Floro Bogado consideró necesario conservar el espíritu de la ley 426 en lo que refiere a la constitución y liderazgo del cacicazgo, aludiendo a aspectos jurídicos y culturales que pueden vulnerarse con la pretensión de "poner fin a la autoridad de los caciques". Recordó que en el artículo 9 de la ley Integral del Aborigen se establece claramente que el representante legal de la comunidad es el delegado o cacique, en forma alterna y que el cacicazgo no está sujeto a elecciones períodicas por ser una figura vitalicia y ancestral de las costumbre aborígenes, cuya jefatura se obtiene por herencia, quedando el aspecto electivo para el caso de los delegados. Bogado recalcó que todos los pueblos originarios de las distintas latitudes tienen incorporado a ése personaje notable como líder que tradicionalmente ejerció la defensa de los derechos y la preservación de sus culturas desde mucho antes  de la llegada del conquistador, motivo por el cual "ellos son dignos de la gratitud de sus comunidades y también de nuestro reconocimiento y no merecen ningún tratamiento despectivo". El mandatario afirmó que pretender cambiar todo lo señalado, mediante un instrumento legal "equivaldría a convalidar un avance peligroso sobre un aspecto de la cultura indígena, contrariando los preceptos constitucionales -provincial y nacional- que hablan de que los Estados -formoseño y argentino- reconocen y garantizan su identidad étnica y cultural". Consideró que tambieen se estarían ignorando normas internacionales como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que instituye la responsabilidad de los gobiernos de llevar adelante una acción tendiente "a proteger los derechos de los pueblos indígenas y tribales, respetando su identidad social y cultural, sus costumbres y tradiciones, sus instituciones", o más concretamente -según lo estipulado en el artículo 8- donde se señala textualmente que "para aplicar la legislación a los pueblos interesados deberá tomarse en consideración sus costumbres o derechos consuetudinarios". "Es cierto que para adecuarse a los nuevos tiempos toda norma legal debería someterse a reformas", dijo Bogado, advirtiendo, no obstante, que hay que tener cuidado de "no invadir institutos esenciales que hacen a sus costumbres, a sus tradiciones, porque se corre el riesgo de socavar su propia cosmovisión y degradar su cultura". El Comercial (Formosa), 23 de diciembre de 2003.