En nuestro país, la discriminación racial es muy fuerte, aunque disimulada. Se esconde tras frases como "morenito pero simpático", el o la "mapuchita", o calificar de "indios" a las personas porfiadas. Dichos que, si bien pueden no ser concientemente malintencionados, muestran la profundidad en que está alojada en la cultura de las personas. Los comentarios que destiló Sergio Villalobos en columnas de opinión que El Mercurio publicó a mediados de año (14/5/00 y 9/6/00), son el mejor ejemplo de racismo en nuestra sociedad, mereciendo una querella de parte de los loncos de varias comunidades, agrupados en la Coordinadora Arauco Malleco, por considerarlos injuriosos y dañinos a la idiosincracia de la nación mapuche. El Siglo, 22 de diciembre del 2000
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Racismo en Chile: Entre lo dicho y lo hecho
La realización de la Conferencia Ciudadana Contra el Racismo, la Xenofobia, la Intolerancia y la Discriminación, coincidió con el regreso al país de las hermanas Quintremán, quienes obtuvieron de la Fundación Heinrich Böll de Berlín el premio Preta Kelly, por la lucha incansable que han dado contra la construcción de la Central Ralco, mega proyecto transnacional que en nuestro país ha contado con el total apoyo del gobierno de Frei y la favorable inacción del gobierno de Lagos. Ambos, de los partidos de la Concertación, la misma que está detrás de las realización de este seminario y cuyos personeros posan de progresistas, pronunciando discursos por la igualdad.
Entre el 3 y 4 de diciembre se realizó en el Edificio Diego Portales la Conferencia Ciudadana Contra el Racismo, la Xenofobia, la Intolerancia y la Discriminación, instancia organizada por la Fundación Ideas en el marco de la conferencia gubernamental sobre este grave problema que se realizó los tres días siguientes.
A nivel internacional, la discriminación en todas sus formas es considerada un problema de gran trascendencia, realizándose a comienzos de año una Asamblea de las Nacionales Unidas en la que se analizaron todos los aspectos que conforman esta conducta, teniendo como uno de sus objetivos el actualizar los datos con que cuenta el organismo mundial sobre este problema. Las cifras que tiene la ONU son de 1989 y hablan de que en el mundo 2.200 millones de personas son "víctimas de discriminación o de restricciones que afectan su libertad de pensamiento, conciencia, religión, o a su identidad étnica". Saber si esta cantidad ha aumentado o disminuido, no es sólo cuestión de cifras, sino también de atisbar el sufrimiento y las injusticias que vive cada uno de estos cientos de millones de personas.
Para las Naciones Unidas, la discriminación a fines de siglo ha tomado otro cariz, y aunque reconoce la existencia de una mayor integración constata que los conflictos nunca han cesado. "La sociedad internacional se enfrenta a situaciones nuevas: las líneas de separación son cada vez más difusas; y los conflictos, cada vez más frecuentes y a veces difícilmente descifrables, atentan contra la integridad, la identidad, la libertad y la humanidad del individuo".
Alude principalmente a las luchas que se están dando en los Balcanes o entre las ex repúblicas soviéticas y que se tornan, por periodos, encarnizadas, con el consiguiente éxodo de personas que huyen de la violencia y la pobreza.
En nuestro país, la discriminación racial es muy fuerte, aunque disimulada. Se esconde tras frases como "morenito pero simpático", el o la "mapuchita", o calificar de "indios" a las personas porfiadas. Dichos que, si bien pueden no ser concientemente malintencionados, muestran la profundidad en que está alojada en la cultura de las personas.
El hecho de que los mapuches que han llegado a las ciudades en busca de trabajo estén focalizados en áreas laborales determinadas, tampoco es casual. Son sectores en los que no se les exige estudios, son labores de gran desgaste físico, y no se les ve demasiado. Es el caso de las panificadoras, la construcción y el servicio doméstico, reductos en los que se ha "establecido" la migración mapuche. Sólo es cosa de fijarse un poco y preguntarse por qué no hay cajeras/os en los bancos con rasgos mapuches, o vendedores/as de AFP o seguros, por ejemplo. El mismo Francisco Estévez, director de la Fundación Ideas, señaló en otro medio que nuestro país existe la cultura de la "pigmentocracia, es decir ðexplicað, se asocia el status social al color de la piel. Mientras más cerca estás del bíotipo nórdico, tienes más posibilidades de ascenso social, y mientras más cerca estás de bíotipo indígena más dificultades tienes".
Un ejemplo más fresco de este racismo inherente se ha dado con los ciudadanos peruanos que llegaron al país buscando mejores expectativas y que han sufrido la "acogida del chileno". Muchos de ellos viven hacinados, reciben los peores trabajos, con salarios que muchas veces están por debajo del salario mínimo, debido al aprovechamiento que hacen los empleadores de su situación irregular, no teniendo ninguna protección laboral y al margen de los sistemas de salud, educación y vivienda. A lo que se suma la acusación desde los sectores más pobres ðeconómica y culturalmenteð de nuestra población, de que vienen a quitarles el trabajo a los chilenos, y descargando contra los habitantes del vecino país la impotencia por la incapacidad de lograr una legislación que realmente proteja a los trabajadores en general.
DEL DICHO AL HECHO
Una definición de la discriminación racial, que las Naciones Unidas en asamblea general elaboró en 1965 y que fue reproducida en un documento por la organización Meli Wixan Mapu, distribuido en la reunión del Diego Portales, señala que discriminación es "toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos, y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquiera otra esfera de la vida pública". A la luz de esta definición, la organización mapuche señala que "el racismo es una práctica permanente, masiva, grave, y que afecta principalmente a los integrantes de la nación mapuche".
Por lo mismo, instancias como la desarrollada a comienzos de mes son valoradas por Cristián Melillán, dirigente de Meli Wixan Mapu y asistente a la reunión, por su capacidad de reflotar el tema, pero que al no tener carácter resolutivo no aporta un avance en las condiciones de vida de los discriminados. "Nosotros fuimos como organización y el único interés de nuestra participación era sacar un voto político exigiendo la libertad de los presos políticos mapuches y repudiar la violencia que se desarrolla en todo un contexto de discriminación por parte del Estado en comunidades mapuches en presencia del capital y de intereses privados", señala.
Para el dirigente mapuche, esta reunión y la aparición de los personeros de gobierno, careció de importancia resolutiva y obedeció a otros objetivos. "Este espacio fue supeditado a las lógicas de gobernabilidad de Latinoamérica y en ese sentido su presencia ahí ðde Lagos, otros representantes gubernamentales y de las ONGs que no son de las más antisistémicas- es fundamentalmente para integrar o estar en contacto con organizaciones sociales". Por lo mismo, al dirigente no le extrañó la versatilidad con que se mostraron los personeros gubernamentales en sus discursos, entendiéndolos como dirigidos a las organizaciones y medios extranjeros que asistieron a la conferencia. "Las alusiones a Allende, al juicio de Pinochet, eran bastante continuas y radicales en alguna medidas. Ahí el gobierno aparece vendiendo otra pomada muy distinta a lo que se ve adentro. Ni siquiera subvertible con lo que uno les pueda contar".
El dirigente mapuche, que también es dirigente estudiantil de la Universidad de Chile, ha sentido en carne propia el peso del racismo, pero para él la lucha contra la discriminación, por ganarse el espacio "validarse a sí mismo y generar un cambio en el estado de cosas tiene que ser asumida colectivamente".
"No confío y tengo muchas dudas, de gente que apelando a la discriminación busca que las soluciones las asuman otros. Es decir, que te financien un proyecto, te entregan a modo individual una cantidad de dinero. Te financian o te dan algunas facilidades, y piensan que ahí se acaba la discriminación".
En este sentido, Cristián Melillán no espera mucho de instancias como la desarrollada en el Diego Portales.
"Asumir la reivindicación de tierras, asumir la reivindicación por decisiones políticas, es una situación colectiva y en ese sentido no es tierra sino que territorio y no es mi situación particular sino la situación colectiva, en este caso de la Nación mapuche. Silvio, en alguna parte, dice que 'la historia se construye sin permiso'. Es darme cuenta de una situación y no esperar del que me oprime, del que me explota que cambie ese estado de cosas. Yo lo tengo que hacer".
La realización de este seminario coincidió con el regreso al país de las hermanas Quintremán, quienes obtuvieron de la Fundación Heinrich Böll de Berlín el premio Preta Kelly, por la lucha incansable que han dado contra la construcción de la Central Ralco, mega proyecto transnacional que en nuestro país ha contado con el total apoyo del gobierno de Frei y la favorable inacción del gobierno de Lagos. Ambos, de los partidos de la Concertación, la misma que están detrás de las realización de este seminario y cuyos personeros posan de progresistas, pronunciando discursos por la igualdad.
Ralco es una muestra de las formas que adquiere el racismo: se engañó a la gente, aprovechándose de su poca instrucción y del poco dominio del idioma castellano. Se les hizo creer que debían permutar sus tierras porque la decisión ya estaba tomada. Se les amenazó. No se respetaron sus creencias, arrasando con cementerios y lugares ceremoniales. En definitiva, se puso todo el aparataje que puede movilizar una gran empresa para conseguir mediante triquiñuelas los terrenos de los pehuenches. ¿Es o no racismo?
EL "HISTORIADOR" VILLALOBOS
Los comentarios que destiló Sergio Villalobos en columnas de opinión que El Mercurio publicó a mediados de año (14/5/00 y 9/6/00), son el mejor ejemplo de racismo en nuestra sociedad, mereciendo una querella de parte de los loncos de varias comunidades, agrupados en la Coordinadora Arauco Malleco, por considerarlos injuriosos y dañinos a la idiosincracia de la nación mapuche.
En el texto, el historiador argumenta que de la conquista todos salieron ganando, tanto los conquistadores como los conquistados: "El simple robo de especies de un comienzo por los indígenas se transformó luego en un provechoso comercio que beneficiaba a los dos pueblos". Aunque desliza que "el aguardiente y el vino fueron la mayor tentación, debido a su alto grado alcohólico".
Villalobos ve con naturalidad la violaciones a las que fueron sometidas las mujeres: "Inevitable fue el roce sexual, efectuado en gran escala durante las entradas de los ejércitos (É) en el trabajo de las encomiendas, en el contacto en estancia y puestos fronterizos". Aduciendo con esta argumentación, además, la no existencia de mapuches puros, a los que el historiador denomina con el nombre de araucanos, impuesto por los conquistadores. "Desde entonces, hasta el día de hoy, los llamados araucanos ðeufemísticamente, mapuchesð no son más que mestizos, aunque sean notorios los antiguos rasgos". Planteamiento con el cual pretende decir que no existe el pueblo mapuche como tal y, de ahí, que son insostenibles sus reivindicaciones territoriales. Admite la excepción con irreverencia: "hubo comunidades o individuos recalcitrantes que aún pueden encontrarse como curiosidad".
El historiador también hace gala de sus prejuicios cuando señala que los conquistadores aportaron religión y moral cristiana y el concepto del bien y el mal: "La justicia en lugar de la venganza, la monogamia y la condena a la homosexualidad".
El párrafo final culmina diciendo: "es cierto que perdieron gran parte de sus tierras, empleadas fundamentalmente para la caza y la recolección, es decir, mal aprovechadas para ojos modernos; pero también es cierto que pudieron incorporarse a la producción agrícola y ganadera de mercado. Dispusieron de todo lo que aportó el europeo y el chileno: ganado vacuno, ovejuno y caballar, trigo, toda clase de árboles frutales y hortalizas, herramientas y utensilios variados, arado de acero, ropas y calzados industriales y en los tiempos actuales muchas cosas más".
Solo cabe preguntarse: por qué, entonces, las comunas con mayor población mapuche son las que encabezan el listado de los municipios más pobres del país.
Lo cierto es que con historiadores como Villalobos, por más conferencias contra la discriminación y el racismo que se hagan, este mal social va seguir latente, ayudado por la lectura obligatoria y prejuiciosa de este tipo de material escolar.
Empecé a sentirme más mapuche que antes
Enrique Antileo, de 17 años, cursa el tercero medio en el Instituto Nacional y es miembro de la organización Tragún Wequeche ðen mapudungún: agrupación de gente jovenð, que surgió hace más de un año. Ahí se reunen los estudiantes mapuches de este plantel, sacan un boletín que va en su tercer número, participan como organización en diversas instancias mapuches y mantienen coordinación con agrupaciones estudiantiles de iguales características que han surgido en diversos liceos capitalinos, como el Carmela Carvajal y el Liceo de Aplicación, entre otros.
"En la básica fue que sentí esa presión de la gente no mapuche hacia el mapuche y empecé a sentirme más mapuche que antes.
Era una discriminación de niños. Prejuicios sociales que vienen de la familia, como que el mapuche es flojo, que el mapuche es alcohólico. Me decían indio, o bailaban haciendo el típico sonido tapándose la boca con la mano. No me podían decir flojo porque era el mejor del curso, pero me molestaban y yo los ignoraba o los molestaba también, pero no me podía defender culturalmente, porque no sabía. Ahora podría responderles, decirles que mi cosmovisión es más rica que la de ellos o que por lo menos tengo una cultura propia, pero ahora no se da tanto.
En mi familia siempre ha estado el reconocimiento de sentirse mapuche, pero ahí quedaba todo, porque el conocimiento de gente vieja como mi abuelo y mi abuela se fue perdiendo. Entonces, mi base cultural para defenderme de otra identidades que me discriminaban no eran muy fuertes.
Empece a ver los conflictos en la tele, me interesó bastante lo que era el conflicto en Ralco y la recuperación de tierras. Era reconocer mi gente. Me metí en la agrupación y empecé a recuperar los conocimientos culturales, una forma de ver el mundo, la religión, una lengua.
Antes yo decía soy chileno y ahora tengo un sentimiento diferente: ahora soy mapuche y no chileno".
A.M.
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