Con pobreza y aislamiento crónicos, entre la resaca del terremoto y el conflicto mapuche, la vida en este pueblo se sostiene por el apoyo entre sus habitantes. Cómo funciona esta economía informal, lejos del camino que llevó a Chile a la OCDE.

SEBASTIÁN HENRÍQUEZ Tirúa -en mapudungún, "plano"- parece estar simplemente ahí, movida por las mingas, el trueque y algunos programas pro empleo. Según la encuesta Casen, el 36% de la población de Tirúa vive bajo la línea de la pobreza, casi 4 mil personas. Y aunque está a 212 km al sur de Concepción, llegar en auto toma cuatro horas, y cinco en bus.

Casi tres cuartos de sus 10.500 habitantes viven de la agricultura de subsistencia y unos pocos de la pesca, en una de las caletas más hostiles del Biobío. Las malas condiciones de su barra, que recibe el golpe directo del oleaje del Pacífico, solo permite a los pescadores trabajar dos o tres días al mes. "Si salimos así no más, los cabros chicos se quedan sin papá", dice Leandro Candia.

Todo aquí se mueve por intercambio entre sus habitantes, la mayoría radicados en comunidades mapuches. Un aspecto clave para mover la economía local en épocas de siembra y cosecha, porque el dinero escasea. Trabajo, madera, trigo, pesca y animales se transan con valores ajenos a su precio en moneda.

"Para la siembra, se cambia semilla de papa por trigo, según lo que falte. Se cambia cochayuyo por trigo, y si a uno le falta, hasta un chanchito se cambia por trigo", dice Manuel Meñaco.

Alejandro Lincopi es dueño de un pequeño aserradero, el que armó casi sin ayuda de dinero. Consiguió madera para construir su barraca, y luego, mediante varios intercambios, se armó de todo lo demás.

"El tractor lo conseguí por madera y otras cosas. A veces cambio palos por un poco de papa, cuidando el precio, eso sí. La máquina (del aserradero) también la cambié por madera. A veces se gana, a veces se pierde. Uno va a la casa de otro y se dice 'necesito esto, qué tienes tú', siempre pensando en lo que al otro le pueda servir", explica.

También hay intercambios más complejos, como el trafkintu, cuando dos comunidades se juntan para intercambiar cosas. Una tradición mapuche de larga data que termina en una fiesta. "Papas de acá por madera nativa en la cordillera, por ejemplo. El dinero ahí no cuenta, es más que nada por un bien al otro", explica Salvador Lincopi.

Julio Pihán, concejal de Tirúa, dice que la práctica es común sobre todo entre quienes no tienen maquinaria agrícola, que son la mayoría. "Se invita a la gente para que ayude en el trigo o la papa. A veces se paga con dinero, otras con un saco de algo, a veces con una comilona", dice.

El economista de la U. San Sebastián Renato Segura afirma que "en comunas con el nivel de pobreza de Tirúa y alto índice de población rural, es común el trueque. Por su carácter informal, es difícil dimensionar su impacto en la economía local".

Segura describe a Tirúa como una "autarquía": produce todo lo necesario para vivir, incluso para quienes, afiliados a planes de pro empleo, reciben mensualmente $70 mil pesos. Otros beneficios provenientes del gobierno completan el ingreso.

"La red que se teje hace que la gente tienda a quedarse en Tirúa", afirma Segura. Paradójicamente, esta red hace difícil la instalación de empresas en el pueblo. "Las que llegan -dice Pihán- se encuentran con que no hay mano de obra".

"Trafkintu"Esta tradición facilita el intercambio entre comunidades.

10.500habitantes tiene la comuna de Tirúa, en el límite sur de la Región del Biobío.

70%de sus habitantes son mapuches.

36%de su población vive en condiciones de pobreza, según la encuesta Casen. El promedio del país es de 15,1%.

7,3años de escolaridad promedian los habitantes de la comuna. A nivel nacional, son 8,9 años.