La tradición mapuche relata que la madre Luna, después de una gran disputa con el Sol, derramó lágrimas tan ardientes que se convirtieron en plata. Rescatando esa leyenda, el pueblo trabajó con singular maestría ese metal, creando joyas y utensilios que daban cuenta de su cosmovisión. Según datos del Programa de Artesanía de la Facultad de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad Católica, no hay certeza en relación al origen de la platería mapuche. Sólo se sabe que fue con posterioridad a la llegada de los españoles, de quienes aprendieron el trabajo con metales. La orfebrería de este pueblo apareció en el siglo XVIII, cuando empezaron a obtener monedas de plata por la venta de sus animales en la frontera. Artesanos especialistas las fundían o martillaban, y con ellas elaboraron piezas notables que otorgaban prestigio y un cierto estatus dentro de la estructura social mapuche. El Mercurio, 11 de noviembre de 2006

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Platería mapuche

Sábado 11 de noviembre de 2006

Foto:Gonzalo López

Con un valor que trasciende lo ornamental, joyas y utensilios de plata tuvieron su auge en el siglo XVIII y se siguen reproduciendo hasta hoy en la octava y novena región. Su valor mágico religioso está asociado a la cosmovisión de este pueblo.


Texto, Macarena Barros J. Producción, Paula Parot R.

Fotografía, Gonzalo López

La tradición mapuche relata que la madre Luna, después de una gran disputa con el Sol, derramó lágrimas tan ardientes que se convirtieron en plata. Rescatando esa leyenda, el pueblo trabajó con singular maestría ese metal, creando joyas y utensilios que daban cuenta de su cosmovisión.

Según datos del Programa de Artesanía de la Facultad de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad Católica, no hay certeza en relación al origen de la platería mapuche. Sólo se sabe que fue con posterioridad a la llegada de los españoles, de quienes aprendieron el trabajo con metales. La orfebrería de este pueblo apareció en el siglo XVIII, cuando empezaron a obtener monedas de plata por la venta de sus animales en la frontera. Artesanos especialistas las fundían o martillaban, y con ellas elaboraron piezas notables que otorgaban prestigio y un cierto estatus dentro de la estructura social mapuche.

Además de estribos y adornos para las riendas de los caballos, entre las joyas de uso femenino destaca el lloven, adorno para la cabeza; el tupu, gran alfiler provisto de un disco ornamental para prender los extremos del chamal; trapelacucha, colgante pectoral; sikil, joya también pectoral de uso ceremonial; kilkai, cadena que se fija en los hombros y cae sobre el pecho formando un semi círculo; chawai, aros de forma cuadrangular; traripel, collar formado por pequeñas cuentas de plata, de gran longitud.

Una buena oportunidad de conocer auténtica platería mapuche es a través de la colección Petermann-Thiers, parte de la cual se presenta hasta el 10 de diciembre en la sede del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en Valparaíso. Según Juan Carlos Hang, asesor de las investigaciones arqueológicas de esta colección, "ésta es una de las mejores que hay en Chile". Entre las noventa piezas en exhibición destacan coronas, máscaras, antiguos elementos de investidura de hombre, clavas y muñequeras de los siglos 18, 19 y 20.

En Santiago se pueden adquirir reproducciones de platería mapuche en tiendas como Ona y Artesanías de Chile.

José Quintriqueo

A los 53 años, recuerda haber visto siempre a su abuela materna, Zenobia Meliwilu, con joyas de plata de uso diario, pero sólo a los 18 se interesó en el tema, y con el propósito de rescatar la orfebrería se inició en este oficio como hobby. Desde entonces, José (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.) hace reproducciones de distintas piezas, copiándolas de libros. Trabaja en su casa ­calle María Luisa 1225, población Villa Santa Teresa, Temuco­, sin maquinarias, desarrollando distintos objetos totalmente a mano con la ayuda de alicates, cuños, taladros y laminadores.

Por su buen oficio, el año pasado fue distinguido con el premio Lorenzo Berg 2005, como el mejor artesano chileno presente en la Muestra Internacional de Artesanía del Parque Bustamante de la Universidad Católica. Sus piezas han representado a nuestro país en eventos como el Pabellón de Chile en la Expo Sevilla y en la Feria de Milán.

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