El consejo de Conadi se ha arrogado, pues, funciones de representación de las que en derecho carece, y el Gobierno ha tolerado que así suceda. Con ello, la autoridad se ha autoinfligido un gran fracaso tras otro: las políticas indígenas serias siguen sin diseñarse, y la Conadi no ha hecho nada relevante para superar los problemas de pobreza y extrema pobreza de las etnias originarias. El Mercurio, 5 de mayo de 2007
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Nueva crisis en Conadi
Sábado 5 de mayo de 2007
No sorprende la nueva crisis que afecta a la Corporación Nacional
de Desarrollo Indígena (Conadi) por la renuncia de su director tras
apenas cinco meses, debido a discrepancias con los consejeros indígenas,
que lo descalificaron por no pertenecer a esas etnias. Creada en 1993, Conadi
es un órgano del Ejecutivo llamado a diseñar y aplicar políticas
públicas para promover los derechos y protección de los pueblos
originarios, en los marcos de la Constitución y la ley. Pero si se
lo concibe como una instancia para "oír" a los grupos indígenas,
se crea una confusión institucional.
Es lo que ocurrió al incorporar como miembros del consejo a quienes
entienden actuar en representación de sus respectivas etnias, y se
sienten, por tanto, como una suerte de "parlamentarios" en un virtual "congreso" no
elegido. Tales consejeros pueden, así, trabar a voluntad la gestión
del director nacional: este funcionario del Gobierno pasa a depender de los
consejeros, que asumen una supuesta representación que no es popular,
sino grupal, no conferida por nadie y ni siquiera representativa, pues la
comunidad mapuche es mucho más vasta que la circunscrita personería
de un puñado de entidades minoritarias y radicalizadas, sostenidas
a menudo por dineros y agentes extranjeros. Así lo ha confirmado reiteradamente,
por lo demás, la votación legítima de la población
mapuche en las elecciones nacionales.
El consejo de Conadi se ha arrogado, pues, funciones de representación
de las que en derecho carece, y el Gobierno ha tolerado que así suceda.
Con ello, la autoridad se ha autoinfligido un gran fracaso tras otro: las
políticas indígenas serias siguen sin diseñarse, y la
Conadi no ha hecho nada relevante para superar los problemas de pobreza y
extrema pobreza de las etnias originarias. De allí la sucesión
de denuncias de abandono, arriendos y otras operaciones irregulares o discutibles
de las mismas tierras que la Conadi ha adquirido a precios comerciales, en
zonas inadecuadas. Estas compras indiscriminadas sólo han fomentado
más acciones violentas, que el Gobierno también ha tolerado
casi invariablemente, violando incluso su propio criterio de no comprar suelos
cuando hubiere mediado violencia.
Peor aún, el Gobierno aparece cediendo, ayer, ante la evidente presión
de los consejeros indígenas, al anunciar que el nuevo director de
Conadi provendrá de una de las etnias originarias.
Todo indica que la solución para los indígenas radica en que
sus tierras, erosionadas y cuyo único real aprovechamiento sustentable
es forestal, sean consolidadas para ese efecto, con la colaboración
de instituciones que apoyan experiencias innovadoras y otras de crédito
internacional, y que el Estado adelante el fruto de tales plantaciones por
unos 20 años, dando a las familias indígenas ocasión
de educarse, capacitarse y acceder a empleos de calidad. Así, lo forestal
-única fuente de riqueza efectiva para este sector, en vez de la ilusión
de una agricultura sin destino- se transformaría en un gran aliciente
para el avance de estos grupos hoy paupérrimos.