El profesor Jorge Calbucura, refuta la posición expresada por el historiador Sergio Villalobos respecto del reconocimiento constitucional de las etnias y el establecimiento de una "verdad histórica" sobre el tema indígena.
Año III No. 24 Octubre 2000Rocinante
El Viernes 12 de Mayo de 2000 tras más de 50 días de labores concluyó sus funciones la mesa de trabajo sobre el tema indígena. En la mesa participaron las etnias más numerosas del país, empresarios forestales y agrícolas, representantes de varios ministerios, e iglesias, quienes se dividieron en cinco comisiones: gestión territorial, fomento productivo, cultura y educación, indígenas urbanos, y legislación. Los participantes concluyeron su trabajo haciendo entrega al Presidente Ricardo Lagos de un documento donde se establece una serie de propuestas para las etnias. Lo más destacado de este evento fue que al igual que en anteriores oportunidades el tema del reconocimiento constitucional de las etnias fue rechazado. Los empresarios, mayoritariamente manifestaron su oposición a la propuesta. No sabemos si otros de los participantes se manifestaron, pero lo que si quedó claro es que en definitiva no se logró un consenso.
El domingo 14 de mayo del 2000 en El Mercurio el Sr. Sergio Villalobos publica “Araucanía: Errores Ancestrales”. En dicho artículo resume en concisas líneas la esencia de su legado intelectual a la historiografía chilena. En lo substancial destaca que nunca existió una frontera que delimitara lo mapuche y lo español; esto como consecuencia del sometimiento histórico araucano. Acentuado por el hecho que la asimilación indígena es un fenómeno ininterrumpido desde la llegada de los españoles al territorio mapuche. Lo que expone en el mencionado artículo, es en definitiva la tesis central de toda la producción científica del premio nacional de historia a la cual ha dedicado cientos de hojas y horas de exhaustiva recopilación de material. En definitiva ese es el mérito académico y científico que según la Academia de Historia de Chile lo avala para hacerse acreedor de uno de los reconocimiento más importantes que pueden adjudicarse a un intelectual en Chile.
No es casualidad que el Sr. Villalobos se esfuerce en publicar su articulo al conocer las conclusiones la mesa de trabajo sobre el tema indígena. En este sutil mensaje el Sr. Villalobos expone públicamente su opinión a fin de especificar claramente su posición frente a la eventual redacción de una agenda de discusión de la Comisión de Verdad Histórica.
Vale destacar que la lectura del articulo del connotado intelectual denota que la exaltación lo traiciona en su redacción. Innecesariamente se excede en el afán de enfatizar sus argumentos. Expresiones tales como “La justicia en lugar de la venganza, la monogamia y la condena de la homosexualidad, que era una práctica corriente...” resultan extremadamente exageradas, a los ojos del lector. Vale destacar que la frase “Ese es un hecho universal, repetido en todas partes donde una cultura avanzada se impuso a otra menos evolucionada.” en Europa o Estados Unidos -por su connotancia racista- motivaría demandas judiciales y mas que alguna reacción de la comunidad académica o institución política. Pero no en Chile, como ya estamos acostumbrados....
En Chile, por el contrario, el diario de mayor circulación nacional; El Mercurio, luego de una moderada reacción de tres académicos chilenos, a las opiniones vertidas por el Sr. Villalobos le brinda una segunda oportunidad de ventilar sus prejuicios. El Domingo 3 de Septiembre de 2000 un segundo artículo titulado “Caminos Ancestrales” el historiador enfatiza lo expresado en el primero, así como nos revela su juicio frente a la demanda de nosotros los descendientes de los araucanos “....ni Estado ni leyes propias, autonomía ni bandera diferente. Tampoco compensaciones pecuniarias por fallos adversos de la justicia.”
No me interesa destacar los improperios ni las imprecisiones históricas mencionadas por el Sr. Villalobos. Lo que me interesa precisar es algunos comentarios sobre el tema predilecto del distinguido catedrático “las fronteras” o la “expansión fronteriza”, que en definitiva lo ha hecho meritorio de un premio nacional de historia.
El tema de “las fronteras” o de la “expansión fronteriza” es una de las preguntas cruciales de la historiografía de las repúblicas de las Américas nacidas en los albores del siglo XX. Y la versión que nos entrega a este respecto el autor del artículo; “es sólo una verdad a medias...” (tomándome la libertad de parafrasear al distinguido académico).
En el tiempo el tema y el dilema sigue siendo actual. Particularmente por el hecho de determinar hasta que punto nuestros ancestros renunciaron o perdieron el derecho a la posesión de sus territorios. Por ende, que antecedente nos habilita a nosotros los descendientes de los araucanos para reclamar derechos ancestrales. A este respecto los resultados que pueda evacuar una Comisión de Verdad Histórica es decisiva y trascendente.
Los forjadores de los actuales Estados Republicanos, entendieron la importancia de modificar esta duda. Ilustrativa es la formulación de Simón Bolivar en relación al tema; "No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado." (Discurso de Angostura, 1819)
Es así que en el tiempo, esta preocupación ha trascendido a los ámbitos académicos. A este respecto la teoría de “expansión fronteriza” en las Américas considera dos modelos de apropiación de territorios. De acuerdo con Turner (1893) en “The significance of the Frontier in American History” en el caso norteamericano “expansión fronteriza” se fundamenta en la apropiación de “free lands” (tierras baldías). Bolton (1932) “The Epic of Greater America” puntualiza que en el caso hispanoamericano la expansión se materializa sobre territorios que formalmente pertenecían a la Corona española. En este caso, la “expansión fronteriza” se fundamenta en un gradual proceso de incorporación territorial. El hecho que este proceso sea gradual -de acuerdo con diferentes historiadores- obedece a condicionantes atribuidas a los grupos indígenas fronterizos. Los grupos indígenas sedentarios fueron rápidamente incorporados a la jurisdicción fronteriza, sin embargo, no sucedió lo mismo con los grupos indígenas nómades. La resistencia de estos grupos (chichimecas, pampas y araucanos) a la invasión impusieron la necesidad de crear fronteras militares. La frontera del río Bio Bio, que delimitaba el territorio mapuche del español es el ejemplo ilustrativo de esta situación histórica.
De acuerdo con Turner la diferencia estructural entre USA y la sociedad europea radica en la existencia de una frontera, donde la lucha de los pioneros contra la naturaleza hostil contribuye al desarrollo de la “nueva sociedad”. En el curso de esta contradicción inicial se forjan los elementos que pasan a ser los componentes esenciales del carácter nacional norteamericano; el individualismo, la iniciativa personal, la capacidad de improvisación. El continuo avance de colonos sobre las tierras baldías del oeste (free lands); forja la mentalidad de un pueblo en expansión, en busca de nuevas oportunidades y que adaptándose a continuos cambios cimienta el desarrollo del sistema democrático norteamericano. Con Turner la noción “frontera” se transforma en el mito del “laissez faire”.
Webb (1986) en su estudio “The Great Frontier” aplica este modelo en el análisis del surgimiento de las repúblicas de Canadá, Australia, Sud Africa y Nueva Zelandia. Con Webb la tesis del “gran y continuo avance” es aplicada en la configuración de un “este” civilizado y un “oeste” no colonizado. Mackendrick (1957) “Roman colonization and the frontier hypothesis” contribuye con el concepto del “hombre fronterizo” y la “ciudad-estado” como agentes portadores de la civilización y el progreso.
El territorio ubicado al sur del río Bio Bio y al norte del río Toltén, no pudo ser colonizado por la monarquía española. La población indígena frustró los intentos de asentamiento español cuando a fines del siglo XVI destruyó todos los poblados españoles ubicados en sus territorios. Después de este levantamiento indígena, se decidió postergar la recuperación del territorio perdido y fijar el río Bio Bío como límite de la colonización española. Así surgió a comienzos del siglo XVII una frontera eminentemente militar y se institucionalizó el conflicto hispano-indígena.
La discusión sobre el significado histórico de la frontera en Latinoamérica comienza con Bolton (1917) “The mission as a Frontier Institution in the Spanish American Colonies”, que haciendo referencia al postulado establecido por Turner destaca la vigencia de otro modelo; “borderlands” que sería el característico del desarrollo histórico de las repúblicas hispano-americanas. Bolton a diferencia de Turner no ve la frontera como la punto de acceso de un territorio libre, sino un territorio poblado por indígenas. Un espacio sociopolítico donde coexisten instituciones y relaciones sociales particulares. Dos líneas se han dedicado a aportar elementos al sustento de esta tesis. Por un lado la que estudia la influencia de instituciones tales como las misiones que las perciben como el elemento vital del sistema pionero español; básicamente por su rol de agentes religiosos y civilizadores. Es decir actores políticos y sociales de la conquista. La tesis de Bolton ha inspirado un sinnúmero de estudios e investigaciones concentradas en la influencia de otras instituciones involucradas en la expansión fronteriza tales como los presidios. las milicias y colonos. Un enfoque que considera el lado indígena se a preocupado de destacar como las instituciones de los pueblos originarios se adaptaron a las condiciones impuestas. En el caso mapuche vale destacar los estudios sobre los parlamentos hispano-criollos las relaciones comerciales fronterizas y los fuatamapu mapuche.
Viendo las cosas desde esta perspectiva se hace evidente que la versión del tipo de frontera y la expansión fronteriza que durante años nos lleva contando el destacado Premio nacional de Histora es tendenciosa y arbitraria. Pretende convencernos de que expansión fronteriza chilena al igual que el caso norteamericano se fundamenta en el principio de free lands, es decir en la apropiación de tierras baldías. En este caso lo “baldío” se refleja en la metáfora de un indio borracho, traidor, ladrón; sin dios ni ley, a decir del distinguido catedrático “protagonistas de su propia dominación”. Aquellos que según el historiador “renunciaron a derechos ancestrales, que aceptaron la dominación”. Por lo tanto, los antecedentes históricos (léase los del Sr. Villalobos) no avalan derechos ancestrales para apoyar las demandas de los descendientes de araucanos.....
A diferencia de otros colegas que se han expresado sobre los juicios vertidos por el Sr. Villalobos mi opinión es que el premio nacional de historia tiene por intención insinuarnos que el tema del reconocimiento constitucional de las etnias no tiene cabida en la agenda de la Comisión de Verdad Histórica. Y que en particular la intención del autor del artículo es advertir al Gobierno sobre la naturaleza de su propuesta, así como un claro llamado de atención y emplazamiento de la comunidad intelectual chilena.
El primero de junio de 2000 el Presidente de Chile Ricardo Lagos dio a conocer dieciséis medidas de solución a los problemas que aquejan a los pueblos indígenas, como respuesta a las demandas surgidas en la "mesa de trabajo" para los pueblos originarios. El presidente anunció que ha “decidido crear una Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, a la que pediré que nos ayude a hacer una nueva política de país, que aborde los problemas fundamentales de los pueblos indígenas y el reconocimiento de nuestra diversidad, que ponga justicia y ordene las relaciones de los pueblos originarios con la sociedad global".
La comunidad intelectuales mapuche, -que seguramente no será convocada a participar en ninguna comisión y mucho menos de “verdad histórica”- sigue con expectación el curso de los acontecimientos.
ROCINANTE
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