Usaban adornos labiales como en las zonas selváticas; realizaban ritos religiosos y explotaban una diversidad de recursos, que iban del guanaco a los moluscos. Estas son algunas de las características de quienes habitaron la zona rionegrina comprendida entre Choele Choel y Guardia Mitre, cerca de Viedma. Rio Negro (Viedma), 17 de octubre de 2004.
![]() |
Usaban adornos labiales como en las zonas selváticas; realizaban ritos religiosos y explotaban una diversidad de recursos, que iban del guanaco a los moluscos. Estas son algunas de las características de quienes habitaron la zona rionegrina comprendida entre Choele Choel y Guardia Mitre, cerca de Viedma. Lo reveló el arqueólogo Prates, de Río Colorado.
![]() El arqueólogo de Río Colorado Luciano Prates con su colega norteamericana Heidi Luchsinger, de Texas A & M University. |
Además eran muy diferentes a los humanos que habitaban la zona de pampa y Patagonia en todos sus aspectos, por lo que aparentemente tenían caracteres intrusivos.
A estas primeras conclusiones llegó el arqueólogo riocoloradense Luciano Prates(30) que desde hace tres años está investigando la zona comprendida entre Choele Choel y Guardia Mitre para elaborar su tesis con la cual buscará el doctorado.
El tema elegido fue "Arqueología de los cazadores-recolectores del valle del río Negro" sobre las poblaciones que vivieron en este valle durante el holoceno (10.000 años hasta la conquista).
Prates recorrió en marzo de 2003 todo el área buscando evidencias de sitios de ocupación en superficie y enterrados para poder retornar más tarde a excavar.
Halló unos treinta puntos en superficie y sólo dos para excavar; Angostura (cerca de Gral. Conesa) y Negro Muerto (en cercanías de Choele Choel).
En noviembre excavaron durante un mes en la zona denominada Angostura, a pocos kilómetros de Conesa, en un "campamento" de entre 1.000 y 2.000 años atrás. En dicho campamento se encontró fogones, habitaciones, restos de comida y de los animales que consumieron; venado de las pampas, guanaco, mara, armadillos, moluscos y peces. Lo real es la diversidad de explotación de recursos.
Además se encontró muchos roedores pequeños, aunque no se sabe si los fue consumiendo el hombre o serían los residuos de un depredador que se los comía.
Hay especies como el venado de las pampas que eran muy abundantes en este valle y ahora están más al norte de nuestro país (sur de San Luis, norte de Bs. As). "La cuenca del Colorado y Negro es una zona de transición entre Pampa y Patagonia, es muy distinto a las poblaciones pampeanas y al sur de la patagonia" agregó.
Otro de los aspectos salientes del hallazgo fue el haber dado con muchos indicadores y materiales vinculados a ritos y cuestiones ideológicas como hachas ceremoniales y placas grabadas. También adornos típicos de tierras bajas selváticas como adornos labiales y auriculares, que no existían en la pampa y Patagonia en ese tiempo.
Aparentemente es algo intrusivo, que no es típicamente local. "Una serie de cuestiones que hace a la región desde el punto de vista de la comunicación humana en ese momento, bastante diferente al norte y al sur. Sí muy similar a toda la cuenca del colorado y negro, y para el lado de Chile a la misma latitud. Es como una franja, muy diferente a las zonas vecinas" explicó Prates.
Entre las herramientas encontradas se puede mencionar a puntas de proyectil, triangulares y pequeñas, para flechas. También herramientas para procesar cuero y elementos ornamentales como cuentas de collar confeccionadas sobre valvas de moluscos.
El campamento base es muy extenso, de al menos unos 150 metros de largo, con muchos toldos, y restos de consumo y procesamiento de fauna, fabricación de ornamentos e instrumentos de piedra.
"Ubicamos distintas unidades bien identificadas que se movían en bandas numerosas de diez a quince unidades habitacionales (toldos) y se estacionaban siempre a metros del río" comentó.
Lo que más llamó la atención del investigador fueron los grandes fogones hallados. "Son paquetes de cenizas que se solidificaron por precipitación de carbonatos. También pudimos saber que fueron encendidos sucesivas veces, eso quiere decir que la gente se fue, retornó y volvió a encenderlos. Sabemos al menos que volvieron al mismo lugar y pronto podremos saber cuanto tiempo estuvieron".
En breve se dirigirán al segundo sitio apuntado, denominado Negro Muerto en cercanía de Choele Choel para ingresar en la segunda etapa de la investigación. En tanto en una tercera etapa del trabajo se estudiará los procesos de formación del valle, los cambios climáticos, etc. Para ello el equipo cuenta con la arqueóloga norteamericana Heidi Luchsinger(30) de Texas A & M University, que es especialista en geoarqueología.
Un largo camino al doctorado
Luciano Prates realiza este trabajo para el Conicet tras haber obtenido una beca en un exigente concurso ante ese organismo. El plazo de entrega de sus conclusiones es de cuatro años con opción a una prórroga de un quinto.
Con esta beca aguarda conseguir el doctorado en abril del año próximo cuando su tesis esté terminada.
En el 2001 se presentó con el tema "Arqueología de los cazadores-recolectores del valle del río Negro" que incluía un estudio de las poblaciones que vivieron en el río negro durante el holoceno (10.000 años atrás hasta la conquista española).
Hasta el momento no existe estudio ni trabajo alguno realizado con anterioridad que abarque este tema, por lo tanto los resultados son novedosos, y desconocidos, al menos con tan alto grado de certeza a raíz del nivel del estudio que está efectuando.
Si bien el Conicet abona la beca, los fondos para llevar adelante las tareas de prospección y excavación para todo el equipo de trabajo que dirige conformado por una veintena de personas son aportados por la Fundación Antorchas.
Una tarea ardua y lenta la del arqueólogo
Dar con los sitios de ocupación no es tarea sencilla. Además de poner en práctica los conceptos teóricos adquiridos en las aulas es necesario poner todos los sentidos al servicio de esta empresa. Y, por si esto fuera poco, tener el azar a favor siempre ayuda.
La búsqueda se da principalmente en los perfiles naturales, como lo puede ser una barranca donde se busca microdesechos de instrumento o algún pedacito de carbón que indique el camino. Luego la ardua y lenta tarea de excavar.
En Angostura fueron hasta los 2,20 mts. de profundidad y les llevó dos meses y medio de labor.
Apenas avanzaban cinco centímetros de profundidad por día. Los elementos que se encontraban, no se tocaban sino que seguían quitando la tierra a su alrededor, quedando todos los materiales al aire libre. Luego se hizo un mapeo y las correspondientes fotografías para documentar bien, que les insumió casi medio día.
Posteriormente se levantó todo el material y se lo guardó en forma individual en distintas bolsas rotuladas. Finalmente se zarandeó la tierra y se recuperó hasta lo diminuto.
Recién después se continuó
más abajo. (ARC)
Es una publicación de Editorial
Rio Negro SA.Todos los derechos reservados
Copyright 2004