Por Soraya Rodríguez / La Nación
Ya lo decía Tomás Guevara en 1908: “Como algunos pueblos de costumbres voluptuosas refinadas, los araucanos se valían también de medios originales para estimular la sensibilidad de la mujer en la cópula”. Con esos antecedentes, decidimos repasar las curas manejadas por nuestro pueblo originario para mantener la llama de la pasión siempre viva.
Y en nuestras tierras también hemos tenido la misma energía revigorizadora a través de nuestros mapuches, que se aseguraban el placer con la dicha de sus hembras usando también variados medicamentos de apoyo.
Bien lo entienden los que saben. Por eso la industria del placer ha aprendido a recoger la herencia del uso de afrodisíacos locales que textos históricos relevan.
El poder del sexo en la cultura mapuche cuenta a su haber con el rol protagonista de las mujeres, consideradas por los hombres como su principal bien: “La mujer es la causante de la alegría, del amor, de la embriaguez y del canto. La presencia de la mujer en una fiesta social araucana es la motivadora del amor, porque sólo con su mirada cautiva el corazón del enamorado araucano”, revelaba Manuel Manquilef, ya en 1911.
El erotismo y la exuberante sexualidad es vivida por los pueblos del continente recién descubierto por los españoles con absoluta naturalidad y así lo describió también el propio Américo Vespucio:
“Son lujuriosos fuera de toda medida y mucho más las mujeres que los hombres, que por honestidad se deja de decir los artificios de que se valen para satisfacer su desordenada lujuria. Son mujeres muy fecundas… Cuando con los cristianos podían unirse, llevadas de su mucha lujuria, todo el pudor de aquellos manchaban y abatían”.
La explosión del éxtasis carnal de la cultura mapuche no fue bien vista por el blanco invasor, sorprendido por tanta libertad de espíritu y cuerpo, como lo destaca Tomás Guevara: “Los espectáculos impúdicos, que despiertan imágenes eróticas, eran corrientes en sus bailes y sus fiestas. Casi no había vida íntima: las uniones sexuales se verificaban en el hogar sin el recato de la cultura, a la vista y al oído a veces de los demás”.
Así lo reconocía también, en 1917, el filósofo Enrique Molina: “En Chile, la lubricidad popular es en parte herencia de los mapuches… Aquella degeneración ardiente se manifiesta tanto en los hombres como en las mujeres”.
Hierbas y danzas eróticas eran parte habitual de la “vida de excesos”, de estos inocentes gozadores criollos. Se habla en los libros de Guevara del uso de cálidas bebidas de hierbas que predisponían al amor y de graciosos bailes con exagerados movimientos para la provocación del deseo sexual.
A pesar de que la cultura blanca trajo consigo brutales intentos de disciplinar a los pueblos originarios, entre otras de la mano de la Iglesia Católica con la concepción de que lo carnal y la sexualidad eran experiencias bestiales y que lo femenino era inferior a lo masculino, igual hicieron su aporte en la mezcla cultural y nada menos que ligado al culto religioso o pagano.
De esa forma, mientras unos eran obligados a abandonar su amancebamiento con indígenas, algunos otros eran conminados a terminar con los hechizos y brujerías para el amor.
Desde la Conquista, en las fiestas religiosas el uso ornamental de yerbas y otras plantas estimulantes para la energía sexual representaban esa búsqueda de equilibrio entre lo sexual y lo espiritual, y nunca dejaron de estar presentes.
“Vengan los claveles, aquí tengo las albahacas, para las niñas retacas, y otras cosas no se huelen... ”, recordaba Adolfo Reyes en su texto “La Fiesta de Pascua”.
Desde entonces y hasta ahora el cultivo de plantas, especies arbóreas y yerbas para el amor y la energía sexual se mantuvo, en particular, como algo de muy bajo perfil, casi oculto y sólo transmitido en espacios cerrados, culturales, familiares y con transmisión fundamentalmente local.
Pese a todo, desde siempre se habló de los beneficios del ajo, el cilantro, las nueces, la canela, el café, la verbena, la vainilla, el tomillo y la menta, sólo por mencionar algunas sustancias.
Para qué entrar en la sana práctica de Año Nuevo de visitar el mercado, sólo porque se reconoce en los mariscos propiedades afrodisíacas innegables, en proyección por la similitud evocadora con el olor, la textura y sabor de los órganos genitales. Un caso relevante en la materia parece ser nuestra querida lengüita de almeja (ver recuadros).
YERBA DEL CLAVO
“Siempre vienen pidiendo una ayuda para un amigo o una amiga, es muy raro que alguien pida una yerba para sí mismo porque lo está pasando mal en su vida sexual y ya no se calienta”, dice con ojos chispeantes Teonilda Salazar, la dueña del tradicional quiosco yerbería del Mercado Central.
Más conocida como La Toyita, esta sabia mujer aprendió por años las propiedades de nuestras yerbas y de otras de la región. Sin embargo, destaca la escasez de especies locales comparando con la inmensa variedad del Perú y todos los países amazónicos.
Pero, a no desesperar, Chile tiene lo suyo: La yerba del clavo (¡vaya nombre!), Geum chilensis y el clavillo (denominación no muy entusiasmadora por cierto).
Ambas son plantas silvestres que crecen en la cordillera, especialmente en la zona austral. La yerba del clavo se usa en cocimiento -30 gramos por litro-, como una excelente bebida aperitiva, estimulante, depurativa y analgésica. Sirve como remedio para la impotencia y facilitador de la erección masculina y la excitación femenina.
El clavillo, en tanto, tiene propiedades curativas de dolores por cálculos de vejiga, de los riñones y para bajar el colesterol, además de decirle adiós a la impotencia.
“Se pueden preparar tomando la raíz, la lava bien, y la macera en agua o aguardiente, unas cinco raíces de 10 centímetros en una botella y un litro del fuerte licor, se tapa el envase y se deja por unos 15 días. Beber un vasito en la mañana. La llevan mucho los viejitos, que son bien diablos”, dice Toyita, picarona.
VIAGRA MAPUCHE
Hace aproximadamente 10 años, un grupo de profesionales y técnicos que laboraban en el Hospital de Makewe, en la Región de La Araucanía, inició tratamientos combinados con una mirada integral, percatándose de que el resultado era muy favorable para los pacientes que disminuían sus molestias y, a la vez, generaban defensas en el tiempo. Así nació la idea de crear las farmacias Makelawen.
Emma Acevedo, químico farmacéutico de la Universidad de Chile, se desempeña en el local de calle San Antonio, en Santiago, y reconoce que entre sus productos más exitosos figura el llamado “viagra mapuche”, pero advierte que en la actualidad “tenemos tres productos que ayudan en materia sexual”:
Palwen que mejora la libido en ambos sexos y ayuda al comportamiento sexual, para “funcionar mejor”.
Poyen estimula la función sexual a partir de mejorar la circulación urogenital. Especial para la erección requerida.
Koliu Rayen imita la función hormonal femenina y favorece la estimulación erótica en períodos de menopausia, atenuando los bochornos y sofocos, además de evitar la sequedad vaginal propia de ese período de la vida en las mujeres.
Ambas fórmulas se venden en pack y su valor es de $4.800. También se venden por separado. Otro producto estrella es la jalea real, polivitamínico muy potente.
OTRAS RECETAS A LA MANO
Menta y otros: con un puñado de hojas de menta, ½ de agua, 200 grs. de champiñones y una cucharada sopera de polvo de jengibre se prepara una infusión con la menta en un cuarto de litro de agua. Primero se hierve al agua con la menta y se deja reposar. Luego se cocinan los champiñones y el jengibre en el agua restante, a fuego lento, durante 15 minutos. Una vez la infusión de menta ha reposado, la colamos y se la añadimos a la cocción de jengibre y champiñones. Se mezcla bien y agregamos sal y aceite al gusto.
Licor de la pasión: Una rama de canela, 10 granos de café, 10 clavos de olor, un puñado de romero y vino dulce. Se introducen todos estos ingredientes en un frasco por 9 días para su maceración. Luego de ese tiempo, sólo debe ser colado y consumido.
Vino afrodisíaco: Dejar macerar durante 15 días un litro de vino tipo Málaga, 30 grs. de vainilla, 30 grs. de canela, 30 grs. de raíz de ginseng y 30 grs. de ruibárbaro. Filtrar y añadir 15 gotas de tintura de ámbar (facultativo). Beber 1-2 copitas al día.
Miel de pasión: Hervir durante 45 minutos, en un litro de agua, dos cucharadas de avena y 100 gramos de pasas. Añadir miel al gusto. Dejarlo que repose y, una vez frío, añadirle el zumo de dos limones. Se aconseja tomar dos vasos al día (en la noche o en la mañana).