En las culturas indígenas hemisferio norte el solsticio de invierno representa una etapa de renacimiento de la madre tierra (Ñuke Mapu). Tres eventos coinciden entre el anochecer del 21 y la madrugada del 22 de diciembre. El primero de ellos es el escenario donde ocurrirán los otros dos. El viernes es el solsticio de invierno, que produce fenómenos opuestos en cada hemisferio. En el hemisferio norte es el día más corto del año, y por lo tanto, la noche más larga del año. En el hemisferio sur, por el contrario ocurre el solsticio de verano que es el día más largo y la noche más corta del año.

El solsticio ocurre debido a la forma inclinada en que la Tierra gira alrededor del sol. Así, la cantidad de luz que recibe cada parte de la Tierra es distinta a lo largo del año. El solsticio marca los dos momentos, junio y diciembre, en los que la Tierra alcanza su mayor inclinación respecto al sol.
Después del solsticio de invierno en el hemisferio norte, los días comienzan a ser gradualmente más largos, por eso las culturas indígenas lo han celebrado como una etapa de renacimiento. Es una noche especial. La Luna fría marca la llegada del invierno en el hemisferio norte y cuando cae la noche se observa la luna llena, la primera del mes de diciembre y la última del año. A esta luna también se le llama "Luna fría", porque marca la llegada del invierno en el hemisferio norte, y como ocurre cerca del solsticio también se le llama Luna de la noche larga.
El 21 de diciembre es una noche de espectáculo sideral. En esta noche de luna llena fría se produce la lluvia de meteoros úrsidas. Esta lluvia de meteoritos ocurren cuando la Tierra pasa a través del rastro de polvo y asteoroides que quedan a lo largo de la órbita de un cometa, en este caso del cometa 8P/Tuttle. A esta lluvia se le llama úrsidas porque pareciera venir de la constelación de la Osa Menor. Úrsido es sinónimo de oso.