A una semana de la masacre de Omasuyos, la rebelión aymara continúa y se radicaliza, se expanden los bloqueos de caminos en el altiplano paceño y se preparan movilizaciones a nivel nacional. El grito del pueblo es el gas no se vende. Argentina Indymedia, 27 de septiembre de 2003. 

 
Argentina Indymedia, 27 de septiembre de 2003.
por Silvio Paez
 

Bolivia: Entre la resistencia y la represion


A una semana de la masacre de Omasuyos, la rebelión aymara continúa y se radicaliza, se expanden los bloqueos de caminos en el altiplano paceño y se preparan movilizaciones a nivel nacional. El grito del pueblo es el gas no se vende.

Nuevo siglo: La reconstitución del pueblo rebelde

Desde 1985 la aplicación del modelo neoliberal tuvo serias consecuencias sobre la cohesión social en Bolivia. La economía empieza a girar en torno a un nuevo modelo productivo basado en formas familiares y comunales de producción de bienes y servicios, el comercio informal crece aceleradamente, el movimiento sindical se debilita, a nombre de protección de la democracia recuperada en 1982 los mismos movimientos sociales no construyen su propio horizonte, aumenta el desempleo. Toda protesta social no tenía posibilidades de trascender su ámbito local y por tanto eran derrotadas.
En el inicio del nuevo siglo los movimientos sociales empezaron a abrir un nuevo horizonte político, la guerra del agua en Cochabamba, la resistencia cocalera y las rebeliones aymaras del altiplano paceño, al ser movimientos simultáneos en el tiempo se constituyeron en la posibilidad de unidad del movimiento a nivel nacional. Sintieron la fuerza de la victoria, sintieron una vez más que el mundo lo construye la gente y que el destino debe pertenecerle.

La guerra del gas se inicia el 12 y 13 de febrero

La situación política actual es producto del neoliberalismo aplicado en Bolivia y la intención de profundizarlo.
La empresa nacional YPFB aportó ingresos al Tesoro con un promedió de 350 millones de dólares anuales, después de su capitalización (una privatización en la que no se venden las empresas, se las regalan con la única condición de que las transnacionales inviertan) las transnacionales que se quedaron con las empresas hidrocarburíferas aportan aproximadamente 100 millones anuales, actualmente la gente aporta en impuestos sobre el consumo de este bien 190 millones, en 1995 cuando las empresas eran nuestras la gente aportaba menos de 1 millón anual. Es decir, desde 1996 la gente paga los impuestos que las transnacionales deberían pagar.
Por esta situación, en febrero el gobierno decretó un impuestazo que afectaba directamente a los ingresos de las personas. La gente respondió con un levantamiento general, sobretodo en la ciudad de La Paz y El Alto.
El negocio del gas, que consiste en la exportación a EEUU por puerto chileno, era desconocido para el pueblo, aunque ya estaba firmado. Las organizaciones y movimientos sociales empezaron a difundir la problemática, no se industrializará el gas en Bolivia, el gas ya no pertenece al pueblo sino a las transnacionales, los impuestos que el gobierno cobra son miserables, a nivel geopolítico el negocio beneficia al norte chileno y no a Bolivia, que en este negocio además de la imposición de los gringos y de los organismos financieros internacionales, además de las “comisiones” que siempre reciben en estos negocios, habían intereses empresariales regionales ligados a las transnacionales. Después de esta campaña una de las consignas que empezó a tomar fuerza en febrero fue No a la venta del gas.

El gobierno arremete con leyes y prepara la venta del gas

Después del 12 y 13 el gobierno toma impulso para realizar el negocio de la venta del gas. Restituye en el gabinete a Sánchez Berzaín que había sido excluido después del 12 y 13 por la presión de la gente. Aprueban leyes y decretos como el 27040 de ventas públicas, ley de seguridad ciudadana (castiga los bloqueos con cárcel), Código tributario y proponen la ley de áreas protegidas (permite la explotación de recursos naturales en territorios indígenas) mientras continúan las negociaciones del gas. Por otra parte, consigue apoyo internacional para reestructurar la policía que se le había volcado en febrero y para pagar sueldos al ejército para ganarse su fidelidad.

A una semana de la masacre: la rebelión aymara continúa

El sábado 20 de septiembre, nuevamente la pachamama se teñía de sangre. Es muy probable que la embajada americana haya presionado al gobierno boliviano para que rescate a turistas que no podían retornar por el bloqueo. El mismo ministro de defensa Berzain, encabezó un operativo militar que dejó como saldo 6 comunarios aymaras muertos incluida una niña de 8 años y un conscripto, y más de 20 heridos.
Estos comunarios fueron declarados como las primeras víctimas de la guerra del gas.
Inmediatamente reaccionó el pueblo aymara, se fortalecieron los piquetes de bloqueo, se conformó el Alto Mando de Defensa y Resistencia, se instaló el Cuartel Rororojones y se retomó el estratégico cerro de Kalachaca, donde en julio del 2001 más de 50.000 comunarios conformaron el ejército aymara. En las imágenes de televisión nuevamente asoman los mausers al aire en las manos de los comunarios, junto a las hondas. Gestos enardecidos exigen un diálogo en Warisata sin garantías para los gobernantes.
Las demandas al Estado son: la atención a los compromisos del gobierno, no a la venta del gas, indemnización para las víctimas, libertad para los detenidos, no al ALCA. Pero en la medida que el gobierno es incapaz de incorporar al sistema político representativo a los pueblos indígenas y que continúa el racismo, la exclusión, el exterminio de los pueblos indígenas, las demandas de inclusión y mejora de sus condiciones de vida, quedan eclipsadas por una lucha de emancipación de la nación aymara por su autoderminación. El Alto Mando ha declarado estado de sitio a los militares en el territorio aymara.
El sentido de la rebelión aymara trasciende el ámbito local y nacional (de la nación aymara) que tuvo en los anteriores conflictos, proponiendo un sentido de unidad y convergencia a nivel nacional.

Goni duda del apoyo de la policía y el ejército

Después de febrero, echaron de la policía a los que dirigieron el motín, también echaron del ejército a militares que expresaron su repudio a la venta del gas por Chile, esto acrecentó el malestar interno que ya había.
A pesar de la reestructuración de la policía y de los sueldos a los jefes del ejército, existen varios sectores que expresaron su disconformidad con el actual gobierno, por la venta del gas, por su política entreguista en las privatizaciones y por su total sumisión al imperio norteamericano. Bolivia fue el primer país en firmar el apoyo a la invasión a Irak, el primero en firmar la inmunidad a militares norteamericanos en todo el mundo, el presidente habla con acento gringo , la condición de los militares y policías ha disminuido frente a una posición de comodidad de los políticos y empresarios.
Es por estos motivos, que el gringo, tampoco puede disponer de la violencia como lo ha hecho los últimos años.

Unidad nacional del pueblo

Se conformó la Coordinadora de defensa y recuperación del gas que está impulsando las movilizaciones, en ésta instancia se unificaron muchos sectores entre ellos los cocaleros y la Coordinadora del Agua de Cochabamba. El horizonte de movilización plantea una unidad fáctica que parecía imposible después de que movimientos sociales importantes apostaran al juego del sistema político partidario y parlamentario. La Coordinadora del gas convocó a una gran movilización de más de 150.000 personas en todo el país que expresaron su repudio a la venta del gas. Ahora ha anunciado una marcha hasta Huarisata donde fue la masacre.
La Central Obrera Boliviana que estaba debilitada, empieza a renacer, muchos sectores divididos tratan de solucionar sus diferencias a través de la COB que también ha decretado movilizaciones para éste lunes 29, que puede tener convocatoria, el hecho de que hayan movimientos sociales en lucha, anima a otros movimientos a que se sumen.
Sin embargo, el proceso de unidad no está consolidado, 18 años de neoliberalismo han tenido consecuencias, pero existe una posibilidad práctica de unidad que va más allá de los dirigentes y del conservadurismo de muchos de ellos.
 

Guerra civil o represión: Nunca más será igual

“Nunca más será igual, hemos empezado a caminar el camino de la libertad” exclama un joven aymara.
El desenlace de la situación actual encuentra el abanico de posibilidades entre una guerra civil y la represión.
Si la rebelión aymara se generaliza, es posible una guerra civil; si el gobierno continúa con la venta del gas o cede en la venta del gas y dispone del ejército, puede reprimir nuevamente.
En ambos casos nuevos caminos estamos transitando: la recuperación de nuestro gas; y otro camino, que una vez abierto es imposible dejar de avanzar, el camino de la dignidad emprendido desde el 2000.
 
 

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