. Debate sobre los mapuches en Blog de El Mercurio: La semana pasada el Premio Nobel de Literatura José Saramago le pidió a la Presidenta Bachelet en España que mirara a los mapuches. La pregunta que surge inmediatamente es: ¿A qué mapuches? Existen diversos estudios que muestran que los grupos de interés organizados están muchas veces formados por minorías que tienen preferencias muy intensas que no necesariamente representan los intereses o necesidades de la mayoría. Estos grupos introducen temas en la agenda logrando empatía con la opinión pública a través de la transformación de un interés específico en un problema global, presionando a través de este mecanismo a las autoridades para que tomen una decisión favorable a sus intereses. Sin embargo, dado que no representan necesariamente el sentir de la mayoría que va a ser afectada por la decisión es probable que las autoridades, si reaccionan a sus presiones, no tomen una decisión que sea eficiente y efectiva para la mayoría. Los medios de comunicación, la opinión pública y la discusión política nacional e internacional miran más a los grupos indígenas que han optado por el camino violento para luchar por sus reivindicaciones. Sin embargo, según una encuesta realizada por Libertad y Desarrollo en las comunidades rurales del sur de Chile, la mayoría de los mapuches de esa zona están en contra del uso de violencia como método de acción. Un 72% de los encuestados manifiesta que las acciones violentas de algunos grupos para recuperar sus tierras no son legítimas. Un porcentaje mayor (86%) no se siente identificado por ellas. De hecho un 86% considera que la acción violenta de estos grupos ha manchado la imagen de los mapuches. ¿A quién hay que mirar entonces a la minoría violenta o a la mayoría pacífica? Hoy día la política pública indígena del gobierno chileno mira sobre todo a los indígenas que viven en zonas rurales. Aunque la pobreza entre los indígenas es mayor en el campo (31,6%) también es alta en la ciudad (27%), por lo que la explicación de este énfasis no es la pobreza. La razón la encontramos en el artículo 1 de la ley Indígena según el cual la tierra es el fundamento principal para la sobrevivencia de la cultura indígena. El Estado define entonces lo que es cultura indígena (es rural) y estructura a partir de esa definición su política pública: la menor parte de los artículos de la ley indígena se refieren a temas urbanos y el grueso del presupuesto destinado actualmente a políticas indígenas está dirigido a las comunidades rurales. Esto se contrapone con el hecho que según la Casen Indígena realizada por el Ministerio de Planificación el año 2003 la mayoría de los indígenas (64,1%) vive en la ciudad. ¿Son más mapuches los mapuches que viven en el campo que los mapuches que viven en la ciudad? ¿Por qué miramos sólo a los que viven en las comunidades rurales? No cabe duda que la Presidenta, su Gobierno y todos los chilenos tenemos que mirar a los mapuches. Tenemos que mirarlos porque están en una situación de mayor pobreza, porque sufren muchas veces de discriminación pero especialmente porque cultivan una cultura que es parte de nuestras raíces. El Gobierno tiene, sin embargo, dos posibilidades: reaccionar frente a una minoría con preferencias intensas o aprovechar la instalación del nuevo gobierno para revisar la actual política indígena a la luz de la experiencia de sus 13 años de aplicación. La aplicación de la política de “tierra a cambio de paz social” demostró que cuando las autoridades ceden frente a las presiones de los grupos violentos lejos de bajar la violencia esta aumenta. Tanto la experiencia chilena como la internacional han mostrado que ligar la política pública indígena a la ruralidad y a las comunidades se transforma en un peligro para la propia cultura indígena. Un paso realmente trascendental sería entonces implementar una política pública en la cual sean los propios indígenas y no el Estado quien defina las prioridades y el tipo de cultura que quieren conservar. El Mercurio, 18 Mayo 2006