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 "La gente anónima es la única privilegiada"
 
Antes de los tres recitales que brindará a partir de pasado mañana, Mercedes Sosa habla de sus discos dedicados a Charly García y a los aborígenes
La Nación On Line Miércoles 9 de julio de 1997

 

Hace años que Mercedes Sosa dejó de ser una simple cantante de folklore y se transformó en un símbolo de la canción popular: en la voz de todas las voces. "Siempre fui distinta de las demás. Cuando estaba en la secundaria y empezaba a cantar, mis compañeros me empezaron a ver de otra manera. En ese momento no pensaba en que iba vivir del canto, porque no me gustaba mostrarme. Después, con el tiempo, lo confirmé. Eso de ser distinto a los demás es muy difícil. Las personas que se convierten en estrellas no pueden ser felices. Los anónimos son los verdaderos privilegiados" confiesa Mercedes, en el comienzo de la charla con La Nación.

 Sentada en el amplio sillón de su casa _con esa expresión cálida y el rostro aindiado_ parece la imagen pura de América latina.

 La tucumana habla con el idealismo militante y la frescura de una joven de 18 y con la sabiduría y la certeza que le dan sus 62 años. Mantiene una vitalidad que le permite grabar con todos los artistas que la invitan a participar de sus trabajos:León Gieco, Los Nocheros, Francis Cabrel, Nilda Fernández y Michel Legrand. Y acaba de terminar el disco homenaje al bigote bicolor llamado "Alta fidelidad (Mercedes Sosa canta a Charly García)".

 La agenda de la artista parece inagotable. Entre el viernes y el domingo próximos, en el teatro Opera, se despedirá del público porteño. La cantante recreará el repertorio de "Escondido en mi país", el excelente disco que la devolvió de lleno al folklore junto a varios amigos. Luego, emprenderá otra de sus habituales giras por países de América y Europa.

 "Estoy cansada de subirme a los aviones; pero, bueno, la gente me quiere mucho en esos lugares y por suerte nos siguen llamando para que vayamos. Además yo vivo de lo que canto. No puedo abandonar esto, porque mas allá de que me gusta, éste es mi trabajo, mi manera de subsistencia. Acuérdese que yo no tengo fábricas ni otros negocios. Así que todo lo que entra en este hogar en gracias a mi canto. Seguiré hasta que mi instrumento y mi cuerpo me digan basta. Después no sé qué haré", se sincera. Y luego completa: "Lo único que quiero es seguir cantando el sentimiento de la gente".

 El año próximo se dedicará a darle cauce a su proyecto más ambicioso: el disco dedicado a la música de las comunidades aborígenes de la Argentina. "Va a ser uno de mis trabajos más difíciles. Lo haré con sumo respeto. Aprenderé el idioma de los wichis, amautas, onas, ranqueles y mapuches. Pediré permiso para entrar en sus canciones: muchas de ellas sagradas. Quiero tener su bendición. Si no puedo cantar alguna porque estoy profanando una suerte de rito, voy a invitarlos para que la graben ellos. Es una manera de reivindicarlos. Nadie los trató nunca como argentinos", sentencia enojada.

 Dirá después que no entiende que sigan saliendo libros glorificando a Rosas. Tampoco el festejo del exterminio indígena. Pero no quiere levantar otra bandera política más. Simplemente hacer un disco que los rescate en su cultura.

 


Cantora del mundo

Como es común, Mercedes cambiará a otro tema y descubrirá su acercamiento a otras músicas. La inquietud _que mantiene hasta hoy_ de juntarse con músicos de otras generaciones y lugares siempre fue una de sus mayores virtudes. La otra fue mantener el oído y los ojos abiertos a todo lo que pasaba en el mundo.

 "Yo venía de una cosa muy fuerte con el folklore, que era el movimiento de la Nueva Canción. Y de golpe me puse a escuchar a Ella Fitzgerald o Charlie Parker, y fue como entrar en un mundo nuevo. Y lo mismo me pasó con la música clásica. Sin embargo, hay muchas cosas que por una cuestión de edad y formación no pude llegar a disfrutar. Por ejemplo, sé que Coltrane fue un revolucionario del jazz, pero no lo pude comprender, y no me da verguenza decirlo. Hay un momento de la vida en que uno llega hasta determinado punto. Y si eso le pasa a uno, que es artista y tiene otras posibilidades, imagínese a la gente que a veces no puede tener ni un equipo de música. En el interior, por ejemplo, la mayoría escucha folklore y no otra cosa, porque ése es su paisaje."

 Habla suave, con ese acento provinciano y ese trato generoso que no se ha borrado a pesar de que hace rato está afincada en Buenos Aires. "Antes, cuando me iba de mi provincia, el caballo tiraba para adelante y el corazón tiraba para atrás. Ahora no. Tengo todos mis afectos acá", apunta refugiada en su búnker de Carlos Pellegrini y Cerrito. Su madre, doña Emma, vino a su casa para pasar juntas el duro invierno, como en Tucumán, como en otros tiempos. La memoria se moviliza: "De mi infancia recuerdo a mis padres muy unidos por el amor, a pesar de lo que nos rodeaba. También recuerdo a mi papá yéndose a buscar trabajo. Tenía que caminar varios kilómetros a pie para llegar a uno de los ingenios que menor paga daba. Esa imagen no se me va más. Por eso siempre mantengo el compromiso de pedir para que haya trabajo para la gente. Cuando el hombre pierde su trabajo, también pierde la dignidad".

 


Sin sueño

Se deja ver sencilla, preocupada, risueña, renegando con esa gripe que la busca eternamente. Esquivándole al sueño. "No me gusta dormir mucho, porque es como si estuvieras muerto. Yo quiero vivir. Amo la vida. Odio la muerte", dice como al pasar, tirando una de esas declaraciones de principios con las que riega la charla. Su voz es como el canto de la Pachamama. Sus ojos han sido testigo de distintas realidades como países y provincias recorrió gracias a la música. Por eso cada vez que tiene oportunidad denuncia lo que pasa. No desde el lugar de artista, sino con simpleza, como una integrante más de esta sociedad.

 En esa suerte de informe de situación o noticiero de la realidad al que suele orientar sus charlas, Mercedes Sosa arremete contra "esos cantantes que se creen dioses porque les pagan bien. Para mí son unos pobres tipos. No pueden desentenderse de la situación en un momento tan peligroso como éste, en el que se están destapando cosas que no se sabe dónde van a terminar y cuando empiezan a aparecer mafias que están enquistadas en la sociedad. Tiene que ser una persona muy tonta o muy ciega para dedicarse sólo a tomar champagne".

 Repite que esta democracia es sospechosa y ampara la impunidad. Recuerda el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, y habla de la insensibilidad de este gobierno con los maestros. Luego se refugia en el silencio, piensa y los ojos le brillan.

 Sueña con la esperanza. Parece recordar aquel viejo himno suyo:"Zambita para que canten los humildes de mi pago/si hay que esperar la esperanza/más vale esperar cantando". Y canta, y se vuelve a reír. Mira a la ventana, que da a la Avenida 9 de Julio, con los ojos vidriosos y cierra con una definición. "Un artista es un mundo de colores y de sonidos. Captamos la tristeza, la belleza, el dolor, las emociones, alegrías y desconsuelos del pueblo. Todo eso se mete en el artista y es lo que sale cuando uno canta. Es la vida entera que pasa a través de tu sensibilidad. Por eso digo que el canto es milagroso."

Gabriel Plaza


La más alta fidelidad a Charly
"Estoy muy feliz por Charly", resopla Mercedes Sosa cuando escucha en su equipo de música parte del disco-homenaje a Charly García bautizado "Alta fidelidad". La producción, que estuvo bajo la dirección musical del propio autor de "Inconsciente colectivo", será un recorrido por toda la historia musical de García: "Promesas sobre el bidet", "Cuchillos", "Rezo por vos", "Cómo mata el viento norte", "Cuando ya me empiece a quedar solo", "Los sobrevivientes" (con la voz de Alfredo Alcón), "El tuerto y los ciegos", "Cerca de la revolución", "Desarma y sangra", "Siempre puedo olvidar" y "Plateado sobre plateado (Huella en el mar)" son algunos de los temas.

 Este trabajo es el broche de oro de una aventura musical que los dos artistas vienen protagonizando desde hace muchos años. Sosa conoció a Charly a los doce años, como pequeño geniecillo desgarbado en la casa de los García Moreno. Y él quedó prendado de su voz cuando en su casa _su madre era productora de un programa de folklore_ pusieron el disco "Mujeres argentinas", esa obra monumental de la música popular argentina.

 


Mutua admiración

El tiempo permitió que se unieran en un escenario. Y que ella posteriormente grabara varias de sus canciones más emblemáticas. "Alta fidelidad" es el resultado de una larga historia de mutua admiración.

 "Haber terminado este disco y que haya quedado como quedó es una enorme alegría para mí, porque a Charly lo han atacado mucho. No han sabido reconocer al genio que hay en él; sólo se han dedicado a ventilar sus cosas personales."

 Y continúa:"Creo que para él también será muy importante la finalización de este disco, porque fue un trabajo muy duro", comenta Mercedes.

 En la grabación, la voz de la cantante resuena con una profundidad que conmueve, cuando trae la imaginería de esa hermosa época de La Máquina de Hacer Pájaros.

 


Sin prejuicios

Rompe con los prejuicios y muestra definitivamente la posibilidad de brillar en otras experiencias y en otras melodías. Hay momentos donde Mercedes luce más cómoda, como en el tema "Cuando ya me empiece a quedar solo", donde los arreglos con un teclado que rescata un clima barroco le agrega más dramatismo a esa voz inquietante y emotiva.

 La mujer pone su oído al lado del potente baffle y respira aliviada: "Esta música es hermosa. García es uno de los músicos más grandes que tenemos", dice, en absoluta adhesión al rocker.

 El trabajo regala una sorpresa tras otra y permite descubrir a otro García, atendible en su aspecto musical. Las canciones siguen y en el canto de Mercedes los temas de García vuelven a demostrar su increíble creatividad.

 Después de este trabajo nada será lo mismo para los dos. Tampoco para el público que los siguió toda la vida