En el marco del bicentenario más de 15.000 integrantes de comunidades originarias marcharon desde todo el país para reunirse, luego de varios días en una sola columna y culminar la caminata en Plaza de Mayo, para acercarle a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sus reclamos, su visión de este Bicentenario de la Patria y sus valiosos aportes en materia cultural y de conservación del medio ambiente.
También, desde esa cosmogonía, la necesaria protección del patrimonio argentino, las reservas naturales de agua, el repudio a las mineras a cielo abierto, a los campos sojeros, a la destrucción de la Pachamama, defendiéndola de los intereses económicos y mafias que compran o los despojan de sus tierras, que los dejan sin fuente de trabajo, que menoscaban su cosmovisión, sus patrones culturales.Así mismo, desde los pueblos originarios, reclaman y exhortan para que se apliquen finalmente las leyes a favor de la devolución y reconocimiento territorial para poder así liberar al pueblo argentino de la deuda histórica de despojo y humillación. Mas de 500 años de existencia, de lucha constante, de soportar violencia, muertes y privaciones de sus derechos humanos hasta vivir aberraciones como el robo de dnis en Formosa, los cambios de nombres en los dnis no respetando sus nombres originarios de parte de los supuestamente argentinos civilizados que no sabemos cuidar ni siquiera a la madre tierra.
También se solicita suprimir el festejo del 12 de octubre y modificarlo por festejos aborígenes. A su vez, y con razón, los marchantes se han quejado de la invisibilidad de los medios masivos de comunicación que buscaron invisibilizarlos.
Pero la marcha ha sido un hecho histórico.
Y ojala en los años venideros sea incluido en los manuales pedagógicos y que el suelo argentino nos encuentre hermanados y hayamos podido abrir los ojos a los reclamos de nuestras raíces latinoamericanas que hoy en día, vigorosamente, pueden demostrar su sabiduría, su resistencia, su empuje, su claridad, y su función de tutores del suelo en el cual vivimos y la naturaleza que nos cobija y acuna mientras no dejamos de escupirle el suelo que luego nos da de beber.
Es un compromiso social apoyar a nuestros hermanos que hace más de 500 años viven resistiendo y soportando que se menoscaben sus derechos, que no sea respetada la constitución, las leyes, ni sus culturas, ni su lenguaje, ni sus costumbres.
Esta es una invitación a la conciencia, al apoyo y la defensa de toda nuestra República Federal Argentina o de lo que queda en manos de argentinos porque lo demás ya es patrimonio privado de extranjeros adinerados.
Hoy los hermanos y hermanas enarbolan en la whipala pero todos esos colores son los colores de nuestra diversidad argentina, de nuestra pluriculturalidad. Ellos levantan sus banderas y con ellas cobijan los intereses de toda una nación que a veces mira para otro lado vendiéndose y autoboicoteándose en esta civilizada sociedad consumista que nos va a dejar sin hogar para nuestros hijos y nietos. Ellos consideran a la Pachamama su madre tierra. Yo puedo decir que considero que hoy en día ellos son nuestra madre que cuida la tierra y a nosotros de nosotros mismos.
No repitamos más las historias. Comencemos a cambiar, a evolucionar, a abrir la mente y los corazones. Y a trabajar en conjunto unidos.
Por todo esto, los invito a la muestra. Es mi aporte personal a que podamos hacer que esto se inscriba en la historia. Y que a nuestros hijos y nietos les empecemos a contar las cosas por el principio y con la verdad. Los chicos pueden con la verdad, no les enseñemos a mentir y después nos quejemos cuando ellos hagan lo mismo que nosotros hemos hecho.
Doña Esperanza Nieva
Y quiero hacer un homenaje por este medio a doña Esperanza Nieva, Diaguita de Amaicha del Valle, que a sus 81 años de lucha en defensa de los pueblos ancestrales y de la dignidad de la mujer, artesana, coplera y sanadora; que habiendo asistido a la marcha el 20 de mayo, el 9 de junio fue asesinada brutalmente en su casa. Supongo que deberíamos estar agradecidos por el legado que nos ha dejado, su lucha, y la posibilidad de conmemorar su nombre con su muerte y con la fuerza de no dejarse abatir y de enraizarse en la Pachamama para dar nuevos frutos... Esperanza.
Mariana Méndez