Desde las cinco hectáreas que posee frente al Lleu Lleu, la vida de un mapuche lafquenche refleja el problema que afecta a miles de peñis. Sergio Mellapi tiene 50 años y podría considerarse un mapuche privilegiado. Desde 1980 posee títulos de propiedad sobre el terreno que heredó de sus padres en la comunidad Nicolás Calbullanca, al sur de Cañete y frente al lago Lleu Lleu. Son cinco hectáreas, parte de ellas compradas a dos de sus hermanos que emigraron desde el campo a la ciudad.Dice que la tierra está cansada, luego hace una pasusa y mira hacia el horizonte, como quien escruta en el futuro. En un par de frases devela un drama común a los 300 mapuches lafquenches de Nicolás Calbullanca y de otros miles de peñis de la zona: ''¿Y en diez años qué vamos a hacer... si la tierra tengo que repartirla entre mis seis hijos?''. Diario El Sur, 11 de febrero de 2001

Comunero refleja el drama de su
pueblo
La tierra se acaba para
los mapuches de Arauco
- Desde las cinco hectáreas que posee frente al Lleu Lleu, la vida de un mapuche lafquenche refleja el problema que afecta a miles de peñis.
Fotos: Ricardo Pérez Zúñiga.
Sergio Mellapi tiene 50 años y podría considerarse un mapuche privilegiado. Desde 1980 posee títulos de propiedad sobre el terreno que heredó de sus padres en la comunidad Nicolás Calbullanca, al sur de Cañete y frente al lago Lleu Lleu.
Son cinco hectáreas, parte de ellas compradas a dos de sus hermanos que emigraron desde el campo a la ciudad.
Esta semana lo encontramos junto a otros dos comuneros que por 2 mil 500 pesos al día más comidas, lo ayudaron a arrancar las lentejas que le urge comercializar en la feria de Cañete. En un estrecho pedazo de suelo sembró 25 kilos de semilla que le rendirán cuatro sacos. Su venta, ''al detalle'', le dará 400 pesos por kilo, es decir, 40 mil pesos por saco.
Dice que la tierra está cansada, luego hace una pasusa y mira hacia el horizonte, como quien escruta en el futuro. En un par de frases devela un drama común a los 300 mapuches lafquenches de Nicolás Calbullanca y de otros miles de peñis de la zona: ''¿Y en diez años qué vamos a hacer... si la tierra tengo que repartirla entre mis seis hijos?''.
La tierra se subdivide una y otra vez, las cosechas pasan y las promesas también. Ya no hay tiempo para esperar soluciones y Mellapi reclama que ya van cinco comisiones de gobierno que en los últimos años han ofrecido una solución. Ellos quieren que a las 260 hectáreas de la comunidad incorporen otras 382 del fundo El Tronco, parte de lo que denominan sus tierras ancestrales.
Deudor
Mellapi sería un hombre próspero de no ser por una sequía de hace siete años que lo convirtió en uno más de los agricultores chilenos que en total deben 30 mil millones de pesos al Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, Indap. Su ''aporte'' a esta cifra es de un millón de pesos y ya se enteró de que el organismo fiscal no dará perdonazos.
Durante el año se arregla con las papas y el trigo para el consumo familiar. Suma a sus ingresos algunos ''pololitos'' por aquí y por allá y la venta de flores. Su casa está rodeada de hermosos Lilium que su mujer, María del Carmen Paine, ayuda a cultivar. En Coronel y Lota venden a 700 u 800 pesos el paquete de tres varas, obtienen en cada viaje -la temporada sólo dura enero- unos 10 mil pesos. Pero viajan en bus y entre los pasajes y el almuerzo se quedan con cinco mil pesos.
Su mayor problema hoy es la incapacidad para endeudarse. Tiene entre manos un proyecto que cuesta poco más de nueve millones de pesos que le permitiría cultivar frutillas. Otros nueve comuneros del sector recibieron un crédito del Indap para riego y apoyo técnico de la Corporación de Desarrollo Indígena (Conadi) para este fin.
En paños de 20 por 20 y hasta 40 por 40 metros logran una producción de frutillas que venden hasta a 700 pesos el kilo, cuando no hay mucha competencia. En la temporada -entre octubre y diciembre- pueden obtener un promedio de 150 mil pesos mensuales.
Hijos
Mientras, piensa en sus hijos y en un futuro más seguro. El mayor se fue hace diez años de la casa, tiene 26 años y es obrero de la construcción en Santiago. Otro prefirió estudiar una carrera técnica en el área de la salud y ahora trabaja en el consultorio de Antiquina, viaja todos los días y aporta a los ingresos familiares. Sirta, Mirta y Luisa, van todas al Liceo Técnico Guacolda de Chol Chol, cerca de Temuco.
Mellapi es uno de los comuneros que estuvo el lunes 29 de enero con la ministra de Planificación, Alejandra Krauss, en la escuela del sector. Escuchó sus disculpas por los malos entendidos del pasado y fue uno de los que hizo ver que entre los mapuches no hay violentistas ni terroristas, como cree el resto del país. Están preocupados de sobrevivir, pero dispuestos a defender lo suyo hasta las últimas consecuencias, porque las tierras son su vida.
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