- YA EXHIBEN SUS CAPÍTULOS POR ENCUENTRO -
Es una serie de 12 microprogramas que se rodó en esta ciudad, con el idioma mapuche como eje central. Se podrán ver todos los capítulos el viernes desde las 19 en la Biblioteca Sarmiento, con entrada gratuita. Además, habrá música en vivo.

Que para saludar se dice “mari mari” y que la nieve, al llamarse “pire”, refiere a mucho más que una temporada turística exitosa. Que el fuego o “kütral” tiene muchas partes y encierra sobre todo, un profundo significado. Que los “lawen” o remedios están al alcance de la mano y que los caballos o “pu kawell” tienen su canto. Estas y otras siete enseñanzas más comenzaron a proyectarse en el Canal Encuentro en el marco de “Mapuzungun – El habla de la tierra”, una serie de precisamente 12 microprogramas, que aquí en Bariloche se estrenará el viernes en la Biblioteca Sarmiento.
Se trata de un hermoso trabajo conjunto que reunió al Equipo de Comunicación Pu Lafkenche con María Manzanares y Bruno Osorio, integrantes del Centro de Producción de Contenidos Audiovisuales de la Universidad Nacional de Río Negro. Los capítulos ya forman parte de la programación de la señal televisiva, pero se podrán verse concatenados y en el marco de una celebración de la que también participarán Anahí Rayen Mariluan y el Coral Melipal.
Con los logros sobre la mesa o mejor dicho, en la pantalla chica, integrantes de Pu Lafkenche rememoraron el camino. Vanesa Gallardo explicó que “lo primero que sucedió fue que nos conocimos con dos productores audiovisuales de Bariloche: María Manzanares y Bruno Osorio. A partir de ahí comenzamos a establecer una relación con ellos, que no son mapuches. Desde su trabajo en el CPCA fue que pudimos presentar el proyecto después de un trabajo largo”.
En los comienzos no faltaron las dificultades. Aportó Sandro Rivas Pichicura que “María estudió Publicidad y Bruno Dirección de Fotografía. Al principio, desconfiábamos porque eran dos chicos que trabajaban en el Cerro, hacían material para ESPN sobre snowboard y esquí, entonces uno desconfiaba sobre qué visión podían tener. Comenzamos una construcción que llevó por lo menos tres años. Nosotros pusimos varias exigencias: fuimos aprendiendo el lenguaje audiovisual y a ellos les pedimos que por ejemplo, participaran de ceremonias mapuches. Pensábamos que tenían que cambiar la mirada y ver qué queríamos mostrar nosotros, para empezar a hablar el mismo código. Pensábamos que si ellos participaban de nuestros trawün y ceremonias, iban a cambiar la forma de mirar, de observar”.
Pueblo vivo
En ese proceso, también empezó a discutirse qué mostrar. El comunicador mapuche informó que “partíamos de una premisa que le escuchamos al historiador Walter Delrio. Él decía que la Conquista no sólo dejó un Desierto en la construcción mental sino también en las imágenes. Si hay imágenes, decía él, era de los mapuches ya sojuzgados, con rostros tristes y de mucho dolor por haber sufrido el genocidio que sufrimos. Nosotros no queríamos mostrar eso, queríamos mostrar un pueblo vivo, sonriente, alegre, que construía y que luchaba”.
Añadió su compañera que “la premisa del Equipo de Comunicación Pu Lafkenche era que antes de nosotros, hubo mucha gente pensando qué proponer. Una de las cuestiones era el mapuzungun como el idioma de este territorio, el idioma que de alguna manera fue silenciado por la colonización. Entonces, la premisa fue instalar el mapuzungun, que suene el mapuzungun porque es el sonido de este espacio territorial, teniendo en cuenta que hay un trabajo grande de nuestro pueblo para fortalecer esta lengua para que no desaparezca y siga perdurando”.
Después de definirse la temática general “hicimos un tirada de propuestas para ver cuáles eran las ideas. De esas seleccionamos unas diez y después, Vane se encargó de profundizar con los guiones. A partir de ahí, empezamos a repartir roles más específicos, más allá de hacer circular el conocimiento, ya fuera mapuche o lo técnico. Fuimos aprendiendo en conjunto, cuando yo me integré las propuestas ya estaban y al poco tiempo empezamos a filmar el primer capítulo. Fue el envión para decir: sigamos. Y así es hasta el día de hoy, porque no es que se terminó con esta serie de Encuentro”, aventuró Valeria Silva, también integrante de Pu Lafkenche.
Para Rivas Pichicura, “uno de los ejes era poder instalar aunque fuera mínimamente, en las imágenes y las historias chiquitas que contamos, el mapuzungun. Que la gente lo empezara a escuchar y también a ver, porque nosotros venimos de la radio, donde solamente está la palabra. La artística fue discutida: ¿ponemos un mapuche tradicional o mezclamos con un mapuche contemporáneo? Eso fue discutido y quisimos dar esta imagen: nosotros existimos. Nuestra vestimenta fue esta pero también podemos vestirnos de otra manera y seguir siendo mapuches. Eso se ve en los cortos, no es la construcción del estereotipo del mapuche… Además, en cada micro hay una historia chiquita que se cuenta, se pueden ver por separado y se puede aprender cada palabra. Ese era el objetivo, se cumplió y hay satisfacción sobre eso”.
Hasta el momento, sólo Valeria Silva pudo ver alguno de los capítulos en la señal del Ministerio de Educación y sintió “mucha alegría. En ese momento tenés noción de que lo está viendo gente de Formosa, de Ushuaia, de Jujuy y que están teniendo en cuenta que este es un pueblo que existe, que si bien han querido silenciar la lengua, es algo que está vivo. Justamente, el primero que vi fue Furilofche, el del espacio territorial donde estamos. Me dio alegría sentir que gente de todo lo que hoy es Argentina estaba enterándose del origen mapuche del nombre de Bariloche y cómo se cambió. Capaz se hicieron la pregunta de por qué se cambió después de ver la versión mapuche del verdadero nombre”. Reflexiones que tampoco estarán de más en el escenario de la serie: Bariloche y su naturaleza siempre poderosa.
Para que saliera el rodaje
En “Mapuzungun – El habla de la tierra”, la guionista actúa, el locutor traduce y la productora también cocina, entre otras necesarias diversificaciones. “Fuimos encontrando nuestro lugar a medida que nos íbamos sintiendo más cómodos y viendo dónde nos desenvolvíamos bien. Después, tuvimos que ir acompañando e integrándonos entre todos para ver cómo podíamos hacer esos roles: el guion, el vestuario, la producción… Todo tenía que estar más o menos enlazado para avanzar.
No sólo porque somos pocos sino también porque el presupuesto era bastante limitado. Por ejemplo, yo hacía la producción, también el catering, a la vez el transporte y veía que no faltara nada. Ocupábamos un montón de lugares para que el rodaje saliera”, explicó Lorena Claros, también de Pu Lafkenche.
La satisfacción ante cada capítulo es generalizada. “Nos da mucha alegría porque por un lado, uno ve el crecimiento grupal”, explicó Gallardo. “En 2011, cuando conocimos a María y Bruno, estaban esas dudas que planteaba Sandro y hoy vemos que si bien nos llevó bastante tiempo llegar a un producto final, valieron la pena el trabajo y las charlas. Construir el colectivo llevó su tiempo pero son una alegría las imágenes porque María Manzanares editó en soledad, no estuvimos ahí. A pesar de eso, se nota que hubo un trabajo de sensibilidad con la cultura y la cosmovisión de nuestro pueblo. Entonces, pudo hacer un montaje con el que estamos sumamente contentos y satisfechos”. Como podrá verse el viernes, no es para menos.

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