulación de piezas." La Nación (Buenos Aires), 15 de septiembre de 2003.

 
Buenos Aires, 15 de septiembre de 2003.
Recuerdos de aborígenes e inmigrantes

El Museo Leleque cuenta la historia de la Patagonia

  • Está sobre la ruta 40, entre El Bolsón y Esquel
  • Exhibe más de 15.000 piezas dispuestas en cuatro salas
  • Se destaca la reconstrucción de un toldo tehuelche


  • La construcción se levantó en la estancia de Benetton. 
    Foto: Carlos Couto
    ESQUEL.- A un costado de la ruta nacional 40, entre las ciudades de Esquel y El Bolsón, desde un inmenso cartel el rostro curtido de un indio mapuche mira fijo y profundo hacia el camino, anunciando que allí se encuentra la entrada a uno de los mejores museos de la Patagonia: el Museo Leleque.

    Los vientos cruzados y achaparrados de la cordillera andina rara vez dejan de soplar en medio de esa gran meseta. Por la misma tranquera se puede ingresar en una de las estancias más grandes (215.000 hectáreas) del millonario industrial italiano Carlos Benetton.Y allí funciona, también, esta magnífica muestra donde se exhiben objetos, fotografías y documentos que anudan 13.000 años de historia patagónica.

    Uno de los edificios alberga la totalidad del patrimonio museológico, que alcanza más de 15.000 piezas distribuidas en 4 salas, mientras que en un local anexo se encuentra muy bien ambientado un antiguo boliche de ramos generales con su equipamiento original, donde funcionan para los visitantes una biblioteca, una tienda de artesanías y una cafetería con sus antiguas mesas y sillas, buscando rescatar aquella vieja costumbre del encuentro social entre gauchos, paisanos y colonos.

    La ilusión de un ruso

    El nacimiento de este museo se debe a la ilusión de Pablo Korchenewski (un poblador patagónico de origen ruso), que donó su gigantesca colección arqueológica; a la Fundación Ameghino, y el aporte de la Compañía de Tierras Sud Argentino y el Benetton Group, que cedió el sitio dentro de su estancia y unos 800 mil dólares en distintas inversiones. "Desde un principio decidimos que tenía que ser un museo vivo y dinámico -declaró en su momento el mecenas- y no una simple y polvorienta acumulación de piezas."

    Vale la pena detener la marcha en este punto, a mitad de camino entre estas dos importantes ciudades turísticas, e ingresar en el interesantísimo museo del que apenas a cien metros pasan las vías del antiguo tren de La Trochita, y allá, mucho más lejos, el horizonte muestra el serrucho de los picos andinos.

    En el recorrido, el museo va contando la experiencia de los pueblos indígenas y de los inmigrantes patagónicos.

    la caza de guanacos con proyectiles de piedra hasta la cría de lanares y la aparición de los alambrados; desde los cambios en las sociedades hasta las relaciones entre las distintas etnias; la Guerra del Desierto; los conflictos patagónicos, además de las creencias y rituales religiosos de los primeros habitantes australes, que ingresaron en la Patagonia hace 13.000 años.

    Notable para el conocimiento de grandes y chicos es ver la reconstrucción a escala natural de un toldo tehuelche, el fogón, la distribución interior y los enseres caseros utilizados en la vida diaria.

    Objetos destacados

    Fotografías, vestimentas, documentos -como un contrato para la compra de cuatro caballos por parte del famoso bandido norteamericano Butch Cassidy-, herramientas, armas, y parlamentos y arengas de caza de grandes caciques como Villamain (Buitre de Oro), Foyel o Valentín Sayhueque (El Señor de las Manzanas) forman parte de esta prolija exposición.

    Tres horas pueden alcanzar para disfrutar de toda la información que el museo brinda paso a paso. Mientras se camina por el interior, el zumbido del viento patagónico (que forma parte de la ambientación) no cesará un solo minuto.

    Suena como el aliento de la naturaleza que se empeña en recordar que en esta inmensidad patagónica han transcurrido 13.000 años de historia, y que todo es tan grande, tan inmenso que, como dijo el cacique Foyel allá por 1870: "No peleemos... aquí sobra lugar para todos".

    Carlos Manuel Couto

    Datos útiles

    Cómo llegar
    A 80 km de El Bolsón, a 90 km de Esquel y a 180 km de Bariloche. El punto exacto para entrar en el Museo Leleque, sobre la ruta nacional 40, es el kilómetro 1440, en la localidad de Leleque, Chubut.

    Horario
    El museo permanece abierto todo el año, con excepción de mayo y junio. El horario de atención en invierno es de 11 a 17 y en verano, de 11 a 19.

    Entrada
    La entrada cuesta $ 2, y en su almacén de ramos generales (instalada en el anexo 2) se puede desayunar, almorzar o merendar. Los precios son muy accesibles y las empanadas, exquisitas.
    Allí funciona la biblioteca para consultas del público y se venden artesanías típicas de calidad.

    Más información
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