Crear un negocio sustentable y de alto potencial, donde las comunidades mapuches puedan aportar, contituye una apuesta estimulante que se aleja de los programas asistencialistas. El Mercurio, 18 de agosto de 2008
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lunes 18 de agosto de 2008
¿Un cluster forestal mapuche?
Crear un negocio sustentable y de alto potencial, donde las comunidades mapuches puedan aportar, contituye una apuesta estimulante que se aleja de los programas asistencialistas.
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ALDO CERDA
Gerente Área Forestal, Fundación Chile
En una perspectiva amplia del tiempo, los historiadores señalan que
no existe "el recrudecimiento del conflicto indígena", ya que el conflicto
es permanente –ya en plena Guerra del Pacífico se producían
ataques de comunidades mapuches a Temuco, Nueva Imperial o Villarrica– y
sólo cambia de intensidad. Los analistas políticos, en tanto,
indican que durante el gobierno militar existió relativa tranquilidad
derivada de la política de división de las tierras que asignó títulos
individuales de propiedad y que fue muy apreciado por un alto porcentaje de
la población indígena.
La región de la Araucanía tiene las condiciones naturales perfectas
para constituirse en el eje del sector forestal chileno. Sin embargo, ello
no se ha producido por el clima de conflicto que ha caracterizado las noticias
sectoriales desde 1998. En un país que lidera los índices de
desconfianza a nivel mundial según índices internacionales como
el del World Value Survey, esta zona concentra particularmente tal característica
y la alta rotación de directores de Conadi demuestra la dificultad para
construir un ambiente que favorezca el emprendimiento y la inversión
de largo plazo.
Desde el año 2005 Fundación Chile, con el apoyo del BID–FOMIN,
ha desarrollado variados estudios de campo para determinar el potencial que
existe en la zona para desarrollar un modelo de securitización forestal
con propietarios mapuche, que se concentre mayoritariamente en aquellos terrenos
improductivos de las familias (generalmente infestados de espinillo y otras
malezas), proporcione ingresos periódicos a los propietarios por su
usufructo (y no esperar al final de la rotación para ver los beneficios
de la co–inversión) y construya una cuenca de abastecimiento que
permita una integración industrial con productos que posean denominación
de etnia y origen que los descomoditice, es decir, donde las comunidades sean
parte de la propiedad de la industria.
Con distintos énfasis, todos los estudios mostraron un amplio respaldo
a la idea, ya que en general se destacaba que el enfoque de crear un negocio
sustentable y de alto potencial, donde las comunidades puedan aportar empleo,
terrenos y capacidades empresariales, constituía una apuesta estimulante
y provocadora y que se distanciaba de los programas de corte más asistencialista
que los mismos convocados calificaban como incompleta y cortoplacista.
¿Qué ha faltado entonces para llevar esto al paso siguiente?
En términos simples: garantías. Los programas de entrega de terrenos
de Conadi conllevan prohibición de imponer gravámenes sobre los
mismos que se traducen en la práctica en una imposibilidad para acotar
los riesgos de un emprendimiento de este tipo para el sector privado. Mientras
esta restricción no se levante, las posibilidades de imaginar soluciones
ambiciosas que liberen la fuerza de esta región serán mera retórica,
para ésta y todas las iniciativas que quieren evitar la existencia de "dos
Chile".
Aldo Cerda.