En el 511 aniversario del descubrimiento de América, nos honra destacar los méritos de esta mujer admirable. Es un honor referirse a alguien que es símbolo de denuncia y de exigencia de justicia, pero también de reconciliación y tolerancia, porque si algo resalta en la señora Tuyuc es su defensa inclaudicable y piadosa de la dignidad humana. Desde su curul, cuando fue diputada, o como líderesa de las viudas de Guatemala agrupadas en Conavigua, Tuyuc ha dado ejemplos extraordinarios del desprendimiento total de sus intereses personales, para buscar soluciones a las necesidades colectivas, indistintamente de intereses de orden político, religioso, étnico o de género. El drama que ahora vive, como doliente de la larga noche de terror de San Juan Comalapa, resalta su fidelidad a lazos familiares que no ha debilitado ni destruido el tiempo ni la muerte, y en eso también es ejemplo ante la fragilidad o tambaleo de uniones conyugales que no han llevado a sus espaldas ni una milésima de las angustias y sinsabores de esta mujer estoica. AIPIN, 13 de octubre de 2003. 

 
 AIPIN, Prensa India
"Difundiendo presente y sembrando futuro"
Guatemala
Diario Prensa Libre, 13 de octubre de 2003.

Tuyuc, símbolo de la lucha indígena

La excavación de fosas clandestinas en los terrenos del ex destacamento militar de San Juan Comalapa, Chimaltenango, es una tarea extenuante y penosa, porque hace recordar el martirio de las víctimas a manos de la soldadesca entrenada para someterlos a los más dolorosos tormentos.

Sin embargo, ese trabajo traumático es necesario para que los deudos cumplan con el deber piadoso de dar cristiana sepultura a sus seres queridos y así atenuar en parte el prolongado sufrimiento de no saber en dónde quedaron sus despojos.

En esa tarea destaca la figura de Rosalina Tuyuc, una mujer valiente a quien la represión de la guerra interna, que cobró la vida de su padre y su esposo, ha colocado en un protagonismo necesario para denunciar aquellas desgracias, exigir justicia y orientar a los sobrevivientes de las masacres, tanto para buscar en la localización de los restos de las víctimas la catarsis para atenuar su dolor, como para demandar del Estado las acciones orientadas a aliviar en parte su abandono, su pobreza y su soledad, a causa de la falta del sostén y cabeza del hogar.

Es admirable ver la entereza de Tuyuc excavando persistentemente durante más de cuarenta días, y sin tregua, en busca de sus seres queridos. Es una prueba de ese valor que la ha convertido en líder innata de su pueblo y símbolo de sus aspiraciones.

De hecho, la señora Tuyuc es persistente en todo. Además, está dotada de una capacidad analítica admirable y de una visión privilegiada de la sociedad deseable para reivindicar los derechos mancillados de los pueblos mayas.

Por eso no extraña su protagonismo, porque aquellas cualidades, sumadas a su serenidad para ver y evaluar las cosas en medio de tantas afrentas sufridas, dan testimonio de su madurez como dirigente y la hacen imprescindible en el debate sobre las necesidades de la población indígena.

Desde su curul, cuando fue diputada, o como líderesa de las viudas de Guatemala agrupadas en Conavigua, Tuyuc ha dado ejemplos extraordinarios del desprendimiento total de sus intereses personales, para buscar soluciones a las necesidades colectivas, indistintamente de intereses de orden político, religioso, étnico o de género.

El drama que ahora vive, como doliente de la larga noche de terror de San Juan Comalapa, resalta su fidelidad a lazos familiares que no ha debilitado ni destruido el tiempo ni la muerte, y en eso también es ejemplo ante la fragilidad o tambaleo de uniones conyugales que no han llevado a sus espaldas ni una milésima de las angustias y sinsabores de esta mujer estoica.

En el 511 aniversario del descubrimiento de América, nos honra destacar los méritos de esta mujer admirable. Es un honor referirse a alguien que es símbolo de denuncia y de exigencia de justicia, pero también de reconciliación y tolerancia, porque si algo resalta en la señora Tuyuc es su defensa inclaudicable y piadosa de la dignidad humana.

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