, la región despide al neoliberalismo clásico. El ex militar llegó al gobierno en base a una coalición entre la Sociedad Patriótica 21 de enero (SP21), el partido indigenista Pachakutik y otras organizaciones políticas y sociales. Saltó a la notoriedad al negarse a reprimir las masas indígenas llegadas a Quito en enero de 2000 para derribar a Mahuad. La presencia indígena se hará sentir en el Congreso y en el flamante gabinete, donde tiene dos representantes. En la cancillería, rompiendo todas las tradiciones españolistas, estará la abogada Nina Pacari, en tanto que Luis Macas tendrá a cargo la cartera de Agricultura. Aquí está dibujado un polo del Ecuador profundo que clama por cambios profundos. Y la otra cara del asunto son los grandes empresarios y banqueros favorecidos por la dolarización. Algunos, como Noboa, administran desde el Norte sus 1.200 millones de dólares que componen la primera fortuna del país. La Arena (Santa Rosa), 18 de enero de 2003.
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La Arena (Santa Rosa), 18 de enero
de 2003.
Con la asunción de Lucio Gutiérrez en Ecuador
LA REGION DESPIDE AL NEOLIBERALISMO
CLASICO
Desde este miércoles el ex
coronel populista Lucio Gutiérrez está instalado en el presidencial
palacio de Carondelet, de Quito, tras ganar las elecciones ecuatorianas
de noviembre último. El ex militar llegó al gobierno en base
a una coalición entre la Sociedad Patriótica 21 de enero
(SP21), el partido indigenista Pachakutik y otras organizaciones políticas
y sociales. Gutiérrez se hizo conocido nacionalmente al sumarse
al levantamiento indígena y popular de enero de 2000 que derribó
del poder al entonces presidente Jamil Mahuad. Aunque en su discurso de
asunción expuso una veta excesivamente moderada, el nuevo mandatario
se definió como de centroizquierda y patriótico. Su victoria
significó un nuevo traspié para el neoliberalismo a ultranza
en la región.
COMPARACIONES ODIOSAS
En política las comparaciones corren el riesgo del esquematismo, además de ser en muchos casos odiosas. Al coronel retirado Gutiérrez lo deben tener harto de tanto cotejarlo con el venezolano Hugo Chávez. Por eso en los últimos reportajes, además de poner cierta distancia con el volcánico proceso venezolano, insistió en que "yo no soy Chávez". Lo dijo en el marco de reconocer en el colega y vecino una afinidad en el rescate del ideario bolivariano y la preocupación por los problemas de la pobreza del subcontinente. Algo tan macizo como los Andes recorre la historia de esos dos países, que _junto a Colombia_ llevan los mismos colores en sus banderas patrias.
Los medios de comunicación digitados desde el Norte le enrostraron a Chávez su pasado golpista de 1992. Incluso esta semana lo siguieron haciendo los verdaderos golpistas de Venezuela _los líderes de Fedecámaras, CTV y Coordinadora Democrática_ en una conferencia en el neoyorquino Consejo de las Américas.
Pero de Gutiérrez no pudieron decir lo mismo. El ex edecán del efímero mandatario Abdalá Bucaram saltó a la notoriedad al negarse a reprimir las masas indígenas llegadas a Quito en enero de 2000 para derribar a Mahuad.
Por entonces el militar aceptó el convite del líder indígena Antonio Vargas, de la CONAIE, y se sumó a la Junta de Salvación Nacional también integrada por el ex titular de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Solórzano. Ecuador parecía derrumbarse bajo el peso de la dolarización anunciada por Mahuad, tras el fracaso de las clásicas recetas del Fondo Monetario Internacional.
En el momento crucial los líderes de ese levantamiento actuaron con ingenuidad, incluido Gutiérrez, aceptando que éste fuera reemplazado en la Junta por el general Carlos Mendoza. Este último era el jefe del Ejército y en sintonía con Washington terminó traicionando a la pueblada. El gobierno pasó entonces al vicepresidente Gustavo Noboa.
Sus recetas fondomonetaristas y dolarizadoras pusieron bajo la línea de pobreza al 80 por ciento de la población.
El desquite de los humildes, especialmente
de las comunidades indígenas, fue _tres años más tarde_
votarlo a Gutiérrez. Su contrincante y multimillonario bananero
Alvaro Noboa se quedó pelando sus plátanos (en rigor, administrando
su imperio desde Nueva York).
¿QUÉ CENTRO?
Las ceremonias de asunción fueron por partida doble. Por un lado estuvo la parte oficial, con presencia de los presidentes y enviados especiales de diversos gobiernos. Allí Gutiérrez recibió la banda presidencial de manos del titular del Congreso. Noboa, el presidente saliente, no se hizo ver, disgustado por las críticas del ex militar a su administración. Por otro lado, a posteriori de eso, hubo un acto popular en el principal estadio de la capital con delegaciones de organizaciones de masas llegadas de todo el país.
En el acto formal los tantos estuvieron muy mezclados. A la par de invitados como Fidel Castro, Lula da Silva y el mencionado Chávez, también tuvieron su espacio los delegados del imperio. El ultraderechista Otto Reich, que días atrás debió ceder la Secretaría de Estado adjunta para asuntos del Hemisferio Occidental ante la falta de ratificación parlamentaria, estrenó la designación como "embajador especial" de George W. Bush. La comitiva yanqui arribó para presionar a favor de la continuidad en operaciones de la base militar de Manta, clave para el "plan Colombia".
En cambio en el estadio hubo puro pueblo, ilusionado con la apertura de una nueva etapa. "Ecuador ha votado por un cambio radical de 180 grados porque sin cambio no hay esperanza", dijo el flamante presidente. Lo suyo sonó como una reiteración de lo dicho por Lula en Brasilia el pasado 1 de enero. Pero no fue que uno se copiara del otro. Sucede que hay analogías en una región que está sepultando las últimas expresiones del neoliberalismo brutal. Un eventual triunfo de Carlos Menem en la Argentina, que hoy no vemos como factible, no podría revivir esa corriente moribunda en América Latina.
La experiencia que comienza en Quito debe ser vista con simpatía porque invocó un sentido patriótico y de defensa de los que menos tienen. Pero, sin afán preciosista, hay que aclarar que la pretensión de Gutiérrez de permanecer al margen de izquierda y derecha no podrá ser. El hombre quiere ser de centro, pero en política esto es imposible porque el centro no existe. Siempre hay lucha de contrarios, que pueden ser llamados como izquierda y derecha o con otras denominaciones. Pero los contendientes son dos, sobre todo en las horas de definiciones como éstas. El centro no es ninguna alternativa. Lo que hay es apenas un equilibrio inestable o ciertas pausas, antes de reanudarse la contradicción.
Esto no pretende ser filosofía
barata. Es lo que indica la realidad latinoamericana, con sus crisis, antagonismos
y soluciones que no pueden contentar a todos. Gutiérrez, por más
vocación centrista que tenga, tendrá que definirse en una
serie de temas, comenzando por la deuda externa. En su primer mensaje al
país dijo: "Lanzamos un grito desesperado. No podemos desarrollar
a nuestro país pagando por la deuda externa porcentajes de alrededor
del 40 por ciento del presupuesto general". Ojalá no se haya enterado
Eduardo Duhalde; dirá que por la deuda argentina paga "sólo"
el 22 por ciento del total de gastos presupuestados.
PUEBLO O FMI
Ecuador es rico en recursos petroleros y líder mundial en la producción y exportación bananera. Sin embargo casi el 80 por ciento de su gente se tutea con la pobreza. Según el sociólogo ecuatoriano Francisco Hidalgo Flor, citado por la periodista de Clarín Telma Luzzani (Zona, 27/1/2002), denunció estos estragos de la dolarización: "desde su vigencia quebraron 3.000 empresas, el desempleo superó el 50 por ciento y los pobres pasaron de ser el 34 por ciento de la población al 71 por ciento (9.100.000 ecuatorianos) en 2000".
El panorama de las masas empobrecidas del campo, esencialmente indígenas, no le fue en zaga al de sus similares de Quito y Guayaquil. Los diputados de Pachukutik, integrantes de la alianza ganadora, llevaron al parlamento unicameral los reclamos de sus pueblos olvidados: tierra, agua, créditos, ayuda técnica, etc.
La presencia indígena se hará sentir en el Congreso y en el flamante gabinete, donde tiene dos representantes. En la cancillería, rompiendo todas las tradiciones españolistas, estará la abogada Nina Pacari, en tanto que Luis Macas tendrá a cargo la cartera de Agricultura. Aquí está dibujado un polo del Ecuador profundo que clama por cambios profundos.
Y la otra cara del asunto son los grandes empresarios y banqueros favorecidos por la dolarización. Algunos, como Noboa, administran desde el Norte sus 1.200 millones de dólares que componen la primera fortuna del país. Como ocurrió en el resto del subcontinente, el FMI y demás organismos de crédito, han auditado a favor de estos intereses.
Justamente hoy llegará a Quito una misión del Fondo, lista para negociar con el recién estrenado gobierno una carta de intención. Los delegados de Horst Koehler dirán al ministro de Economía Mauricio Pozo que podrían otorgar 500 millones de dólares en un nuevo crédito. Pero, siempre hay un pero, el país tendrá que hacer determinados sacrificios. Entre otros, ajustar el gasto público, aumentar el precio de los combustibles, eliminar subsidios a los pobres y mantener la dolarización.
Quiere decir que entre las mieles
de la asunción presidencial y la hiel del arribo de la comitiva
fondomonetarista pasaron apenas tres días. Así de cortos
son los plazos en esta crisis que no es sólo de Ecuador sino de
buena parte de la región y el mundo.
CAMBIOS POLITICOS
Los enviados del FMI también pondrán sobre el tapete la deuda externa que hoy asciende a 11.320 millones de dólares (equivalente al 46 por ciento del producto bruto interno). Anteayer la cadena CNN ironizaba con que Gutiérrez había criticado el alto endeudamiento "sin especificar el mecanismo al que apelará para enfrentar el problema".
Aunque el presidente goza de amplio apoyo en sectores populares y obtuvo 2,7 millones de votos en el ballottage de la última semana de noviembre, su problema es que cuenta con un Ejecutivo desnudo. Dicho en otros términos, el Congreso no lo acompaña pues está dominado por el derechista Partido Social Cristiano del ex presidente León Febres Cordero y la socialdemócrata Izquierda Democrática, del también ex presidente Rodrigo Borja.
Como pasó en Venezuela con Acción Democrática y Copei, los viejos aparatos fueron averiados gravemente en Ecuador por los nuevos movimientos políticos y sociales. Pero los derrotados se negaron a desaparecer del mapa y entre otras trincheras cavaron las propias en el parlamento. Allí pusieron como titular a un dirigente de ID, Guillermo Landázuri. Gutiérrez y sus aliados indígenas estarán en minoría allí y en el Poder Judicial. Sufrirán una oposición férrea del derechista Febres Cordero, del PSC, quien en la crisis de 2000 amenazó con encabezar la secesión de la rica Guayaquil si en Quito "mandaban los indios y militares".
De allí que las flamantes autoridades hayan pensado presentar sus proyectos de ley al Congreso y en caso de rebote organizar una Consulta Popular para introducir reformas políticas y judiciales. Si toman este atajo, sus detractores conservadores les querrán cortar la cabeza. Es lo que le sucede a su vecino Chávez pese a triunfar en las últimas seis elecciones. Ese riesgo está presente en Ecuador pero la administración populista tendrá que correrlo si quiere hacer cambios.
EMILIO MARIN
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