Por Fabián Alvarez S.
Foto: Guillermo Salgado S.
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De agricultura de subsistencia vive la mayoría de los
mapuches del Lleu Lleu. Los más pudientes, que son los menos,
tienen cabezas de ganado |
Desde la Ruta 160 es difícil descubrir lo que esconde el área
de las comunidades mapuches cercanas al lago Lleu Lleu, a unos 30 kilómetros
de Cañete, y donde fue detenido José Huenchunao Mariñan,
el sindicado número 1 de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).
Se presume que se escondió en distintos puntos de la zona durante
los tres años que se mantuvo prófugo, eludiendo una condena
de 10 años y un día de cárcel por el caso Poluco
Pidenco. Sólo al internarse por vías interiores se puede
explicar cómo este líder mapuche y otros, como José Llanquileo
(detenido en noviembre de 2006 también en la zona), pudieron mantenerse
prófugos.
Una geografía alomada es la principal característica del área
ribereña al lago, donde se entrecruzan caminos y se esconden huellas
que sólo los lugareños conocen y usan para llegar a sus
plantaciones y, los más pudientes, para arrear sus animales.
Las precarias casas, distantes varios metros unas de otras, rompen el
paradisiaco paisaje natural, cuyo mayor atractivo es el lago de 20 kilómetros
cuadrados y uno de los más limpios de esta parte del planeta.
Fuentes policiales afirman que ambas características facilitaron
que el fundador de la CAM se ocultara, “ya que sabía dónde
y cuando moverse, y dónde y hasta cuando quedarse en alguna casa,
donde lo recibían”, dicen.
Y si bien , tomaba providencias, no era extraño verlo caminando “como
cualquiera de nosotros. De hecho, yo lo vi hace dos meses por acá”,
contó un integrante de la comunidad Caupolicán, quien afirma
que “mucho de lo que se dice de él es más mito que
nada, porque si bien su discurso era el de la recuperación de
las tierras, nunca le escuché decir que eso tenía que ser
con violencia”, afirma Huenchunao goza del cariño y respeto
de sus pares, y quienes le tienen más desconfianza o rechazan
la vía violenta de la recuperación de las tierras, guardan
silencio. Por ello, la mayoría de la zona sólo dice haberse
enterado por las noticias que el líder mapuche estuvo oculto entre
ellos.
Campesinos pobres
En la cuenca de 670 kilómetros cuadrados del lago Lleu Lleu viven
23 comunidades indígenas, las que acogen a unas mil familias que
desarrollan una economía de subsistencia.
Estos mapuches, que representan el 15% del total de población
indígena de la provincia, viven de la plantación de hortalizas
y fundamentalmente de la papa, el único producto que les reporta
excedentes y que pueden vender a mayoristas de Cañete.
El turismo es una actividad floreciente y lo único que podría
tirarlos para arriba. Hay 25 camping e igual número de cabañas
administradas por ellos. Pero más allá de esta nueva veta
y de la idealización de verlos como miembros de una reducción,
son básicamente campesinos pobres.
El territorio lo comparten con parceleros, igual de pobres que ellos,
y con la actividad forestal que desarrollan cuatro empresas: Volterra,
Mininco, Bosques Arauco y Tierra Chilena. Son 70 mil hectáreas
plantadas de pino radiata y, en menor escala, eucaliptus.
Los mapuches del Lleu Lleu habitan en Tirúa (14 comunidades),
Contulmo (5) y Cañete (3). Son los habitantes de estas tres últimas:
Nicolás Calbullanca, Pascual Coña y Caupolicán,
más los sectores San Ramón, Ranquilhue, Choque o El Malo,
donde se presume se ocultó Huenchunao.
Presencia policial los irrita
Si bien la presencia de efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros,
instalados en la zona desde enero por orden de la Subsecretaría
del Interior irrita a los habitantes ribereños al lago Lleu Lleu,
poco pueden hacer los comuneros que tratan de seguir con su vida rutinaria.
“Nos tienen la zona militarizada, crearon un clima adverso, la
gente debe pensar que todos somos delincuentes. Se pasean como dueños
de estas tierras, prepotentes, vuelan por estos caminos, cualquier día
nos atropellan a un niño. Los vemos con armas y cascos, y dan
unas ganas de tirarles un par de piedras para ver si no salen arrancando,
porque son más trajes que nada. Si hasta les queman las casas
en sus narices”, fue el ahogante relato de uno de los comuneros
que dice sentirse intimidado por la presencia policial y, por lo mismo,
prefiere no dar su nombre.
“Ellos tienen la tecnología, con visores nocturnos y todo,
por eso agarraron a Huenchunao. Todos nos sentimos vigilados y nosotros
trabajamos para comer y si reclamamos tierras ancestrales, que nos hacen
falta, es porque nuestros hijos no van a tener dónde vivir en
el futuro”, comenta otro comunero.
El refuerzo policial de 60 carabineros especializados se mantendrá cuanto
sea necesario, pese a que, inicialmente, se había planificado
que duraría sólo por el verano, según aseguró el
subsecretario del Interior, Felipe Harboe.
Dijo que producto de este dispositivo se tuvo el verano más tranquilo
de los últimos seis
¡Suelténme!,¡suelténme! tengo una bomba
En las comunidades Nicolás Calbullanca, Pascual Coña y
Caupolicán se centraron las miradas de Carabineros y del Ministerio
Público de la región hace almenos 10 meses.Yhace seis,
ambas entidades cruzaron datos y sumaron los de la Fiscalía de
la Región de la Araucanía, pues se tenía información
de que los principales cabecillas de la Coordinadora Arauco Malleco pasaban
sus días de clandestinidad en esta zona.
Esto permitió que el 17 noviembre pasado fuera detenido José Llanquileo
Antileo (27), en la comunidad Juana Millahual. Luego, el 21 de febrero
en Concepción fue apresado Héctor Llaitul Carillanca (39),
el número 2 de la CAM por Investigaciones, quien le efectuó un
control de identidad y lo aprehendió.
Pero quedaba José Huenchunao Mariñan (36).
En su arresto fue vital el rol del jefe de la Octava Zona de Carabineros,
general Jaime Vasconcellos Avendaño, quien hace poco más
de un mes sobrevoló el área con la fiscal regional, Ximena
Hassi Thumala.
Sobre Huenchunao ya se estaba en la fase final de su detención,
cuando fue arrestado Llaitul, por lo que se bajó la presión
a las pesquisas, con el fin de que el fundador de la CAM retomara su
rutina.
Es así como 10 días antes de su aprehensión tenían
claro sus movimientos y sólo esperaron a que estuviera solo, para
evitar un enfrentamiento con quienes lo apoyaron en la clandestinidad.
El día de la detención, el martes 20 de marzo, Huenchunao
salió a un camino público, donde fue capturado. “¡Suéltenme! ¡suéltenme!,
tengo una bomba”, dijo, pero más tarde se resignó.
Según fuentes policiales, estaba agotado y no quería seguir
huyendo, aunque desde la cárcel instó a la resistencia
a través de una carta: “Más tarde que temprano veremos
como nuestro pueblo se librará de esta opresión y transitará digno
por el camino de la libertad con autonomía y territorio”.
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