Es uno de los dos representantes del estudiantado mapuche en la CONFECH. Tiene 22 años, es originario de una comunidad de Purén y cursa tercer año de Antropología en la Universidad Católica de Temuco. Ex dirigente regional de los secundarios, José Ancalao encabeza hoy un viejo anhelo de su pueblo: posicionar una federación estudiantil propia que los convoque, aglutine y represente. Recién en 2010 comenzaron a dar los primeros pasos. Y este 2011, sin mayor preámbulo y demandando al gobierno una “Universidad Mapuche”, estrenaron su combativo referente; la Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE).

Desde entonces, reconoce Ancalao, los eventos se han sucedido sin pausa. En mayo pasado y no sin dificultades, lograron ser aceptados –con voz y voto- formalmente en la CONFECH. “Tuvimos al inicio algunas diferencias de opinión con los compañeros comunistas, pero ya fueron superadas. Entender aquello del carácter plurinacional del Estado y la sociedad no es fácil para ningún sector político. Ello explica en gran parte aquel impasse”, señala a The Clinic, diplomático. “En las movilizaciones nos hemos ido conociendo y restableciendo confianzas”, subraya.

Y las diferencias en verdad parecieran ser cosa del pasado. Hoy no solo forman parte de la principal plataforma estudiantil chilena; también de su Mesa Ejecutiva, derecho que adquirieron tras un CONFECH realizado en Temuco y donde recibieron un mayoritario respaldo de las federaciones del país. Esto, señala Ancalao, los ha transformado en protagonistas de una coyuntura que no duda en calificar como “histórica”, amén de posicionarlos en la primera línea de las negociaciones con las autoridades.

¿Qué evaluación hacen como mapuches de la actual coyuntura?
-Estamos ante una oportunidad histórica. Un movimiento de esta envergadura y respaldo ciudadano no se veía desde el retorno de la democracia. Y más aún con el aprendizaje político que muchos de nuestra generación tenemos de la lucha que dimos años atrás, como secundarios. De alguna manera está ese antecedente y como dicen por ahí, de los errores se aprende.

¿Ronda en ustedes el fantasma de la negociación a puertas cerradas que terminó con el movimiento pingüino durante el mandato de Bachelet?
-Totalmente. Fui dirigente secundario en Temuco y viví junto a otros peñi (hermanos) y lamngen (hermanas) ese proceso. Aquella foto de la Alianza y la Concertación tomados de la mano junto a Bachelet aún ronda en mis pesadillas (risas). Pero bueno, faltó maduración del movimiento, hubo intervención de sectores políticos diversos, intervención que llegó a ser grosera en el caso de la Concertación y ello desembocó en logros más bien testimoniales. La parte llena del vaso es que sirvió como escuela política para muchos que nos hemos reencontrado en el movimiento universitario.

Algunos voceros de aquel tiempo terminaron participando de reality shows.
-Es verdad. Eso gráfica hasta que punto se chacreó el movimiento y sus proyecciones, que muchos apostábamos podían ser mayores. Son aprendizajes que llevamos con nosotros y que en esta coyuntura nos deben servir para no perder el rumbo.

Giorgio Jackson, en estas mismas páginas, subrayó la semana pasada la enorme desconfianza de los estudiantes con la clase política. Compartes ese análisis.
-Absolutamente. Esa desconfianza forma parte de las lecciones del 2006 y trasciende a los estudiantes. Hoy es la sociedad, la ciudadanía en su conjunto, quien no le cree a la clase política chilena. En este punto decimos que hay una crisis de legitimidad del sistema político. Basta ver las encuestas, los bajos niveles de aprobación de los parlamentarios, la paupérrima adhesión a los partidos políticos, el envejecimiento del padrón electoral, la increíblemente alta tasa de abstención en las elecciones, etc. Todo ello es síntoma de un sistema político, de una institucionalidad, de un modelo de Estado inclusive, que hace agua por todos lados y que se expresa en la distancia que la ciudadanía ha tomado de quienes dicen representarla en la esfera pública.

¿Ello explica a tu juicio el creciente respaldo ciudadano al movimiento?
-Totalmente. Estamos ante una olla a presión que necesitaba una vía de escape. Y esa vía ha sido el movimiento estudiantil. Hoy en las marchas que se desarrollan sea en Santiago o Temuco, las demandas y consignas superan con creces el ámbito de la lucha estudiantil. Esto se ha vuelto un movimiento ciudadano que levanta con fuerza las banderas de la democratización del país. El Chile heredado de Pinochet no aguanta un día más.

No temes que de tanto estirar el elástico se corte.
-Para nada. Este no es un elástico que al tirarlo se pueda cortar, como temen algunos incluso dentro de la propia CONFECH. Este es un elástico que mientras más lo tiramos, más se fortalece, porque cada día se suman nuevos respaldos y voluntades. Es lo que pensamos al menos los estudiantes mapuches y no creemos estar tan perdidos.

¿Cómo ha sido la inclusión de vuestra demanda en la CONFECH?
-Ha tenido sus momentos. Pero usando un eufemismo, diría que estamos más que “empoderados”. Se logró incluir nuestra demanda por educación intercultural en el petitorio de la CONFECH y también otros puntos relativos a becas indígenas, hogares estudiantiles, así como los derechos educativos y lingüísticos de nuestra nación. Esto le quedó clarísimo al ministro Bulnes en la primera mesa de diálogo, cuando Pablo Millalen, vocero nuestro, lo saludó e interpeló durante varios minutos en mapudungun. La cara del ministro jamás la vamos a olvidar. “¿Y estos extraterrestres de dónde salieron?”, se debió haber preguntado (risas).

No solo el ministro, sospechamos.
-Bueno, no sólo Bulnes. También Camila, Giorgio, incluso el profesor Gajardo estaban un poco sorprendidos. Y es normal. Tanto les dijeron que en Chile solo hay chilenos que muchos lo terminaron creyendo. Es bueno que descubran que no es así. Esa tal vez sea nuestra principal contribución como FEMAE a la CONFECH: educar a nuestros pares en esto de la interculturalidad y las relaciones interétnicas respetuosas.

Mapuches educando a chilenos.
-Así es. Ya es hora que nosotros salgamos al ruedo en los grandes temas del país. Siempre hay discursos mapuches para problemas nuestros, pero casi nunca para problemas que aquejan a todos por igual, seas chileno, mapuche, migrante, etc. Hoy la voz mapuche está presente en la lucha estudiantil chilena y así debiera ser en todos los ámbitos. Tenemos los argumentos y la capacidad.

¿Como FEMAE apuntan al plebiscito?
-Directo y sin intermediarios. Es un mecanismo democrático, una herramienta de la ciudadanía y podría ser utilizado incluso en otros conflictos sociales, como el existente entre el Estado y nuestro pueblo, donde sigue primando la lógica de los apaleos y el asistencialismo estatal. ¿Por qué temerle a plebiscitar este u otros temas?

Por P. C.