"Soy colla y sé que los indígenas siempre hemos sufrido marginación en mi país." La voz triste de Marina Ugarte se va apagando frente a las imágenes del televisor. Nativa de Tupiza, esta enfermera de 38 años que trabaja en la clínica de Empleados de Comercio, forma parte de la comunidad boliviana que en Bahía Blanca y la región supera los cinco mil integrantes. Desde 1972 en la ciudad y secretaria de la Asociación Boliviana local, cuenta que tiene familiares en Santa Cruz de la Sierra y sobre el renunciante Sánchez de Lozada indica que no trabajaba para el pueblo y que hasta el tono de su voz se asocia con intereses extranjeros. Mientras el televisor sigue mostrando los enfrentamientos entre campesinos y soldados, con La Paz y Cochabamba en llamas, Marina concluye: "No es más que una guerra entre pobres. Los ricos, como siempre, están al margen, por eso creo que Bolivia debe tener los medios para producir y distribuir su gas y no perderlo, cediéndoselo a manos extranjeras. Espero que asuma un gobierno con responsabilidad." La Nueva Provincia (Buenos Aires), 18 de octubre de 2003.