La viruela, la fiebre amarilla y la sífilis, entre otras epidemias, más las matanzas de los portugueses y españoles en su afán por adueñarse del oro y la plata redujeron la población indígena americana hasta en un 90 por ciento desde que comenzó hace 512 años la conquista del nuevo continente. Organizaciones no gubernamentales estiman que en la Argentina sólo sobreviven hoy entre 800.000 y 2.000.000 de nativos originarios, distribuidos en más de 800 comunidades e incluso en algunas capitales de provincia, por efectos de la migración urbana. A falta de un censo oficial, el Gobierno argentino puso en marcha una encuesta complementaria del censo nacional de 2001 que busca arrojar datos cualitativos y que indica en principio la existencia de más de un millón de habitantes originarios en el país. Se sabe que determinadas tribus, como los pacíficos Onas de Tierra del Fuego, fueron exterminadas, en gran parte por las enfermedades europeas contra las que no habían generado anticuerpos. Con la llegada de los conquistadores se inició un exterminio que arrasó, en total, con 90 millones de pobladores de la región y quebró el desarrollo cultural de un mundo que, lejos de ser nuevo, fue invadido por la soberbia y el apetito imperial, sumiendo en la desolación la cosmovisión milenaria de un continente desestructurado. Hoy mantienen vivo su origen y su cultura entre 50 y 60 millones de habitantes de Latinoamérica, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otros organismos mundiales. En 1600, por el efecto contaminación, la densidad indígena en México ya había alcanzado el punto más bajo: entre el 10 y el 5 por ciento en relación a 1492. En Perú se estima que la población nativa descendió de unos 9 millones en 1533 a poco más de 500.000 a comienzos del siglo XVII, la mayor parte debido a las matanzas. En 1511, en un sermón que se hizo famoso, el fraile dominico Antonio de Montesinos advirtió a los ocupantes de La Española (Haití y República Dominicana) que estaban en pecado mortal por la "cruel y horrible" servidumbre que les habían impuesto a los nativos de la isla, los taínos. Pero no le hicieron caso. Si para 1492 los taínos sumaban unos 3 millones, para 1539 habían sido prácticamente exterminados por una combinación de crueldad generalizada, exceso de trabajo y enfermedades. En lo que luego sería el Brasil portugués, las estimaciones acerca de la cantidad de nativos hacia el 1500 eran de entre 2,5 millones y 5, que resultaron devastados no sólo por las pestes, sino por las guerras de exterminio y la esclavitud que allí tuvieron una importancia relativamente mayor a la muchas zonas de la América española. El Tribuno (Salta), 12 de octubre de 2004.