La primera noción que debe ser entendida es que las culturas indoamericanas son un elemento positivo para un país occidentalista, porque equilibran sus criterios individualistas, ventajistas y explotadores a ultranza, su falta de valores y su falta ostentosa y orgullosa de moral y de principios de bien común que están en circulación. Uno de los grandes retos es abandonar el concepto de superioridad de la cultura ladina, y de adoptar el de una nueva que sea integrada por esa mezcla de valores ya mencionada. Es una tarea difícil, pero posible. Hoy se debe recordar y reiterar a todos los argentinos que el sustrato cultural es una de las grandes riquezas del país y una posibilidad de construir con autenticidad, la atenencia y coherencia política, conceptos diametralmente diferentes a los vigentes. AIPIN, 30 de diciembre de 2003.

 
 AIPIN, Prensa India
"Difundiendo presente y sembrando futuro"
Argentina
Gentileza de la autora 30 de diciembre de 2003.
por Marta Balbi*

Dificultad para hacer progresar la "conciencia de lo indígena"


Argentina es de hecho un de país multilingüe, pluriétnico y multicultural, aunque estos conceptos aún no se han afianzando lo suficiente en el consciente colectivo nacional.

La primera noción que debe ser entendida es que las culturas indoamericanas son un elemento positivo para un país occidentalista, porque equilibran sus criterios individualistas, ventajistas y explotadores a ultranza, su falta de valores y su falta ostentosa y orgullosa de moral y de principios de bien común que están en circulación.

Las culturas aborígenes no sólo han participado en la creación de lo que se puede llamar la raza latinoamericana, sino su aporte cada vez recibe un trato más acorde a su importancia. Por eso es que los pueblos indígenas tienen cada vez una potencialidad mayor, y aunque falta mucho por recorrer, se ha avanzado en aceptarlos en sus grandes valores y tradiciones, así como en respetar sus derechos individuales y de grupo.

Los pueblos indígenas, como todo conglomerado humano, no pueden permanecer inermes a la influencia de otras culturas, que se manifiesta por muchas formas, como es el idioma internacional con el que deben comunicarse al exterior, sobre todo en un mundo globalizado como el actual. Si bien aprenden el idioma castellano o portugués, el inglés, y entre los collas también el alemán, no abandonan por ello su identidad.

Ni las enseñanzas de la escuela occidental han modificado sus pautas culturales, aunque en muchos casos los ha "paralizado", los ha convertido en ineficientes para la acción. Los contactos interculturales han de ser muy respetuosos, evitándose toda intención de dominación consciente o inconsciente, para que no resulten dañinos.

Cada uno de los países americanos tiene en su diversidad cultural un elemento positivo. Uno de los grandes retos es abandonar el concepto de superioridad de la cultura ladina, y de adoptar el de una nueva que sea integrada por esa mezcla de valores ya mencionada.

Es una tarea difícil, pero posible. Hoy se debe recordar y reiterar a todos los argentinos que el sustrato cultural es una de las grandes riquezas del país y una posibilidad de construir con autenticidad, la atenencia y coherencia política, conceptos diametralmente diferentes a los vigentes.
 

*Marta Balbi es Promotora de la Educación Intercultural y en lengua autóctona.

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